La frecuencia y la duración de las relaciones sexuales pueden generar roces y malentendidos en la pareja. Esto se debe a factores orgánicos, psicológicos o emocionales, o una combinación de ellos. Entre estos están el cansancio, el estrés, preocupaciones familiares o laborales que conllevan problemas que afectan todos los aspectos de la relación sexual y otros más.
Estas y otras circunstancias, como las diferentes etapas por las que pasa una relación, modifican los hábitos sexuales de las personas, haciendo que en muchas ocasiones digamos un rotundo ‘No’ a la propuesta sexual que nos ofrece nuestra pareja. Esto en muchos casos genera discusión o conduce a conclusiones erróneas como ¡ya no te gusto!, ¡tienes a otra persona!, ¡estuviste con alguien más!
La mayor parte de los casos no es atribuible a factores biológicos, sino al aburrimiento del erotismo que frecuentemente se desarrolla en el matrimonio o en la unión consensual. En estos casos es común y corriente que lo que antes fue pasión desbordada, devenga ahora en un ritual monótono. Ante escenarios como éste es muy necesaria “la comunicación”. Es el factor clave en cualquier relación para superar cualquier tipo de dificultad; la disritmia sexual no es la excepción.
Interpretación positiva
El hecho que tu pareja no tenga las mismas ganas de sexo que vos, no significa que represente falta de amor. Te sugiero que alejes los pensamientos negativos, trabajes tu autoestima y colabores para que tu pareja también lo haga.
Es necesario hacer una pausa. Esto ayudará a que la relación se oxigene. Ninguno de los dos es una máquina sexual que jamás se cansará: sufren problemas y tienen preocupaciones. Tómense el tiempo para conversar y brindarse posibles soluciones.
Es probable que la relación caiga en la rutina; es importante ser novedoso/a, creativo/a y que ambos sientan deseo por estar juntos.
Una buena alimentación, un óptimo descanso y el ejercicio constante son clave para mantener una mente libre, un cuerpo sano y una felicidad sexual dispuesta a compartirse con intensidad.
Pero, si ninguna de estas recomendaciones resuelve el problema, la otra alternativa es acudir juntos a una terapia sexual para limar esas asperezas que no dejan disfrutar de una sexualidad plena. Es importante determinar el origen de la disritmia y si existe alguna otra alteración en la respuesta sexual. Si se trata de una causa orgánica se la atiende con un profesional competente y se combina con ejercicios de terapia sexual.
La terapia puede ser individual o de pareja y trae los siguientes beneficios: Identificación de virtudes personales y de la pareja. Disminución de culpas y recriminaciones. Reconocimiento de la responsabilidad. Delimitación de gustos y formas de contacto erótico y no erótico. Exploración personal y de pareja desde lo físico y afectivo. Creación de compromisos efectivos sobre cada acto personal y de contribución al bienestar de la pareja. Resolución, desarticulación y dimensión adecuada de conflictos. Prevención de conflictos. Recuperación de la confianza mutua. Construcción y reconstrucción de objetivos eróticos y no eróticos. Atención a otras disfunciones, ya sean causa o efecto de la falta de deseo sexual.
Karina, A. Muñoz – Contacto: karymunoz2015@gmail.com
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