A raíz del 40 aniversario de la Guerra de Malvinas que se acaba de cumplir este reciente pasado 2 de abril de 2022, se me propuso hacer esta entrevista a Sergio Fava, un soldado y veterano de la Guerra de Malvinas que si bien, nunca llegó a combatir en las islas pero que sufrió y todavía sufre como si hubiese llegado a ellas para caer combatiendo en su defensa. En respeto a él fue realizada esta nota y a su honor está dedicada.
Por Federico Montani
Hablamos del Sr. Sergio Fava, un muchacho de 18 años que un 2 de abril de 1982 cambiaría toda su vida por siempre y para siempre. Y que de ahí en adelante, ya nada sería igual.
Espero que este pequeño tributo y este humilde homenaje contribuyan a la verdad, a la justicia y a construir los cimientos de un país sin tristeza.
-¿Qué edad tenías el 2 de abril de 1982?
-S.F.: 18 años, ya estaba casado y tenía un hijo. A mí me toca hacer el servicio militar obligatorio un año antes, en 1981 ya que yo soy clase 62. Lo terminé y ya me volví de baja para disfrutar de mi nueva familia y al año siguiente, el 2 de abril de 1982, me llega la carta de llamado diciendo que me presente con urgencia a mi unidad y que de no hacerlo así sería tratado como traidor a la patria y en consecuencia, pasado por las armas. Es decir, que sería fusilado bajo un pelotón de fusilamiento.
Enseguida volví al cuartel junto a todos los demás soldados de mi regimiento y ahí estuvimos durante 15 días esperando órdenes hasta que llegó la orden de movilización y ahí nos movilizamos hasta el regimiento 121 de Santa Fe y allí nos quedamos haciendo guardia esperando a que llegara el llamado para ir a las islas que al final, nunca llegó.
-¿Dónde estabas y que hacías cuanto te enteraste de la noticia de que Argentina se lanzaba a recuperar las islas Malvinas? ¿Y cómo lo tomaste?
-S.F.: Bueno, en ese momento como ya había terminado el servicio militar obligatorio y ya había regresado a casa con mi familia, siguiendo con la tradición familiar abrí una verdulería pero no aquí en Cañada de Gómez sino que en Armstrong. Y bueno, trabajando, con deseos de progresar, había arrancado intentando comprar un camión para el trabajo y había depositado un dinero para ir pagándolo de a poco y con el llamado por la guerra lo perdí porque no pude seguir pagando las cuotas, así que perdí el camión y el dinero. Y bueno, también ya había nacido mi primer hijo, el nació en septiembre de 1981, así que cuando me llega la carta de la guerra, él tenía solo 6 meses.
Así que bueno, te imaginarás como lo tome…
-¿Qué pensabas y que creías? ¿Argentina tenía chances de ganar y de recuperar las islas?
-S.F.: No sabíamos si teníamos chances y con que nos íbamos a enfrentar pero lo que si queríamos todos, una vez ya movilizados, era ir todos. Todos y cada uno queríamos ir a ayudar a los compañeros que ya estaban allá. Pero no podíamos ir porque estábamos bajo órdenes. Nadie eligió estar en Malvinas, los que estuvieron en Malvinas fue por “suerte”. Y bueno, cuando comenzó la guerra, a muchos los subieron a un avión y los mandaron a Malvinas, tuvieron la suerte o la desgracia de ir a Malvinas y otros tuvieron la suerte de quedarse y no ir. Pero todo era bajo órdenes. Que quede claro que nosotros no éramos soldados porque muchas veces todo esto se confunde, nosotros no éramos soldados, fuimos obligados a ser soldados. Fuimos enlistados a la fuerza. Nadie se golpeó el pecho y dijo: “Yo voy porque soy hombre”, no. Si hubieran abierto la puerta y hubieran dicho: “El que se quiere ir a su casa, puede hacerlo”. Te aseguro que no habría ningún héroe de guerra, todos se hubieran ido a su casa. Ninguno queríamos estar, fuimos forzados y obligados. No fuimos por voluntad, nadie fue por voluntad.
-¿Cuál fue tu situación? ¿Qué tareas desempeñaste?
-S.F.: La función que cumplí junto a mi regimiento era la de colaborar para lograr que el grupo de artillería estuviera capacitado para trasladarse. Yo estaba en la parte de transporte, manejaba los camiones del ejército y hacía todo el mantenimiento técnico tanto del transporte, es decir de los camiones como también de lo que se transportaba, que era armamento de artillería como misiles anti-tanques, etcétera.
