Emanuel José Leurino, tiene 21 años y es de la ciudad de Rafaela. Trabajó como operador desde fines del año 2019 hasta principios del 2020 y terminó por renunciar debido a las condiciones del lugar entre otras anomalías. Además denunció al establecimiento en febrero de este año por servir comida vencida, pésimas condiciones edilicias, intoxicación de los internos y precarización laboral. “En el sector de la despensa caminaban ratones…” advirtió el ex empleado.
Por Emanuel N. Soverchia
El ex empleado comenzó a trabajar en la Casa Juan Pablo II de la Asociación Nazareth de esa localidad, desde el día 30 de diciembre de 2019 hasta la segunda quincena del mes de febrero del 2020. La denuncia la realizó el 19 de febrero pasado pero decidió sacarlo a luz ahora luego de leer nuestros informes publicados sobre la entidad. En una entrevista completísima, Leurino narra con detalles su vivencia dentro de la conocida institución y contó todos los pormenores como testigo directo.
-¿Cuánto tiempo trabajaste en Nazareth de Rafaela y que puesto laboral tenías?
-E.L.: Mi rol o puesto en esa Casa (Juan Pablo II de Nazareth) de Operador Socio-terapéutico, donde me correspondían las funciones la administración de medicación a los internos; llevaba adelante las actividades recreativas que se disponían desde el equipo directivo, cocinar, preparar las viandas que serían consumidas por los internos y un control general de todas las actividades que ellos iban realizando durante el día, porque yo tenía que dejar asentado por escrito en una especie de libro diario todo lo que se iba haciendo en la institución, como también el registro del comportamiento, las actitudes, los pedidos y sus sentimientos y demás.
-Emanuel, tenemos entendido que denunciaste a la Casa rafaelina de la Asociación Nazareth ¿Por qué motivos?
-E.L.: Con respecto a lo laboral pedí auxilio al Ministerio de Trabajo; pero la denuncia la hice en la comisaría de la ciudad de Rafaela. Denuncié a los directivos de Casa Juan Pablo por las condiciones edilicias del local; paredes que se caían a pedazos, puertas y ventanas rotas; colchones podridos, con ácaros, con gusanos. Son condiciones paupérrimas que hacían que el trato a los internos sea contrario a su recuperación; es decir, lo que provocaban estas condiciones del lugar era una frustración constante porque los chicos me manifestaban a mí como operador; que compartía con ellos más de 12 horas por día, su descontento. También los denuncié por la comida que yo me veía obligado a suministrarle a los internos, era comida vencida había lácteos con cuatro meses de vencimiento, comida que se almacenaba en un sector de la despensa, y en ese cuarto caminaban ratones entre medio de los fideos, arroz y la polenta. Las cañerías rotas del baño, donde estaba todo inundado.
-¿Qué otras irregularidades notaste mientras estuviste trabajando en la entidad?
-E.L.: Fíjate hasta donde llegó todo esto… Había uno de los internos, oriundo de Villa María que se quejaba del dolor de panza y hacía una semana que no quería comer, se limitaba a tomar té por la noche, y lo estaban tratando como un simple dolor de panza entonces mezquinaban el hecho de que los operadores llamemos a la ambulancia. Yo una noche luego de 6 o 7 días del malestar que me manifestaba este interno, no soporté más y llamé a la ambulancia. Este interno fue derivado de urgencia al Hospital Jaime Ferré de la ciudad de Rafaela y a punto de padecer una peritonitis; tenía apendicitis. Lo operaron dos horas después de ingresar al Hospital y el médico me dijo a mí en persona, que si no los llamaba le agarraba una peritonitis, que puede ser mortal. Todo esto impedía un correcto tratamiento para los internos. Tapaban todo y ni siquiera dejaban que los operadores llamemos a un servicio médico, cuando uno de los internos se nos descomponía. Después de esa noche, habrán pasado 3 o 4 días y yo me voy de la institución y los denuncio y por otro lado también voy al Ministerio de Trabajo.
-¿Qué hicieron desde la Asociación luego de esa situación?
-E.L.: Cuando denuncio todo esto, acaban por despedirme. Al día siguiente de hacer estas denuncias me llaman desde el equipo directivo y me dicen que ya tenían el dinero que me adeudaban por los casi dos meses trabajo; me dirijo entonces a la Institución, cobro efectivamente y me despiden de palabra; otra contravención a la ley de contrato laboral porque todos sabemos que no podes despedir a un empleado de palabra. Pero así se manejaban en Casa Juan Pablo II.
-¿Cuál era el convenio o contrato para la contratación de tu trabajo en esa entidad?
-E.L.: Cuando me llamaron antes de la fecha de ingreso (30 de diciembre de 2019) como empleado de la institución, lo que prometían desde el equipo directivo era justamente trabajar un mes y en los primeros 10 días del mes siguiente al trabajado íbamos a recibir el sueldo. Mi sueldo promedio era aproximadamente de $14.400.
-¿Cuánto era el sueldo prometido?
