En mi publicación del 24 de noviembre había informado que el virus no se había ido, que estaba entre nosotros y que me preocupaba el abandono de las medidas preventivas y las muchedumbres que sin protección se apretujaban debido a partidos de fútbol, reuniones políticas, celebraciones o reuniones sociales. Mi preocupación se acrecienta en proporción directa con el aumento de las reuniones y de la cantidad de gente que ya no se cuida y en paralelo el paulatino aumento de casos que ya no puedo disimularse, aunque siga intentando ocultarse o disimularse esta realidad proponiendo una ilusoria sensación pospandémica o un mentiroso “esto ya pasó”.
NO pretendo ser alarmista por eso les cuento que los casos que veo y ven mis colegas son casos leves o moderados en las personas vacunadas y que no he debido internar a nadie. Sin embargo por estos días la cifra de infectados es la más alta en los últimos tres meses y el número de infectados se ha duplicado en la última semana. Los casos actuales son en su mayoría debidos a la cepa DELTA que ha demostrado ser más contagiosa pero menos letal. Sin embargo aparecen en la región los primeros casos de OMICRON que siendo aún más contagiosa que DELTA, no parece tampoco ser más letal que las anteriores variantes. Aún así aprendemos en el camino, y necesitamos mayores certezas. Contamos con la ventaja de tener previamente la información europea que ya están conociendo a OMICRON en sus síntomas y sus consecuencias.
En Alemania por ejemplo el Dr. Germán Horn, un prestigioso médico argentino que vive y trabaja en Demnin, nos cuenta que están atravesando un fuerte recrudecimiento de casos con 350 o 400 fallecidos al día, lo cual si bien es cuatro veces menos que lo ocurrido en el peor momento de la pandemia los preocupa y mucho. Nos dice que han atravesado un noviembre y diciembre muy complicado que por estos días está comenzando a disminuir, eso debería replicarse en nuestra zona en marzo, abril 2022.
En esta cuarta ola que vive ALEMANIA se observa lo siguiente: Entre los menores de 60 años, el 77% de los internados son no vacunados al igual que el 82% de los muertos. Sin embargo en las personas mayores de 60 años si bien reduce la mortalidad, la internación suele ser necesaria. Así de los internados, el 55% no está vacunados pero el 45% si lo está. Siempre el precio lo pagan los más frágiles, por edad o por comorbilidades.
Estos datos nos obligarían a pensar en reinstalar medidas de prevención, incrementar el ritmo de vacunación (refuerzo) y prepararnos para un marzo / abril en el cual habrá más casos, aunque el deseo de todos es que se presenten en su forma leve o moderada. Europa está atravesando la época de fríos, por eso cuando a nuestro hemisferio llegue el inicio del otoño nos debe encontrar con las medidas de prevención ya en curso y las vacunas aplicadas en su totalidad (plan completo con tercera dosis).
La información volcada es sólo mi opinión, se basa en información y opiniones de médicos y científicos cuya opinión valoro y cuyos fundamentos comprendo y comparto. Entiendo que el derecho a la autonomía de cada uno es un valor a defender, es un derecho constitucional y lo respeto. Solicito el mismo respeto para mis opiniones, por eso digo enfáticamente que creo que las vacunas, aún en fase experimental ayudan y protegen. No están exentas de riesgo, pero COVID es más riesgoso que cualquiera de las vacunas. Ninguna de las teorías que he leído en relación a las ideas de quienes se oponen a las vacunas me ha convencido.
Por otra parte y si las autoridades políticas creen más importante permitir un estadio de fútbol repleto o llevar adelante la celebración de un acto político con 250.000 personas sin cuidado alguno que pueda prevenir la enfermedad, se equivocan. Peor aún, las autoridades políticas cuentan con la información necesaria para entender que esas convocatorias, así como las reuniones sociales multitudinarias son riesgosas. Fomentar estas conductas constituye una negligencia o imprudencia criminal que provocará una aceleración en el progresivo aumento de casos y complicará la situación sanitaria. En un momento en que deberíamos dedicar los esfuerzos en salud a vacunar y volver a convencer de la necesidad de los hábitos preventivos se elije el peligro de las enormes convocatorias.
Las personas en riesgo siguen siendo las más frágiles. La vacuna disminuye la tasa de letalidad grandemente pero no evita por completo la posibilidad de enfermarse. Febrero o Marzo ha de encontrarnos protegidos por nuestras propias medidas preventivas individuales y por la dosis de refuerzo (la tercera). La pandemia, aunque algo debilitada para los vacunados, no terminó.
Les deseo unas fiestas rodeados de sus afectos, un final de año apacible y un 2022 que signifique el final de ésta historia tan triste e inesperada.