Los agrotóxicos alcanzan nuestras vidas cuando fumigan y estamos cerca en zonas de ruralidad, pero también llegan a las ciudades por alimentos, agua de lluvia, elementos de salud e higiene personal y hasta una simple bolsita de almacén.
Por Facundo Viola
Periodista
El Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) detectó 82 tipos de pesticidas diferentes en 35 frutas y verduras, las de mayor consumo frecuente, según el último informe actualizado que data de los años 2011 al 2016. Un informe del Assal (Agencia de Seguridad Alimentaria Santafesina), del año 2017, dice que el 30% de frutas y verduras que se comercializan en mercados concentradores cargan pesticidas exedidos en su límite permitido o prohibidos para la producción. Sin embargo, pericias que se realizaron en el ámbito judicial de nuestra provincia por demandas interpuestas por privados, se han detectado agrotóxicos hasta en el 70 % de productos de verdulería. Químicos neurotóxicos, genotóxicos, cancerígenos y disruptores endócrinos llegando a la mesa todos los días.
El Dr. Damián Marino, a cargo de un equipo de investigación de la Universidad de la Plata – Conicet, publicó un estudio, en 2016, revelando que el 100 % de las gasas y algodones que se usan en medicina hospitalaria e higiene personal en nuestro país, tienen trazas de Glifosato y/o su metabolito Ampa. También otros productos como hisopos y tampones están frecuentemente contaminados por el mencionado herbicida con potencial cancerígeno. Los fluidos corporales de los argentinos tomando así contacto directo con los venenos.
Otro equipo dirigido por el mismo investigador especialista en química ambiental realizó un muestreo de 23 ríos y arroyos que desembocan en el río Paraná, detectando en algunos sitios hasta 8 miligramos por kilo de Glifosato/Ampa, lo que equivale hasta 4 veces lo que suele hallarse en promedio en un campo en el que se ha cultivado soja. Los mismos científicos del Conicet y del Centro de Investigaciones del Medioambiente (CIMA) de la UNLP, el año pasado también detectaron la presencia de Glifosato y Atrazina, los dos plaguicidas que dominan el mercado argentino, en el 80 % de muestras de agua de lluvia que obtuvieron en diferentes ciudades de la zona pampeana de nuestro país. Según dijeron los primeros 40 milimetros son los que vienen más cargados.
En Argentina se consumen unos 18.000.000 de envases contenedores para transportar los más de 500 millones de litros de agrotòxicos que se fumigan al año sobre el territorio. El 60% de esos envases de pesticidas son de 20 litros y suman en total casi 14.000 toneladas de plástico que, obviamente, luego de ser usado queda contaminado. Según las estadísticas súper optimistas de Casafe (la cámara que reúne a quienes comercian los pesticidas en nuestro país), alrededor de un 35% de los envases vacíos termina en los CAT (Centros de Acopio Transitorios), lo que implica solamente unas 4.500 toneladas de residuos peligrosos recuperados y sacados precariamente de circulación para evitar que la contaminación siga propagándose.
Unos 10 millones de kilos de tachos de agrotóxicos tienen todos los años un destino siniestro en nuestro país. Gran cantidad de esos envases es “cirujeado” por trabajadores informales que encuentran con esto un medio de subsistencia, amontonándolos en periurbanos y otras zonas pobladas. Ese material luego se convierte sin ningún tipo de proceso de descontaminación posible, en materia prima para la elaboración de objetos de uso cotidiano como son las bolsas “camiseta” de colores verde y azul que solemos recibir en comercios que venden alimentos, verdulerías, despensas, panaderías, entre otros. Algunas veces es posible apreciar un olor químico fuerte que emana de las bolsas en cuestión, el mismo que se puede percibir de ciertos bidones de agroquímicos vacíos, sobre todo cuando se exponen por unas horas al sol. Esto es lo que pasa con una parte de los envases de biocidas que la agroindustria no se hace cargo, el resto queda tirado en los campos, flotando en los ríos o incinerado en basurales clandestinos.
Así es como los agrotóxicos llegan desprevenidamente a nuestras vidas. Externalidades del modelo. Daños colaterales. Guerra química. Ecocidio.