¿Retenciones otra vez? ¡Qué sorpresón! Un giro completamente inesperado del guion económico argentino porque, claro, nadie imaginaría que un gobierno libertario terminaría cobrando impuestos y el campo vuelve a tributar por exportar.
Y no cualquier tributo, uno que pesa, irrita y revive los fantasmas del conflicto del 2008. Pero tranquilos, que Milei prometió que las va a eliminar… algún día… cuando sea Presidente en el multiverso, en ese universo paralelo donde la inflación no existe y los billetes se imprimen solos, sin Estado.
Y ahí aparece la postal que nos conmueve. Alfredo De Angeli, aquel héroe rural que inspiraba marchas con bombos y tractores, hoy convertido en senador, con los dientes nuevos y traje de alpaca que ni el Señor de los Anillos se animó a usar. Pasó de cortar rutas a cortar conversaciones cada vez que alguien menciona “retenciones”. Se ha vuelto más funcionario que militante, más parlamentario que combativo. ¿Y Atilio? ¿El del discurso encendido y la mística agraria? Quizás ahora cultiva lavanda en una huerta agroecológica, buscando la paz interior lejos de las commodities y mercado de Chicago.
Del otro lado del campo literal y metafóricamente hablando, los dirigentes rurales que antes hacían temblar ministerios con una carpa frente al Congreso, ahora tienden carpas en exposiciones… pero para ferias de empanadas. Cambiaron los reclamos por sorteos de productos regionales. ¿Se olvidaron cómo cortar rutas? ¿O los tractores ya vienen con GPS directo al Senado, donde el activismo se negocia en pasillos alfombrados?
No puedo dejar de mencionar a mi gran amigo y prestigioso Aero fumigador, el legendario y casi mitológico “Varón Richthofen Colotti” (el pelado). Líder agrario, voz en las radios rurales, abanderado de la causa chacarera. Hoy, más ausente que la inflación de un dígito. Se ha vuelto prócer del silencio, refugiado en alguna estancia secreta lejos de los gritos de los productores, de las alícuotas del 33% y del peso de la renta presunta. Nadie sabe si se jubiló o si está esperando que vuelva el 1 a 1.
Mientras tanto, las entidades rurales como la Federación Agraria y la Sociedad Rural parecen haber cursado un máster en diplomacia sueca. Se reúnen, conversan, “manifiestan preocupación” … pero el maíz sigue tributando como si fuera oro, y los productores sienten que los están exprimiendo como a limones en época de verano. Se pasó de la épica agraria a los comunicados institucionales. Del tractorazo a los Zooms.
Y sí, probablemente muchos votaron a Milei con la esperanza de ver al mercado libre galopando por las pampas, con los dólares brotando como la leche del tambo. Pero resulta que lo único que fluye con entusiasmo es la AFIP, que nunca se jubila, ni en este universo ni en el paralelo.
En resumen: retenciones hay, protestas no. Senadores hay, tractores no. Lo que sí abunda es el silencio… y los trajes de alpaca. Y un país que se pregunta: ¿el campo cambió… o simplemente se cansó de poner el cuerpo en la ruta?
La paradoja está servida: Milei retiene y el campo no corta. ¿Será por afinidad ideológica, por expectativas que aún respiran, o por temor a perder capital político? La protesta rural, siempre impredecible, hoy parece dormida. Pero en Argentina, los ciclos no mueren: mutan, hibernan, y cuando menos lo esperamos, renacen con una furia que ni los eucaliptos pueden frenar. Tal vez la próxima sequía no sea climática… sino política. Hagan lío dijo Francisco.