Preparaba todo el material armamentístico pesado que se enviaba a Malvinas para ser utilizado por los compañeros que estaban allá.
Y esperando la orden de partida hacia Malvinas que podía llegar en cualquier momento. Pero bueno, al final nunca llegó.
-¿Qué sentiste? ¿Cómo te sentiste? ¿Cuáles fueron los sentimientos y las emociones que tuviste?
-S.F.: Impotencia. Impotencia por no poder estar con mi familia, impotencia por no poder estar ayudando a mis compañeros, que escuchábamos por radio cada vez que caía un avión nuestro, un helicóptero nuestro o que nos enterábamos de la muerte de un camarada.
Impotencia porque quería pero no podía. Impotencia porque quería hacer más de lo que podía.
-¿Cómo fuiste recibido cuando volviste? Tanto por tu familia y tus amigos como por la Municipalidad de Cañada de Gómez y toda la sociedad cañadense.
-S.F.: Como habíamos perdido la guerra, nuestro regreso fue invisible. Nos fuimos con el aplauso a la luz del día y volvimos con la luz apagada. Así que de parte del estado y del gobierno tanto a nivel nacional, como a nivel provincial, como a nivel municipal, nada.
Me esperaba mi mamá, mi viejo, mi esposa y mi hijo. Nadie más.
-¿Qué fue de tu vida después la guerra?
-S.F.: Bueno, traté de hacer borrón y cuenta nueva y volver a empezar. Ponerme a laburar, vida de ciudadano, tratar de volver a la normalidad.
Y bueno, después la lucha por el reconocimiento. Que sigue hasta la actualidad y que va a seguir hasta que se nos reconozca como veteranos de guerra.
– Desde los pueblos del interior se ve todo lo que pasa en la capital del país como algo lejano y que nunca nos va a llegar y a tocar, y en este caso fue justamente, todo lo contrario. Fue un gran acontecimiento histórico que no se quedó solo en Buenos Aires sino que llegó y tocó a todo el país, de punta a punta y Cañada de Gómez no estuvo exenta… ¿Cómo se vivió todo eso aquí, en Cañada de Gómez?
-S.F.: Bueno, eso no te lo puedo responder con lujo de detalles porque no estuve acá, a mí me llevaron y estuve en la retaguardia esperando a que me llamaran y me llevaran a la vanguardia, al frente, a las islas, a las Malvinas.
Pero si, somos varios veteranos acá en Cañada de Gómez. Tanto acá como en varios pueblos de la zona y la región.
-Además de usted, otros cañadenses también son soldados y veteranos de la Guerra de Malvinas, ¿Cómo es su relación con ellos, si es que la tiene? Y por otra parte, ¿reciben alguna pensión por parte del Estado y/o del gobierno?
-S.F.: Está dividido entre los reconocidos como veteranos de guerra y los que no estamos reconocidos como tales. Yo me encuentro en el segundo grupo por el hecho de no haber llegado a Malvinas al igual que muchos otros como yo.
Yo tengo medallas del gobierno de la provincia de Santa Fe y diplomas firmados por el gobernador de la provincia de Santa Fe y sin embargo beneficios, ninguno. Nosotros, somos todos veteranos. Porque, ¿Qué es ser veterano? Veterano es ser el viejo de algo y nosotros somos los viejos de una guerra. Tal vez no llegamos, tal vez no combatimos contra el inglés directamente pero nosotros fuimos los que proveíamos para el combate. El piloto de guerra que salió de Argentina a combatir está reconocido como veterano de guerra pero, alguien le cargaba la munición, alguien le cargaba el combustible, alguien le tapaba los agujeros de bala con los que volvía, las pistas las estaban cuidando soldados para que pudiera despegar y volver sin ser atacado, etcétera. Todo eso se hizo desde acá, desde el país, desde el continente, desde la retaguardia. Si no hay retaguardia no hay vanguardia. Fuimos todos partes del engranaje del ejército. Yo veo que vos tenes un reloj de pulsera y cuando lo miras, vos ves una agujita que marca una determinada hora. Ahora, sácate el reloj, dalo vuelta, sácale la tapita y quítale el engranaje más chiquito y fíjate si sigue funcionando. Quiere decir que cada engranaje, el más chiquito y el más grande son igual de importantes para que el reloj funcione. Y nosotros fuimos parte de eso, fuimos parte del engranaje.
-¿Cómo se siente usted cuando piensa en esto?
