MILEI ¿PRÓXIMO PRESIDENTE?
Por José Mayero
Un periodista local, de clara adhesión K, pero algo ofuscado con la gestión de Fernández, una mañana en radio dijo “después aparecen los que hablan de la casta y quieren incendiar todo, bueno, ya saben a quién me refiero”. Claramente se trataba de Milei. ¿Un hecho disruptivo, un outsider, encarna la derecha más reaccionaria, un personaje mediático con propuestas inaplicables? Milei no para de crecer. Más allá del aspecto frívolo de la discusión sobre si la donación del sueldo que todos los meses le paga el Estado se trata de un acto populista, por más que haya sido una promesa de campaña, lo cierto es que, premeditado o no, se convirtió en una eficaz estratégica para instalarse. Lo más costoso y complejo para un político es hacerse conocido e instalarse. Con esa estrategia y a un costo bajísimo (el importe del sueldo donado todos los meses, en términos publicitarios para instalar una candidatura son monedas) Milei ya superó los dos millones y medio de suscriptos y logró una notable repercusión mediática en cada sorteo. Si se quiere, ese dato es de color, el trasfondo es otro.
Milei es un economista con sólida formación académica de vasta trayectoria, postgrados, libros escritos, centenares de artículos que incursionó en la política, bajo las reglas del sistema. Su partido en la última elección fue la tercera fuerza en el distrito donde se presentó, en base a una fórmula que combina lo nuevo –fue su debut electoral- con una propuesta económica atractiva ante el desencanto general y un discurso disruptivo que mezcla verdades con agravios. A modo de carta de presentación afirmó que “jamás te voy a subir impuestos, ni crearlos, jamás voy a ir contra tu libertad y contra tu propiedad, con esas cuatro cositas la casta política queda afuera”. Sus detractores, cuando se refiere a “casta política” lo ubican en la “antipolitica”. Sin embargo no es el sentimiento de una mayoría de la población y Milei lo sintoniza con precisión.
Veamos un ejemplo: durante la pandemia todos los ciudadanos debieron ajustarse, restringirse, etc, sin embargo, la “casta política” desde el más encumbrado dirigente (el Presidente) hasta el último de los concejales o funcionarios del poblado más pequeño (los concejales y funcionarios locales, por ejemplo), no resignaron nada. Algunos analistas políticos señalan que Milei “encarna un liberalismo de derecha que no existía en Argentina. En él resuenan algunas cosas de las derechas alternativas globales por su reivindicación de Trump, su vínculo con Bolsonaro y con Vox en España. Emerge como un outsider, un personaje excéntrico, estéticamente en las antípodas de los viejos liberales argentinos. Estar en las antípodas de la izquierda lo llevó más de una vez a exacerbarse contra ese sector, como cuando cerraba sus discursos vociferando “zurdos de mierda”.
Algunas críticas vinieron del mismo liberalismo, un dirigente respetado como López Murphy dijo “yo recuerdo cuando el kirchnerismo escupía los retratos de los opositores o cuando hacían referencias zoológicas, entonces uno era una rata y el otro un carancho. Me parece que para derrotar al kirchnerismo que es una cultura que instaló estas practicas, no hay que hacer kirchnerismo inverso. Lo que hizo Milei es muy parecido, es kirchnerismo inverso”. El ideal de sociedad para Milei es el anarcocapitalismo. Una corriente filosófica que considera que la sociedad debe estar organizada sin la intervención del Estado, defendiendo la propiedad privada y el propio sector privado debe encargarse de prestar hasta los servicios básicos. El anarcocapitalismo es una rama del liberalismo, sin embargo el liberalismo aboga por una presencia del Estado en cuestiones como la seguridad, justicia, sanidad, control del dinero.
A poco de cumplir 40 años de democracia, los postulados “con la democracia se come, se educa, se cura” nunca se llegaron a cumplir. 40% de pobreza estructural, la educación pública no deja de caer y la salud pública se desliza en un tobogán interminable. Como contrapartida la “casta política” llena de privilegios. Por ejemplo Cristina Kirchner cobra una jubilación que supera los tres millones de pesos mensuales, mientras el 80% de los que aportaron toda su vida cobran la mínima de treinta y dos mil pesos.
Un par más de ejemplos, la “casta política” pondera la salud pública pero se atienden en el Otamendi o en el Austral, dos de los más costosos sanatorios privados. Mandan a sus hijos a la escuela privada y no se mueven en transporte público. La “casta política” más ocupada en su interés personal que en el interés por los demás. Hay mucha gente cansada, harta de la mayoría de los políticos, lo que reina es el pesimismo de hoy y por lo que viene. La falta de expectativas puede ir hacia la frustración, al que se “vayan todos” o hacia algo nuevo. En ese contexto Milei no deja de crecer. Junta votos no solo en las clases altas, sino también en la clase media y en sectores bajos. En particular, en sectores jóvenes que no piensan en las démodée categorías derecha-izquierda, sino en lo opuesto a los que hablan y no los ayudan a mejorar su calidad de vida. Sin otro recurso (en términos económicos) que el sorteo de un sueldo mensual, con charlas personales, sin estructura, Milei pesca en las peceras de Juntos y de Todos. Hay encuestas que midiendo la diferencia entre imagen negativa y positiva, lo ubican primero a nivel nacional, mientras que los principales candidatos, todos, aparecen con más imagen negativa que positiva.
El tiempo dirá si ese diferencial positivo en Milei se refleja en votos y se consolida como una nueva fuerza política o es solo una tormenta de verano.