HABLÓ LA CICLISTA CAÑADENSE QUE FUE ARROLLADA, ABUSADA Y ABANDONADA POR EL CONDUCTOR DE UN VEHÍCULO EN UN CAMINO RURAL.
Por Emanuel N. Soverchia
Silvina Espíndola (58), es jubilada, trabajó como agente judicial del Ministerio Público Fiscal, y vive en Cañada de Gómez desde hace casi 10 años; desde entonces, tiene como rutina prácticamente diaria, hacer actividades físicas como correr, caminar y hacer bicicleta. El pasado domingo 12 de enero vivió uno de los sucesos más terroríficos que una persona puede experimentar. Mientras hacía su salida en bicicleta por un camino rural de Cañada de Gómez, un vehículo la atropelló, el conductor la manoseó y la abandonó tras dejarla herida en medio de la nada. La víctima dio una entrevista en la redacción de La Imprenta y relató en primera persona el infierno que vivió aquel día. El acusado están libertad.
-¿Que sucedió ese día, Silvina?
-S. E.: Ese domingo, como un domingo más, salí pedalear por un camino rural, por donde suelo empezar por ese camino lateral al Aero Club; por más o menos una hora. Eran aproximadamente la hora diez menos cuarto, cuando ingreso al camino de tierra. Apenas atravesé la ruta (Av. Santa Fe – Ruta 9), habré hecho unos dos kilómetros, al llegar la primera intersección, que es calle La Plata; veo un auto de frente, que venía en sentido hacia la ruta 9, y noté que venía muy fuerte por el medio de la calle por la polvareda que levantaba; entonces yo me tiré a un costado, e incluso adelanté mi velocidad para llegar a la esquina y de ese modo no entrar en nube de tierra. Igualmente, tengo un velocímetro en la bicicleta que decía que eran 26 km por hora para apresurar el andar y llegar a la esquina. Al llegar a esa intersección, el auto aminora la velocidad; entonces yo le hice un gesto con la mano como de agradecimiento por bajar la velocidad; incluso el conductor del auto, se abrió un poco. Yo recuerdo continuar mi camino y él siguió…
-¿Llegaste a ver el color del auto y a la persona que lo conducía en ese momento?
-S. E.: Yo vi el color del auto, porque entre la montaña de polvareda, el auto se reflejaba color negro, por eso se notó el color de un auto oscuro, y antes de llegar a la esquina, el conductor, única persona que veo dentro del vehículo, tenía una remera color rosa, que lo noto porque el sol lo reflejaba más a él que a mí, porque eran las diez de la mañana. No presté atención del rostro de quien manejaba pero sí me pareció, en ese momento que era un hombre por la contextura.
-¿Entonces decías que él siguió, y como continuó…?
-S. E.: Entonces yo seguí por mi camino, lleno de polvareda pero como había viento noreste se disipó bastante, y al limpiarse el camino ya veía mejor. A los cinco minutos, aproximadamente, yo siento como en simultáneo, una acelerada muy cerquita de mí, y un impacto desde atrás. Yo recuerdo que cerré los ojos y sentí que mi cuerpo voló como si fuese una “tumba carnera” hacia atrás, y automáticamente escucho ruidos a hierros, a chapas y mis propios gritos; eso fue lo que más recuerdo de ese instante, porque todo fue muy rápido, pero realmente no sabía que estaba pasando.
-¿Ahí notaste que era el mismo auto que había visto pasar por tu lado minutos antes?
-S. E.: En realidad, cuando termina ese movimiento y yo dejo de gritar, me encuentro que estaba debajo de un vehículo porque siento en el musculo izquierdo una rueda de vehículo. El conductor da marcha atrás y acelera como si estuviese derrapando; yo siento que estaba en el piso de espalada contra el piso, veo la chapa (del auto) negra, veo la rueda y se estaciona frente a mí.
-¿De qué forma se estaciona frente a vos?
