Ninguno enamora. La elección es entre el miedo y la bronca. El domingo va a votar una sociedad agobiada no solo por los problemas económicos, sino por un descalabro general en todas sus estructuras vitales. Combinación de deudas, deterioro de la calidad de vida, incertidumbre, pérdida de empleo o empleo precario, salarios que no alcanzan, menos las jubilaciones, escuelas que no educan, salud que ni tiene insumos primarios, convivencia cotidiana con la inseguridad y la violencia.
En ese contexto lo primero que se pierde es la noción de largo plazo, se vive el día a día. Se pierde la serenidad, se actúa con angustia y desesperación, a veces con rabia, otras con resignación. Un día se cree que será posible reencauzar las cosas con esfuerzo, pero al siguiente se cae en el desasosiego de que todo vuele por los aires. Con distintos grados de deterioro, esa sociedad representa hoy a mas de la mitad de la Argentina, es el arquetipo de una profunda reconfiguración que se ha producido en la estructura social, económica y cultural del país. No solo hay una parte de la sociedad desahuciada, sino también otra, que, de una u otra manera logra mantenerse a flote pero con la sensación de navegar sobre una tabla cada vez mas precaria.
La escala de valores dominantes es completamente opuesta a la que hicieron grande a la Argentina. Perdieron vigencia un conjunto de valores y creencias como las ideas de la cultura del esfuerzo, la importancia de estudiar, trabajar, ahorrar, progresar, respetar la ley, cumplir con las obligaciones y respetar al otro. Esa erosión de los valores compartidos ha provocado una fragmentación en la sociedad que se refleja entre otras cosas en la oferta electoral. Cuando el deterioro es tan grande y las cosas que hay que ordenar significan un desafío tan abrumador, la perspectiva de un camino tan largo y empinado suele nublar la vista y genera desaliento. Aparece la tentación del atajo. Los populismos saben como encarnarlo.
En los últimos veinte años han desplegado un fenomenal aparato de propaganda y adoctrinamiento en escuelas, universidades y en todos los estamentos sociales que pudieron, donde las consignas, los eslóganes y las simplificaciones han permeado como dogmas absolutos. Se ha cimentado una idea del gobierno (ya no solo del Estado) como proveedor de todo y han desplegado la idea de “nosotros te damos” los otros “te quitan”.
Desde ya que el argumento es absolutamente falaz, hay millones que ya lo perdieron todo o nunca gozaron de esos derechos, fueron astutos en declamarlos en discursos de ocasión pero inexistentes en la práctica. El “Estado te cuida”, un slogan fuerte es el Estado que da una educación que no educa, ocho de cada diez que se reciben no interpretan un texto, es el Estado que propone una salud donde para conseguir un turno hay que esperar meses. A pesar de que los efectos del populismo son devastadores hay una certeza, cuando fracasa un gobierno no peronista lo hace para siempre, en cambio una administración peronista, cualquiera sea la franquicia, puede destruir una y otra vez al país. No paga los costos.
En parte por eso se puede entender que Massa, el ministro que duplicó la inflación, triplico el valor del dólar, endeudo mas que nadie, generó más de dos millones de nuevos pobres, mentiroso, ubicuo, camaleónico, caradura, corrupto, inescrupuloso, cínico, perverso, adulador, siniestro, pueda tener posibilidades ciertas de ser el próximo presidente.
Hay que reconocerlo, la campaña del ministro-candidato fue híper profesional. Desaparecieron de escena los rancios barones, los multimillonarios oligarcas sindicales, los gerentes de la pobreza, los corruptos sucios, Cristina, Alberto y La Campora, y el vice, Agustín Rossi.
En un prodigio de ciencia ficción Massa avanza no solo sin la sombra de los muertos vivos, sino que amenaza con un apocalipsis si el no gana, un apocalipsis que en rigor ya sucedió, a la vista de todo el mundo, el desastre económico y el deterioro de todas las variables económicas se dieron con el manejo de la botonera que el ejecutó. Una parte de la sociedad que lo puede ungir presidente compró que el dirigente más rapaz de la política nativa, el pícaro number one (como su suegrastra, mama MO), el que se mata de risa de todos, es ahora un líder sereno, conciliador. Massa emergió como candidato ante la presión de los feudos provinciales y del conurbano, más los empresarios amigos (de Narváez, Vila, Manzano, Filiberti, Brito, Urquía y siguen las firmas, esos que Massa dice no tener).
Cristina cedió a la fullería massista en la creencia de que se convertiría en el mariscal de la derrota, imposible ganar con semejantes guarismos económicos, deducían en el entorno de la arquitecta egipcia. Pero la vida da sorpresas, contra los pronósticos y la lógica mas elemental el tigrense no solo no perdió sino que se puede quedar con el premio mayor en esta ruleta demencial. El massismo actualizado es un kirchnerismo sin ideología y el matrimonio Kirchner al lado de los Massa, fueron Heidi. Los Kirchner crearon un relato que para refutarlo había que chequear los hechos falsos, las cifras adulteradas, etc, etc. Massa es más peligroso pero menos desafiante desde el punto de vista intelectual, al contrario de Cristina, es hueco. Dentro de el solo hay voracidad ilimitada, seguramente no rezará la liturgia bolivariana, pero irá por todo desde el primer día.
Al ahora solitario candidato lo volverán a rodear los rancios barones feudales y del conurbano, los oligarcas sindicales, los gerentes de la pobreza, los corruptos de toda estirpe, los empresarios prebendarios. Vendrán a reclamar su parte del botín. Una parte de la sociedad no conecta el sufrimiento propio con los efectos del populismo y la corrupción. Es refractaria a los hechos, los datos, las cifras. El autoengaño sigue funcionando porque el “pueblo” piensa que el ilusionista encontrará el milagro, el atajo para evitar el mal trago. Con Massa que siga el baile, la mediocridad, el estilo mafia. Da pereza cambiar, el camino de la recuperación es demasiado largo y arduo.
Su contrincante guardó la motosierra, simula la voluntad de tender puentes, que antes había dinamitado. La soberbia y la iracundia de sus certezas, muchas disparatadas, habían clavado su techo de votantes: 30%. Con Bullrich y Macri buscó moderación y votos. Los momentos mas humanos de Milei se vieron en el debate, quizás Massa le hizo un favor cuando lo convirtió en algo parecido a una victima. En lugar de redoblar la apuesta, por primera vez, Milei ensayó algo parecido a la humildad, quizás desde esa “debilidad” haya construido un puente a nuevos votantes.
El domingo se devela el enigma, Será el miedo o la bronca los que se impongan en el balotaje. Imposible determinar cuanto habrá de emoción o de racionalidad en el cuarto oscuro, o cuanto pesará lo que un analista llamó el voto anatómico: “algunos votan con el corazón, otros con el estomago, otros más por la bilis, , pocos con el cerebro y muchos por el hígado”. El dilema electoral quedará resuelto. Mientras que los problemas tienen solución, los dilemas tienen costos. Votar a Massa, votar a Milei, anular el voto, votar en blanco, no ir a votar, todos tienen costos. Cada uno elegirá con que costo estará dispuesto a convivir.
El autor de esta columna retomara su publicación habitual en febrero 2024 |