Mientras a nivel nacional una oposición corrida cada vez más hacia la ultraderecha incendia las calles y hasta agita el fantasma del golpe, a nivel regional los principales referentes políticos ni siquiera se ponen de acuerdo para coordinar acciones en el Comité departamental. Mientras tanto se acerca otro fantasma: el del colapso del sistema sanitario con record de contagios y muertes por Covid.
Por Mario A. Chiappino
Periodista
Al cierre de esta edición el país tenía otro record de contagios y de muertos por el Covid, la provincia analizaba más restricciones por temor al colapso del sistema sanitario y nuestra ciudad –que se había mantenido casi inmaculada e intacta de casos- se sumaba al crecimiento imparable de enfermos sintomáticos y asintomáticos en la región.
El relativo “éxito” de los primeros meses de la cuarentena parece haberse desmadrado en medio de las presiones por la apertura, las acciones de los anticuarentena, la crisis económica y el cansancio de la mayoría de las personas luego de casi seis meses de restricciones. Pero además de las consecuencias lógicas de una situación traumática y estresante, similar a lo que ocurre en casi todo el planeta, en Argentina hay una especie de locura colectiva que se expresa en la sociedad, fogoneada por dirigentes políticos que lejos de tener posiciones superadoras o al menos distintas a las del gobierno, lo único que hacen es intentar prender fuego a todo: al congreso, a las decisiones políticas, a la vida cotidiana.
En este contexto hace pocos días reapareció el ex presidente Eduardo Duhalde hablando ni más ni menos que de un golpe de estado militar que impediría las elecciones del año próximo. Y aunque luego salió a decir que no sabía que le había pasado, que fue una especie de delirio momentáneo, la fatídica frase sobrevoló por todos los medios y hasta obligó a la propia cúpula militar a salir a desmentirlo.
Pocos días después fue la inefable Lilita Carrió quien volvió a mencionar la palabra golpe, pero esta vez para acusarlo al presidente de la Cámara de Diputados Sergio Massa de golpista institucional, porque había intentado sesionar de manera mixta –presencial y virtual- con la oposición del bloque de Cambiemos que se negaba a hacerlo a la distancia. El capricho y el show montado por los mismos dirigentes que no tienen problemas en sesionar de este modo en el senado de la Nación o en la legislatura de la ciudad de Buenos Aires –por poner sólo dos ejemplos- se expresó dentro y fuera de la Cámara de diputados con escenas de violencia encabezadas por el actor cómico Alfredo Casero, a la sazón flamante líder de la agrupación “no sé de qué se trata pero estoy totalmente en contra”.
Y es que para un sector radicalizado de la oposición, conducido más por la corporación mediática que por su líder en el exilio futbolero reposeríl de Francia, cualquier tema –empezando por la pandemia y la llamada “cuarentena más larga del mundo”- es útil para expresar la bronca y el odio en las calles, sin distancia y sin barbijo.
Como dijera otro cómico –Sebastián Fernández- “la oposición es una indignación en busca de una causa”. Y así puede ser la cuarentena, Vicentín, el impuesto a la riqueza, la reforma judicial, las sesiones virtuales, el terraplanismo o la vida en Marte. Lo cierto es que con una irresponsabilidad absoluta aprovechan el hastío de la gente -frente a una situación que nos supera y desborda a todos- para lanzarla a la calle a descargar su bronca, capitalizándola políticamente para desgastar al gobierno.
Esto no quiere decir que el gobierno nacional no haya cometido errores. De hecho se pueden cuestionar muchos aspectos en el manejo de la pandemia y la falta de resolución de los enormes problemas económicos derivados de ella. Y también de otros temas políticos y sociales, y aún de medidas y decisiones como la frustrada expropiación de Vicentín o la reforma de la justicia federal, o las fluctuaciones en los casos de las tomas de tierras o la desaparición seguida de muerte de Facundo Astudillo Castro.
Pero lo que se espera de los dirigentes políticos es que tengan propuestas alternativas, que las lleven y debatan en el Congreso, que mejoren la democracia y no que le prendan fuego a todo azuzando el fantasma del golpe.
La ilusoria imagen de unidad que ubicaba a Alberto Fernández junto a Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof se fue desmoronando conferencia tras conferencia, hasta que optaron por hablar separado.
El departamento Iriondo: pionero
En esto último, nuestra región fue una adelantada. Desde el comienzo de la pandemia y la cuarentena, el gobernador encomendó a los 19 senadores que cada uno armara en su departamento un comité conformado por todos los intendentes y presidentes de comuna. Esto serviría para coordinar todas las acciones regionales para prevenir la llegada del covid a través de los diferentes protocolos, además de equipar y mejorar el sistema sanitario.
El flamante organismo pasó a ser el escenario de la disputa política entre el senador Hugo Rasetto y la intendenta cañadense Stella Clérici, quien asistió a la primera reunión virtual y a los pocos minutos dejó en su lugar a un empleado municipal. En un claro gesto de ninguneo del ente conducido por Rasetto, Clérici no adhirió a ninguna de sus acciones conjuntas, no permitió el uso del nombre ni el logo del municipio cañadense en los comunicados oficiales conjuntos y evitó que el organismo realice actos oficiales en la ciudad. Pero la gota que rebalsó el vaso, fue cuando intentó que su marido Fabián Speca fuera su representante en ese comité, lo que generó el enojo de Rasetto y de algunos otros presidentes comunales. Lo cierto es que lejos de guardar cualquier forma el senador primero les hizo silenciar el micrófono a los representantes cañadenses y luego los sacó de la reunión virtual. Desde entonces el Comité departamental funciona sin la presencia de la municipalidad de Cañada de Gómez, pese a la necesidad cada vez más cercana de poner en marcha la coordinación de todos los recursos regionales frente a la posibilidad de un desborde sanitario.
El segundo día del mes de septiembre se conoció la noticia de que Patricia Bulrrich, líder de la oposición y principal impulsora y participante de las marchas antitodo, había dado positivo de covid.
Ese mismo día, el informe oficial de la provincia confirmaba que la presidenta del Concejo Municipal de Cañada de Gómez, Carina Mozzoni, se transformaba en la primera funcionaria de la región que contraía el virus. La noticia generó el aislamiento preventivo y la realización de hisopados de todos los concejales y sus familias sin distinción: desde el libertario bolsonarista Franco Mazzoli hasta el populista clericista Díaz Patrón, pasando por los radicales todocambistas Chale y Travaglino.
Tal vez sea una señal de la gravedad de un virus que no perdona condición, ideología, pensamiento político o funciones. Y que nos interpela para que todos cumplamos nuestras obligaciones con conciencia y responsabilidad, y que dejemos de jugar con fuego.