La derrota en una elección distrital sorprendió por la contundencia. Las variables para explicarla se superponen. Por lo menos hasta ahora, al momento de escribir esta nota (martes), del lado del oficialismo la mayor responsabilidad la ponían en el armado de listas y en particular en un nombre, Sebastián Pareja, que ejecutó la estrategia política de “el jefe” y los Menen. Ahora bien, reducir la paliza electoral a eso, es un reduccionismo. Obvio, hay razones políticas, pero hubo un mensaje que interpela el corazón del modelo económico. El oficialismo sigue grogui, va ser determinante que apenas se recupere analice detenidamente el núcleo del problema.
Séneca decía que no se puede curar bien la enfermedad sin tener presente al enfermo. Concentrado en la planillas de Excel y en los libros de la escuela de economía austríaca, que dicho sea de paso, son modelos económicos para la academia, en ningún país se han aplicado, sin tener en cuenta las devastadoras secuelas en la economía real (recesión, altas tasas de interés, enfriamiento, desocupación) y sin plantearse una reconversión planificada de los damnificados (un obrero textil que pierde su trabajo en el conurbano no se convierte en minero al día siguiente), y como si eso fuera poco, ufanarse del ajuste levantando como estandarte que es el Gobierno que hizo el mayor ajuste de la historia, es en el sentido mejor pensado, un error de calculo político. Lo expresó uno de los funcionarios más sensatos, Guillermo Francos después de la elección “los beneficios de la macro no llegan a la gente”. Uno de los candidatos se sinceró, también después de la elección, dijo Bondarenko “a mi mama no le alcanza la jubilación”.
Creyeron que habían ganado la batalla cultural, despreciaban cualquier clase de gradualismo, había que hacerlo rápido y a los puñetazos. Tengamos superávit, lo demás no importa. La obra pública, las pymes, la industria, los jubilados, las universidades, los discapacitados, el Garraham y siguen las firmas, padecieron las consecuencias de esa desaprensión. Volviendo a Séneca, mientras los médicos eruditos discutían la enfermedad, el paciente se les moría en el quirófano. Según datos de la consultora de Damian Di Pace, especialista en consumo y mercados, 20% de los hogares debe prestamos personales, 42% de los hogares les debe a familiares y amigos, 25% de los hogares debe impuestos, 8% de los hogares debe servicios. Es exponencial el crecimiento de la deuda no bancaria en los hogares de clase media, promedios por hogar: $ 2219944 en prestamos personales, $ 1015845 en prestamos a familiares y amigos, $ 824039 en expensas, $ 862606 en impuestos, $ 564348 en servicios.
En términos interanuales se duplicó la morosidad en las tarjetas de crédito. La falta de empatía, el no reconocimiento de las angustias concretas que provocaban, siguiendo en la temática medica y utilizando una frase de su admirado Carlos Menen, la “cirugía mayor sin anestesia”, y, agregado a eso que un grupo se reía del dolor como una señal de que “estamos en el buen rumbo”, creer que ese espíritu sacrificial no llegaría al palacio, fue, también, en el mejor de los sentidos, otro error de cálculo político. La búsqueda del equilibrio fiscal y la baja de la inflación es aquí, y en cualquier parte del planeta condición indispensable, pero no suficiente. Un objetivo virtuosos, siempre y cuando la cirugía no se haga sin planificación y sin anestesia. Creer que la sociedad iba a estar eternamente agradecida por la baja inflacionaria, fue, también, en el mejor de los sentidos, otro erro de cálculo político.
Lejos de generar una narrativa que acompañe el dolor, compre tiempo, paciencia y contenga a la población, los libertarios se dedicaron a agredir, ningunear, humillar, no solo a disidentes sino a muchos dispuestos a acompañar Desde ya eso galvaniza la tropa propia, el ejercito de trolls y la caterva de tuiteros con el Gordo Dan a la cabeza. Pero hay un sector, si se quiere “una tercera Argentina” laica, republicana, reformista, sobria, racional, adulta, educada, los que en resumen el mileísmo descalificó como “ñoños republicanos”, “viejos meados”. Son los que no fueron a votar, son el no peronismo que no tuvo representación, como lo expresó el cineasta Juan José Campanella, “nadie me representa, pertenezco al instituto paria”. Porque en rigor, voto más, voto menos, el peronismo estuvo en su media histórica, mientras que Milei retuvo solo el 53% de los votos de la última elección. Mucha gente se quedó en la casa enojada, ofuscada,o hinchada, con las formas de Milei, porque la plata no le alcanza, o con la presunta corrupción con los discapacitados. La elección también puso en blanco sobre negro otro tema: creer que porque cientos de miles de seguidores en las redes lo alientan, “bravo león”, que el ajuste puede ser cruel sin tener consensos y que el encumbramiento del outsider es un hecho irreductible de la revolución tecnológica, que se puede vender la piel del oso antes de cazarlo, fue, en el mejor de los sentidos, otro error de cálculo político. Nadie tiene la vaca atada, hoy te pongo, mañana te saco, asi es en una democracia. Y no hay disruptivo o outsider que valga.
Le quiso poner un clavo al cajón del kirchnerismo y terminó poniéndose un clavo en el pie al nacionalizar unos comicios distritales. Al kirchnerismo o peronismo con la franquicia que surja, con un claro ganador, Kicillof, le dio un shock de adrenalina vital.
Si el camino es profundizar el esquema actual o convalidar lo que surge en los posteos de los sectores mas radicalizados del mileismo, “negros de mierda”, “les gusta cagar en un balde”, “simios” y demás lindeses por el estilo, la paliza en octubre será mayor y los clavos se los pondrán en el propio cajón. Alguien dijo alguna vez, que el verdadero error es aquel del que no aprendemos nada. Del lado de la economía las noticas no son las mejores. Es imperativo tengan la templanza, la cordura, de hacer el diagnostico justo, de encontrar las bases de sustentación política. No es por el camino recorrido hasta ahora.