-E.L.: Estamos hablando de $100 por hora; ese era el sueldo ofrecido. Resulta que yo empiezo a trabajar. Trabajé todo enero, llegaban los primeros días del mes de febrero y no pagaban. Se hacía el día 8, 9, 10 y no pagaban.
¿Qué hiciste al respecto?
Cuando lo consulto con el equipo directivo, la única respuesta que obtenía era que cuando las obras sociales o que el Estado depositara a la institución lo que correspondía por la estadía de los internos allí, ellos nos iban a depositar a los empleados. Cosa que nunca sucedía, y así nos iban pateando la pelota y nunca nos pagaban. Llegó el día 20 de febrero, y ya habían pasado diez días del día 10 y no me pagaban. Entonces yo pensé que algo raro sucedía. Alguna mala administración de los recursos; y ahí decido no trabajar más, porque no nos estaban pagando.
-¿Eso solo te pasó a vos?
-E.L.: No era algo que me pasaba a mí, en forma particular, sino se producía también con los demás empleados. Entre 6 y 7 operadores que cumplían las mismas funciones que yo, estábamos trabajando todos “en negro” y ninguno percibía el sueldo en tiempo y forma. Sumado a eso, que los empleados se iban retirando, en ese período que yo estuve trabajando, se fueron 3 empleados, justamente por esa misma cuestión. Se iban porque algunos no cobraban desde hacía 4 meses; y otros hasta 6 meses sin percibir el sueldo.
¿Cuál era la jornada laboral en la Casa juan Pablo II de Nazareth?
-E.L.: La jornada laboral en la casa Juan Pablo II no era de 8 horas, como lo dicta la ley de contratos. La jornada laboral era de un mínimo de 12 horas, que es a que yo realizaba normalmente y algunos días me quedaba hasta 14 horas. Por otra parte, los sábados y domingos, como así también los feriados, se trabajaba igual, y no se pagaban horas extras. Es decir, te prometían pagar por las horas trabajadas, incluso en días no hábiles $ 100; pero al final nunca los pagaban tampoco.
-Contanos de que se trata del famoso “Voluntariado” que deben firmar al momento de ser contratados los empleados en Nazareth.
-E.L.: Al momento de ingresar a la institución, el equipo directivo los empleados les hacía firmar un “Voluntariado”. Nunca les firmé el famoso «Acta de Voluntariado». Los artículos de ese acta de voluntariado decía textual y expresamente vos estabas cumpliendo tareas en la institución de forma ad honorem, de forma voluntaria, lo cual era una falaz mentira. Y también otro de los artículos decía que la institución podía prescindir tus servicios cuando lo consideren necesario; un mecanismo dispuesto para burlar la ley de contrato de trabajo.
¿Qué respuestas obtuviste del Ministerio de Trabajo y de la Comisaría a la hora de denunciar?
-E.L.: Con respecto a la denuncia en la comisaría en ningún momento fiscalía se comunicó conmigo, por lo tanto no sé en que quedó esa denuncia. Fiscalía de Rafaela brilló por su ausencia. Y en relación a la demanda que le hice en el Ministerio de Trabajo, allí se comportaron bien. Un abogado de oficio presente en el Ministerio me ayudó a confeccionar el telegrama (Carta documento), que luego mando a Casa Juan Pablo II intimándolos para que me registren como empleado de la Institución, o en el caso que ellos que consideren justo mi despido me lo informen mediante telegrama y que me paguen la indemnización correspondiente por todo lo trabajado.
-¿Cómo respondió Nazareth ante tu carta documento?
-E.L.: Cuando enviamos ese telegrama (Carta documento) me responden con una carta documento desde Casa Central de Cañada de Gómez, que lo firmó Alejandro Paz; y como era de esperar, allí me dicen que yo nunca trabajé para ellos, que lo que hice fue una mera pasantía, una observación de las tareas que allí se realizaban para que luego el equipo directivo pueda decidir si yo empezaba o no como empleado, lo que realmente no fue así. Después de esa contestación de Alejandro Paz, les envío otro telegrama, obviamente negando respuesta que ellos me dieron y luego no obtuve una segunda respuesta.
-¿Cómo te sentís con todo esto? ¿Qué pensás de Nazareth?
-E.L.: Es difícil la pregunta, porque para ser sincero yo al momento de asistir a la entrevista laboral, y esto remontándome a fines del año 2019; nunca jamás pensé que una Institución que pregona propósitos tan loables como trabajar por la recuperación de personas que transitan por problemas de adicciones, que realmente contribuirían al desarrollo de la sociedad en su conjunto y de los más débiles, que se comporten de esta manera. No me lo esperaba de ellos. No lo pude soportar y yo sentía que no podía dejarlo pasar. Sinceramente sentí que algo tenía que hacer, y de allí denunciarlo para que algo cambie. Pero en vista de la incapacidad de algunos funcionarios y de la inacción de los organismos (estatales), esto, lamentablemente, quedó en la nada, y la institución sigue funcionando; y lomas triste es que sigue funcionando en pésima condiciones. Los chicos de esa institución se fugaban, cuando yo estuve trabajando se fugaron 4 personas, porque no soportaban el mal trato (malas condiciones).
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