-S. E.: Da la vuelta en U para dejar el auto de culata hacia mí, y ahí veo bien que era un auto muy lleno de tierra, oscuro; entonces sí alcanzo a ver que había una doble V (símbolo de la marca del auto), bueno, me doy cuenta que me había impactado de atrás, pero yo seguí tirada en el piso, de espalda, con las rodillas todavía sobre mi pecho porque tenía la bicicleta encima, por lo que creo que la misma bicicleta me salvó la vida. En ese momento quedé atrapa entre el piso y la bicicleta, por eso el auto no pudo proseguir; por eso dio la marcha atrás para salirse y luego colocarse delante de mí, de culata. Yo no me podía mover, nada.
-¿Cuál tu reacción ante esa situación?
-S. E.: Traté de mantener la calma para ver que estaba pasando, y sentir que además me dolía todo el cuerpo, el brazo izquierdo; entonces veo que baja una persona del lado del conductor, un hombre, joven. Apenas veo que se baja, lo hace como corriendo y lo único que le dije yo primero, antes que me hable; le dije: “llamá al 911, necesito que llames a una ambulancia”.
-¿Y el conductor que hizo allí?
-S. E.: Él no hacía nada, miraba hacia los lados, estaba como desorientado, yo me imaginé que lo hacía para ver si venía alguien, pero no atinó a agarrar su teléfono y llamar, ni auxiliarme, ni sacarme la bicicleta de encima; mientras yo le repetía que llamara al 911, a la ambulancia.
-¿Qué sucedió luego, como siguió todo?
-S. E.: Entonces, como yo veo que él no hacía nada, luego de unos 30 o 40 segundos, no reaccionaba, le digo: “por favor, calmate”, yo le pedí que se calme, porque me pareció que estaba nervioso; y le pregunté su nombre y me respondió: “Juan”. Allí le digo: “Juan, de donde sos”, me dice que es de Cañada; le digo: “Bueno, por favor, llamá al 911”; así y todo no hizo nada.
Entonces, en un momento yo tirada, dolorida y tratando de mantener la calma -(Silvina nunca perdió la conciencia, y según ella, siempre estuvo atenta a todo)- comencé a preguntarme, que le pasaba que no me auxiliaba, pero no quería perder la calma, nunca le grité ni lo insulté, porque incluso sentí que estaba desorientado y no sabía qué hacer.
-¿Y qué fue lo que hizo el hombre en ese instante?
-S. E.: Yo le repetía que llame al 911 y él no hacía nada, en un momento se acerca hacía mí, a unos 50 centímetros, y ahí le veo el color de ropa, ahí dije para mí misma, que era el mismo tipo que había visto antes. Yo sentía muchísimo dolor; entonces él se acerca y con su mano derecha me saca mi teléfono que había quedado en el piso. Toma mi teléfono (Celular), lo manipula como queriendo marcar, y me dice: “Está roto el teléfono, está roto”; ahí yo le digo: “Dámelo que yo marco igual, dámelo”; me responde: “No, no, está roto, no sirve”, y lo arroja hacia el campo, por detrás de mí; y allí, dese mi percepción, ya sospechaba de que no me quería ayudar, sospechaba de que claramente había sido intencional; porque yo ya estaba desprotegida, desapoderada de mi teléfono. (Hoy, el celular de Silvina, que fue encontrado más atrde por su pareja, se encuentra en perfecto estado ya que no sufrió ni siquiera un rayón tras ser arrojado por el sospecho).
-Continuá tu relato, por favor, Silvina ¿Qué pasó luego?
