¿Qué aplaudimos? – Por Emanuel N. Soverchia

No se nota el interés íntegro de los conductores políticos de esta ciudad sobre las necesidades primarias de la comunidad. Nadie advierte que estamos silenciados pero enojados, sumisos pero alterados; cansados pero aplaudimos; ¿qué aplaudimos? Nadie responde, porque algún temor en el ambiente se percibe. ¿Temor a qué?

La pandemia se transformó en una máscara que lleva dibujada una gran sonrisa para los funcionarios, en la que todo parece estar bien o mejor que otros lugares de la redonda. Esa careta que usan los políticos de turno está tirando cada día más del piolín que la sujeta; pero debajo ¿Qué habrá?

Debajo de sonrisas sínicas, románticas y llenas de pura falsedad que contagia a los débiles; allí debajo está la salud, la economía, las miles de familias que especulan sobre lo que sucede en nuestra ciudad ¿Qué aplaudimos?

Ya nadie mira atrás, ningún cañadense recuerda como éramos antes del Covid; ya no pensamos que nos llevó a tener una veintena de muertos, médicos saturados, instituciones de la salud colapsadas, escuelas cerradas y unos cuentos imberbes que festejan en cementerios y parques. ¿Qué hicieron de nosotros?

El gobierno municipal local GASTÓ, no invirtió; gastó 9 millones de pesos en insumos y recursos en materia de pandemia; mientras gastó  alrededor de 2 millones en una Iglesia; otros varios millones en clubes de la ciudad; en instituciones que están cerradas, desiertas y no habitadas por disposiciones trazadas por el coronavirus. Esas instituciones no se están utilizando, señores, pero la doctora  prefirió la foto, el autobombo, el proselitismo y el onanismo político, antes qué la salud de sus conciudadanos. Porque nadie desmerece el trabajo social de las instituciones en la ciudad; pero era momento de tomar decisiones maduras, prioritarias y de emergencia sanitaria; y dejar de lado un poco ese estúpido culto a la personalidad que construyó desde el 2003, desde que llegó al poder por la ya extinta ley de lemas y ser despreciada monumentalmente en aquel momento por los votantes cañadenses. ¿Diganme qué aplaudimos?

Queridos lectores, parece que no aprendimos nada; o mejor dicho, parece que no queremos aprender ni siquiera a respetarnos nosotros mismos. ¿Dónde quedó la autoestima de mi gloriosa ciudad?

Desde las localidades vecinas, históricamente nos miraban como ejemplo a seguir, como emprendedores, como una ciudad con aspiraciones; y nos convertimos en esto que muy pocos vemos, o que todos vemos, pero a muy pocos nos pianta un lagrimón; por esa tristeza automatizada que tiene en vilo a Cañada de Gómez.

Las redes sociales revientan de preguntas y repreguntas y terminan en las redacciones de algunos medios locales porque el gobierno municipal NO responde claramente; es decir, responde, pero especulaciones y evasivas respuestas infantiles que no convencen ya ni siquiera al periodista que cobra sus mejores pautas. ¿Será que la pandemia nos pone sensibles a todos?

A todos menos a los funcionarios, tanto oficialistas como opositores; porque verdaderamente este coronavirus no modificó en nada al accionar político de nuestra localidad. Es más, me atrevo a decir que los empeoró, pues vemos rotundamente que los funcionarios están ocultos ¿están haciendo aislamiento eterno?

Ocultos es una forma de expresar con eufemismos las ganas de decir que tengo, sobre que ellos están cobrando sus “lindos suelditos”, mientras los trabajadores, comerciantes, obreros y casi el %80 de la comunidad, la pelea agonizantemente. ¿Y los médicos cañadenses? ¿aplaudís a los médicos, o a un gobierno local que los oprime y los acorrala?

Los médicos y el todo el personal de salud están arriesgando su propia salud, su propia vida y la de sus familias, exhaustos y hasta a veces obligados a tomar decisiones que son explícitamente políticas; para que las personas puedan tener una vida de lo más normal posible; y para colmo de malas, con los escasos recursos que tanto la Nación, la Provincia y la Municipalidad le pijotean a la “pujante ciudad del sur santafesino”; porque es más cool* mostrarle a la tribuna un gol hecho con la mano y no una anotación meramente válida.

¿Te sentís cañadense? ¿Amás verdaderamente a tu ciudad? ¿Cómo les demostrás a tus hijos ese amor por los valores y lo real? ¿Le decís que la corrupción, las mentiras, el proselitismo y nepotismo es el comienzo de la putrefacción de un pueblo? ¿O preferías callar, agachar la zabiola e inculcarles a los changos que la vida se gana siendo un embustero? ¿Pero qué aplaudimos?

Esto es una clase magistral de buenos modales o de moralismo barato, no; es simplemente la tristeza de un director de un pequeño periódico local que ver pasar sus años, en una ciudad con ciudadanos que no pueden levantar la cabeza, con industrias que se desmoronaron, con comercios que cerraron, con docentes que se vendieron, con periodistas que se humillan, con niños que son usados como propaganda y con instituciones, artistas y emprendedores que no pueden elevar sus creaciones sin le piden la escupidera al clericismo.

¿Qué soy anticlericista? Mil veces los reprodujeron los chupan de la teta gubernamental de turno desde hace un poco menos de 20 años; y ya no hace falta responder a eso; pero puedo decirles queridos lectores con lágrimas en los ojos y con sumo sacrificio, que mis hijos tienen un PADRE LIBRE.

*Cool: Modismo latinoamericano adaptado del inglés, “fresco”, para referirse a cosas o personas a la moda o “buena onda”. Otros vocablos parecidos pueden ser chévere, chulo, copado.