Desde ya que no hay que perder de vista el contexto electoral, el domingo hay elecciones en Buenos Aires y el kirchnerismo se juega todo en el último bastión que le queda. Olieron sangre y como los tiburones se lanzaron a su presa. El Gobierno está en un momento de debilidad, la misma Patricia Bullrich lo reconoce “estamos ante un momento de debilidad total” dijo. Repasemos, la macro desordenada, las tasas de interés volando, el consumo planchado, las familias endeudas, doce derrotas consecutivas en el Congreso, el caso de las coimas, perdida de iniciativa política y pérdida del control de la narrativa.
Es un Gobierno a la defensiva. Con un agravante, se quedó sin fusible, porque tanto los errores políticos como las sospechas de corrupción pegan en el centro de gravedad del Gobierno. Pegan en El Jefe, su hermana. Milei preso de su propia encerrona. Ante la crisis, el Gobierno tartamudea respuestas con la cadencia de los improvisados, son pelotazos a cualquier parte. Por si faltara algo descarrila con un intento de censura, que va más allá de los nombres propios (los Rial, Mauro Federico, Gustavo Sylvestre, y siguen las firmas y, que, en particular no me generan ni la más mínima simpatía) y encuentra cauce en un juez que está más para dar explicaciones que para exigirlas: suma ocho denuncias en contra, cinco por acoso sexual. Cartón lleno, “brillante movida” pegarse a semejantes antecedentes.
A las sospechas de corrupción el presidente suma las sospechas sobre sus reflejos antidemocráticos y su propensión autoritaria. Pierde en dos semanas dos banderas centrales de su construcción discursiva: la lucha contra la corrupción y la defensa de las libertades. Siguen los tiros en el pie.
Obvio, los K no la iban a dejar pasar y van por el único reducto que les queda: la provincia de Buenos Aires. Perdieron la Nación, perdieron Santa Cruz y otras provincias que le eran propias (Chaco, Chubut, Entre Ríos, San Juan), perdieron las cajas multimillonarias (Pami, Anses, Aerolíneas, YPF, etc, etc), cinco de las últimas seis elecciones, perdieron capital político, capital simbólico, capital monetario y encima tienen a la jefa presa condenada por la Justicia por corrupta. ¿Qué les queda? Impulsar el juicio político, por eso salieron a atizarlo los Jorge Rial, los José Mayans, los Grabois y todo el arco K.
Tienen dos objetivos claros, mantener el domingo la provincia de Baires como el único aguantadero que les queda y aprovechar la debilidad del Gobierno y tumbarlo a través del juicio político. Párrafo aparte merece ver a los K descubriendo la libertad de expresión. Los mismos que pidieron la cabeza de Nelson Castro en del Plata, que le tiraron una antena abajo a Hadad para que venda sus medios, los que le hicieron juicio público a los periodistas y mandaron a escupir carteles de Magdalena Ruiz Guiñazú y tantos mas, los mismos que festejaban la detención de Lanata por el régimen de Chávez en Venezuela, los mismos que se reían cuando casi matan a palos a Wiñasky en La Plata, esos mismos ahora han descubierto la importancia del periodismo libre y la libertad de expresión. Aplausos, medallas y besos. En rigor, hay que tener cuidado en no dejarse psicopatear por estos personajes a los que no les creo nada la epifanía republicana que acaban de descubrir. Menos a cuatro días de las elecciones cuando se juegan la supervivencia.
Ahora bien se salieron con la suya, porque en medio de todas estas discusiones, lo que en verdad debía discutirse es la gestión de Kicillof, más precisamente el desastre de su gestión que para graficarla pongamos solo un par de títulos: La Matanza, ola de inseguridad record, 90 delitos por día, la cifra más alta desde que se tiene registro. Otro: en los últimos 20 años de quintuplicaron las villas. A ver, van a hacer todo lo que tengan que hacer, por algo mantuvieron la hegemonía política los últimos 20 años, son pésimos, son malos, son corruptos, son choros, pero no son tontos. Todavía tienen plata, todavía tiene algo de poder, todavía tienen medios, todavía tienen “servicios”, todavía tienen capacidad para hacer daño.
Nada nuevo bajo el sol . Contra eso se votó en el 2023. Milei no se explicaba sin Cristina. Carecía de equipos, de inserción institucional y arraigo territorial, y fue ese panorama el que inspiró la confianza de sus votantes, que basaron su voto en el repudio a la “casta corrupta”. Hubo un cambio de clima político, con tal de terminar con lo anterior la sociedad estuvo dispuesta a soportar un ajuste brutal. Incluso, para citar solo un ejemplo, ese cambio de clima hubiera avalado con creces la privatización de Aerolíneas, algo impensado en otro gobierno pro mercado como el de Macri, le hubieran incendiado el país. Era por ahí el cambio cultural y no pelearse con jubilados, discapacitados, el Garraham y las universidades. Así como Milei es inexplicable sin Cristina, la vuelta del peronismo con la franquicia que fuere, no se va a explicar sin Milei. No se los derrota con frases grandilocuentes y de mal gusto como pretender ponerle el ultimo tornillo al cajón.
Se los derrota y quedarían reducido a una minoría testimonial haciendo un buen gobierno, sobre todo, decente. Por eso es imperativo que el Gobierno salga a explicar y caiga quien tenga que caer. Por el bien del país, no de Milei, es necesario, imprescindible que el Gobierno tome la baraja y de de nuevo. Recuperar la autoridad moral, económica, política, para eso deberán desarmar el artefacto que ellos mismos han pergeñado. Hacer una autocrítica general sin narcisismos, caiga quien caiga, Resetearse para no sucumbir. Dar un volantazo narrativa que reconstruya la esperanza basado en que es capaz de sacarse de encima “la casta”, reconstruir un conjunto político mas o menos vertebrado con capacidad parlamentaria y con los gobernadores dispuestos a ayudar. Sin esas características, el oficialismo seguirá perdiendo fiabilidad y deberá explicar, entonces, la posible vuelta del tren fantasma.
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