-S. E.: Cuando revolea mi teléfono, yo sí lo tomé como una actitud sospechosa, aunque no le dije nada sobre esa acción, pero empecé a tomar más de talles de todo, a observar el auto e intenté ver la patente levantando la cabeza, pero no alcancé a verla. Pero sí vi la doble V (W) y grabarme los detalles que más alcanzara. Cuando arroja el teléfono, él me dice: “Yo te ayudo, yo te llevo”, y me tiende la mano, con la misma mano que arrojó el celular, y yo le dije ( gesticulando un “stop”) con la única mano que podía mover: “No me toques, estoy toda rota, llamá al 911”. Yo sabía que tenía el auto de culata, pensaba que me quería llevar al baúl, no sé, yo ya me veía toda esa escena sospechosa. Y cuando le digo que no, no accediendo al segundo momento de decirme que me llevaba – además, yo no me podía mover, menos quería que me toque- él se acerca más y me toca la entrepierna, me toca la zona púbica. Yo aún con la bicicleta encima, de espalda, herida, despojada del teléfono, es decir, en esa situación, me toca. Me toca la entrepierna y me dice: “Dale, mostramela, es lo único que quiero y me voy…”
-¿Qué hiciste al momento?
-S. E.: Yo le digo: ¡¿Qué hacés?! ¡No me toques, ya está viniendo mi novio! Y ahí él, da un paso para atrás; como que le dije algo que no estaba en sus planes, se metió al auto y se fue, en U, en el mismo sentido que yo lo había visto la primera vez, en dirección a ruta 9. (Más tarde se sabría que el conductor del vehículo se dirigió a un almacén de esta ciudad a comprar leche y pan y vuelve a su lugar de trabajo en Bustinza, pero tomando otro camino). Al decirle que venía mi novio, esa frase fue la que pareciera que lo hizo desistir.
– Cuándo vos te ves que él se fue del lugar, ¿qué hiciste vos?
-S. E.: Cuando vi que se fue, empecé a levantarme, muy dolorida, sacándome la bicicleta de encima con las piernas. Cuando logré ponerme de pie, me saqué el casco, me saqué el guante de la mano y me veo que tenía la muñeca por un lado y la mano totalmente desplaza, inflamada, morada; agarro las llaves que estaban en el suelo, y ahí noto que el estuche de mis pertenencias se me había roto, la bicicleta completamente destrozada; y quedó ahí en el lugar.
-Luego de levantarte y ponerte de pie ¿cual fue tu reacción?
-S. E.: Tras levantarme, cruzo el alambrado, porque quería recuperar el teléfono, para llamar al 911y hacer más rápido y llamar a mi pareja para mandarle la ubicación; incluso como conozco ese camino sabía que estaba cerca del Aero Club. Caminé buscando el celular unos metros, pero ya había empezado a sentirme mal, con mareos, entonces dejé de buscar el celular, y volví a la calle comencé a caminar en dirección hacia el Aero Club, pasando calle La Plata sentí mucho miedo pensando que ese hombre podía volver; entonces me metí al campo tras pasar el alambrado y empecé a caminar a unos diez metros del cerco para que no me vea ese hombre si volvía; y seguí caminando hasta llegar al Aero Club. Al llegar, a unos 50 metros veo a una persona en el sector de paracaidismo, le pido ayuda, y esta persona, me mira, se acerca corriendo, y le pedí que llame al 911 y esta persona me facilitó el teléfono y llamó él; mientras yo relataba al 911 todo lo sucedido, esa persona se quedó conmigo asistiéndome todo el tiempo.
-¿Qué hicieron las autoridades policiales al respecto?
-S. E.: Mientras yo relataba al 911 todo, ya la policía comenzó a acercarse al lugar de los hechos; la operado del 911 me avisó que ya estaba en camino el servicio médico.
-¿Y con el sospechoso que sucedió?
-S. E.: Cuando me llevan al hospital, donde la atención del servicio médico fue impecable, al rato la policía me toma la denuncia en la guardia. Por eso quiero destacar la acción de la policía, que mientras yo estaba siendo atendida por la ambulancia, ya me estaban mostrando fotos del monitoreo; lo destaco para que sepamos que el monitoreo funciona.
-¿Cuándo y cómo fue detenido el sospechoso?
