Del libro “¿Víctima o victimario?” del cual soy autor, con el fin de exponer, analizar en profundidad y con una sana crítica una ciencia llamada Victimología, donde se conjugan aspectos sociales, culturales y casos acontecidos (en la vida real), algunos de carácter público y otros privados. En esta entrega el Capítulo VII de mi obra.
Por Sandro F. Galasso
Detective Privado
Mat. 21843
A lo largo de mi trayectoria investigativa y profesional en que he trabajado; en gran cantidad de casos llamados “conducta juvenil”, desde luego en más de uno me ganó el asombro por la gran diversidad de hechos lamentables que investigué: asuntos de robo, drogas, sectas, etc.
Se da una gran constante en casi todos los casos “falta de comunicación y diálogo con los padres” aquí vale la pena hacer un paréntesis y plantear varias cosas; si bien siempre se habló de que el diálogo con nuestros hijos es lo ideal, es oportuno decir que este gran recambio cultural a nivel social, se da este fenómeno debido al gran estrés que sufre la gente producto del cúmulo de situaciones diarias vividas, en medio de ésta se encuentra el niño o adolescente o en un costado de la escena viviendo como viendo como sus padres discuten por temas varios y en ocasiones siendo desoídos por éstos que están inmersos en otras cuestiones a las que hasta el momento las consideran primordiales, es ahí donde se produce un distanciamiento entre padres e hijos y los jóvenes; en muchos casos suelen descarriar en su conducta.
En estos casos se han visto muchos donde niños y adolescentes son agredidos por sus compañeros física y psicológicamente, los padres al enterarse tratan de tirar manotazos de ahogado de muchas formas, pero al fin nada se logra ya que las escuelas no cuentan con maestros especializados n maltratos, es más “muchos maestros comparan a las burlas con payasadas”. Ahora bien, ¿qué sucede cuando es nuestro hijo el victimario? El chico suele ser agresivo debido a varios factores, como son la inseguridad, incapacidad de aprendizaje, problemas psicológicos, etc.
El simple hecho de ser agresor lo hace sentir seguro y poderoso, esta conducta puede ser el desenlace también abusos o quizá maltratos recibidos en su núcleo familiar, luego el joven anda como un barco sin timón y tiene compañías de las peores.
En la medida que el niño agresivo va creciendo, si no se toman medidas en el caso, es muy posible que su conducta se torne cada vez peor, posiblemente llegue a ser autodestructivo y criminal también.
Estadísticas muy marcadas hablan de que los maestros detectan muy poco este tipo de conducta en niños y adolescentes, en realidad el trabajo de corregir a estos jóvenes deber ser en conjunto con los padres, terapeutas y maestros.
En el caso de jóvenes mujeres, éstas por lo general usan su agresividad e intimidación hacia sus compañeros, a través del abuso emocional y psíquico, tratando de manipular para que siempre se haga lo que ellas dicen, sea bueno o malo, caso contrario suelen amenazar con cortar la relación de amistad, esta es un extorsión psicológica manifiesta.
Conmocionó a la sociedad en conjunto el asesinato de un niño en manos de un compañero de escuela, desde luego muchos piden que no se declare inimputable, mientras grupos de gente allegados al victimario reúnen a grupos de psicólogos para explicar lo inentendible y sin respuestas.
Por otra parte, familiares de la víctima piden la sangre del victimario y la peor de las penas, ya que se sienten muy heridos.
Cabe decir que nada es tan tajante y resolutorio, ya que la justicia terrenal nos sorprendió en más de un ocasión, ahora bien, ¿por qué no pensar al victimario como víctima de burlas, de maltratos constantes, de golpizas de otros compañeros y para más, ser desoído y abandonado por sus maestros y profesores.
Quiero destacar que no debemos simplificar la cuestión con un asesinato, apunto en forma directa y concreta a que muchos niños son desoídos y desprotegidos, sin una buena infancia y ni hablar de abandono generalizado. Ya para finalizar la idea, nos encontramos con gente adulta, que vive en su mundo de fantasías, mirando siempre hacia un costado.
Cabe dejar claro que lo más es reaccionar a tiempo y asistir psicológicamente al hijo agresivo, como así mismo dialogar con un hijo abusado y/o para prevenir hechos futuros y lamentables, que luego nos suelen tomar por sorpresa, igualmente sobre el hecho acontecido el problema es doble; por esa razón es que hablo en todo momento de que este libro tiene a que la sociedad reflexione a fondo, evite acciones riesgosas y haga valer derechos.
EL AUTOR
Sandro Fabián Galasso, nació en 1970 en Cañada de Gómez, Provincia de Santa Fe; Argentina. los 18 años inició sus primeros estudios investigativos como Detective Experto en Investigaciones (Mat: 21843) año 1992; Ministerio de Cultura y Educación (Ley 13047) se interesó mucho en marca un estilo único basado en el tecnicismo y la intuición propia, en Argentina se lo consideró como el detective de los casos imposibles, debido a su gran empeño en descubrir todo caso intrincado y complicado, especializado en casos de sectas, sostiene una amplia trayectoria desde casos criminales hasta civiles tanto en Argentina como en otros países. Estudioso de la criminología y la conducta humana marcó una tendencia en la elaboración de perfiles criminales, brindando asesoramiento a profesionales. En la actualidad reside en la ciudad de Rosario, donde se desempeña laboralmente como investigador penal y en sectas; extendiendo su actividad en todo el país y el exterior.