-S.F.: Es triste ver que tenemos camaradas que no tienen que comer, que no tienen casa, que no tienen una obra social, que no tienen una pensión y que ganan una jubilación común y corriente cuando debería ser más que una jubilación común y corriente porque un veterano de guerra hoy cobra tres haberes por provincia, tres haberes por nación y siguen pidiendo y siempre es todo para ellos y absolutamente nada para los demás que son los que hicieron que volvieran vivos.
Y que a nosotros nos traten de piqueteros cuando protestamos porque es la última alternativa que nos queda ya que venimos hablando con todos los gobiernos que pasaron desde Malvinas para acá, gobiernos democráticos… ¿democráticos de qué? Si se olvidaron de todos los demás soldados que fueron parte. A nosotros nos ningunean todo el tiempo, ¡hasta nuestros mismos compañeros! Burlándose al decir de nosotros: “Casi voy, casi tiro”. Y yo no me rendí ante los ingleses, porque ellos se rindieron y nosotros no nos rendimos. Y todavía la guerra no terminó porque lo único que se firmó fue un cese al fuego pero la paz nunca fue firmada. Todavía seguimos en guerra.
-¿Cuáles serían sus deseos más profundos?
-S.F.: Nosotros lo que queremos es que se nos traten con el respeto que merecemos. Ni siquiera podemos entrar a desfilar con los otros sino que tenemos que ir detrás de los otros cuando somos todos parte, no cabe duda de que somos parte. No se deja a nadie tirado en el campo de batalla y ellos dejaron a sus compañeros tirados en el campo de batalla.
La Guerra de Malvinas estuvo sujeta al Convenio de Ginebra. Y el Convenio de Ginebra es claro. Este estipula que para ser veterano de guerra no hace falta haber actuado en acciones directas de combate, basta con haber estado bajo bandera de una de las partes en conflicto bajo mando militar. Yo estaba armado y uniformado para una de las partes en conflicto bajo un mando militar. Según el Convenio de Ginebra yo soy veterano de guerra tanto como el que más ingleses mató. Esa es la ley internacional. Y por algo se debe haber hecho así. No creo que 200 países se hayan equivocado al hacerla.
Y que recuerde este país que la democracia no se la debe a ningún político, a ningún guerrillero y a ningún milico. La democracia nos la debe a todos nosotros. Porque si hubiéramos ganado la guerra, todavía estarían las botas gobernando. No sé si soy claro…
Hay mucha gente que no demuestra haber estado en combate pero que si demuestra estar muy en contra nuestro. A Malvinas fueron más de 10.000 hombres y están cobrando más de 30.000. Hay gente que está cobrando y que ni siquiera había nacido en la época de la guerra.
Lo primero que reclamamos nosotros fue el Censo Nacional Malvinas y todos creían que íbamos a buscar plata y no, lo que pedíamos era un censo nacional. La provincia que menos soldados mandó a Malvinas fue La Rioja y es la provincia que más veteranía de guerra otorga.
-¿Quién hizo las leyes de guerra en este país?
-S.F.: Lo dejo a tu criterio…
-Es una herida abierta…
-S.F.: ¡Claro que es una herida abierta! ¡Y va a seguir sangrando! Porque si hoy pasara algo quiero saber quién va a ser capaz de mandar al hijo. Si a mí me decís que mañana entramos en guerra con Inglaterra, yo agarro a mis hijos y los mando afuera. Que se vayan de acá. ¡Que van a ir a defender la patria! No, viejo. Váyanse, si no les van a dar nada por defender a su patria, al contrario. Te van a ningunear, te van a olvidar y te van a sepultar. Como estamos todos nosotros, que no tenemos derecho que ni el 2 de abril nos manden una invitación para ir a un acto.
Y no me refiero a ningún gobierno en particular, ya que en esto son todos iguales. Lo único que no han hecho es defender esta tierra. Y no nos dan nada a nosotros que si estuvimos dispuestos a darles la vida, donde nos tocó. Y así lo hicimos. Y si quieren que haya una generación que esté dispuesta a dar la vida por la patria otra vez, pónganse las pilas con los soldados. Porque no va haber padre que sea capaz de mandar a un hijo a una guerra y menos para salvarle la vida a estos delincuentes. Ya se la salvamos una vez.
Y para que después nos traten como perros.
No tenemos que estar enfrentados entre nosotros, entre veteranos. Y este enfrentamiento es solamente por la plata.
-Hoy se cumplen 40 años de la Guerra de Malvinas… ¿Cómo lo hace sentir eso?
-S.F.: Que la vida se va rápido y que la sangre de soldado se seca rápido…