-S. E.: Tomé conocimiento a través de la policía que lo ubicaron a través de las cámaras de monitoreo, aproximadamente a las 12 horas del hecho, ya estaba ubicado el vehículo y posteriormente identificado el acusado, que ya tenía identificado el vehículo, que él mismo se declaró confeso, que el vehículo tenía marca de mi bicicleta y el parabrisas roto. Y ahí la policía me confirmó que estaba detenido. Se trata de un peón rural de 28 años, que trabaja en el Establecimiento “Don Nelso” de Torresi, donde fue aprehendido, queda secuestrado el vehículo, la vestimenta y dos teléfonos; días posteriores al hecho. Lugar donde convive con su hijo y esposa.
-¿Continúa detenido el acusado?
-S. E.: No. Ahora está en libertad, con medidas cautelares.
-¿Por qué quedó en libertad?
-S. E.: Solo quedó detenido viernes al martes, cuando también, quedó secuestrado el vehículo, la ropa, dos teléfonos celulares. El lunes, acudo con citación de fiscalía para declarar, y posteriormente estaba citada a la rueda de reconocimiento. El martes asisto a la audiencia imputativa (pública) por videollamada, ahí apenas lo vi, lo reconocí. En la audiencia, el defensor pide su libertad; a lo que el fiscal pide la libertad, con medidas cautelares prohibitivas, como la de no ingresar a Cañada de Gómez, no acercarse hacia mi persona ni amenazarme. De ese modo, hoy en día, el imputado está en libertad.
-¿Quiénes te brindaron ayuda y contención? ¿El municipio, las agrupaciones feministas, derechos humanos, médicos, la policía?
-S. E.: Las agrupaciones feministas y derechos humanos no; pero si tengo que agradecer mucho a la Municipalidad de Cañada de Gómez que me brindó ayuda a través de profesionales legales, peritos y una psicóloga y asistente social. También tengo que agradecer al personal del Hospital San José quienes actuaron de manera inmediata. Agradecer el proceder de la policía, muy respetuosos; sinceramente todo muy bien. Y agradecer a todas las personas que me brindaron su solidaridad. Por otra parte, me gustaría que la comunidad sepa esto que me pasó a mí, le puede pasar a cualquier persona, no para que estemos con miedo, sino por el contrario, sino para que a raíz de todo esto, surja una sentencia ejemplificadora, donde la gente no tenga miedo y podamos volver a andar libremente como siempre.
-¿Qué lesiones sufriste?
-S. E.: El hecho me provocó una fractura con desplazamiento de la muñeca izquierda y numerosos golpes y hematomas en todo el cuerpo. Tengo dos o tres costillas fisuradas, y lesiones en los ligamentos del esternón.
-¿Te considerás una sobreviviente de un crimen?
-S. E.: Sí, totalmente, es eso; sobreviví. Por eso estoy agradecidísima a Dios, confío en la justicia divina, en la justicia social. Y que al autor de los hechos, que vaya preso, que se le aplique todo el rigor de la ley, con absolutamente todos los agravantes que le corresponde. Que pague por lo que hizo, porque hizo daño social, a su propio hijo, a la salud, nos dañó a todos. Quiero una sentencia justa. El perjuicio hacía mi personas es tremendamente inconmensurable, daño físico, mental, emocional, psicológico y por sobre todo, esos daños afectaron mi dignidad, como mujer y más allá de una cuestión de género, es la dignidad de ser humano.
LA CAUSA
La causa está en manos del Juez Dr. Cataneo, Ariel Jesús; y está caratulada como lesiones graves culposas en accidente de tránsito, en concurso real con abuso sexual en grado de tentativa. (Medina David, Enzo Ariel – s/ Daño simple – abuso sexual – lesiones graves). Por el momento, la causa se encuentra en el plazo de 90 días que atraviesan las medidas cautelares. El abogado de Silvina, Marcelo Bertoya, representa la querella.