La escalada de tensiones comerciales entre China y Estados Unidos ha alcanzado un nuevo punto crítico con la reciente declaración del gobierno chino, reafirmando su postura de no ceder ante las presiones de Washington.
Por Juan A. Frey
Desde el inicio del segundo mandato de Donald Trump en enero de 2025, su administración ha intensificado la política de aranceles contra el gigante asiático, lo que ha generado una respuesta contundente por parte de Pekín. Este choque de posiciones no solo afecta a los dos países involucrados, sino que también tiene un impacto profundo en los mercados globales y la estabilidad económica internacional.
Las disputas comerciales entre ambas potencias no son nuevas. Desde el 2018, cuando Trump inició su primera presidencia, la guerra comercial entre EE.UU. y China ha estado marcada por la imposición de aranceles recíprocos, restricciones tecnológicas y sanciones económicas. En aquel entonces, Washington justificó sus medidas alegando prácticas desleales por parte de China, incluyendo el robo de propiedad intelectual y subsidios estatales a empresas nacionales. En respuesta, Pekín acusó a EE.UU. de utilizar su influencia global para restringir el crecimiento de China como potencia económica, argumentando que las restricciones impuestas eran una forma de contención geopolítica más que una medida justa de competencia.
Sin embargo, la situación se ha recrudecido en los últimos meses. En abril de 2025, Trump ordenó un aumento del 104% en los aranceles sobre productos chinos, lo que provocó una respuesta inmediata de Pekín, que elevó sus propios gravámenes hasta el 125%. Este intercambio de represalias ha afectado gravemente a sectores clave como la tecnología, la agricultura y la manufactura, generando incertidumbre en los mercados globales. Empresas multinacionales que dependen del comercio entre ambas potencias han comenzado a buscar alternativas, incluyendo la diversificación de sus proveedores y el traslado de sus fábricas a otros países del sudeste asiático.
El gobierno chino ha dejado claro que no cederá ante lo que considera una estrategia de «acoso económico» por parte de Trump. En un video publicado en redes sociales por el Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Pekín denunció la política arancelaria de EE.UU. y exhortó a la comunidad internacional a no sucumbir ante lo que calificó como un “matón global”. La retórica empleada por Pekín ha sido calculada para fortalecer su imagen como una potencia resistente y determinada a proteger sus intereses nacionales.
El mensaje, con un tono poético y dramático, enfatiza la resistencia de China frente a las presiones externas: “Cederle la mano a un abusador es como beber veneno para saciar la sed; solo agrava la crisis”. Además, el video destaca que “China se mantendrá firme, por muy fuerte que sople el viento”, reforzando la idea de que el país no se doblegará ante las medidas de Washington. Esta estrategia comunicacional busca no solo reafirmar la posición de Pekín, sino también generar apoyo dentro del país y reforzar el nacionalismo económico.
La comunidad internacional observa con cautela esta escalada de tensiones. Mientras algunos países han expresado su preocupación por el impacto en el comercio global, otros han instado a ambas partes a buscar una solución diplomática. En este sentido, el gobierno chino ha señalado que está evaluando la posibilidad de entablar negociaciones con EE.UU., aunque ha dejado claro que cualquier diálogo debe basarse en la eliminación de los aranceles unilaterales. Algunos analistas sostienen que una mediación internacional, posiblemente a través de la Organización Mundial del Comercio, podría ayudar a encontrar un punto de encuentro entre ambas potencias.
Por su parte, Trump ha afirmado que su administración está abierta a negociaciones, pero ha insistido en que China debe modificar sus prácticas comerciales antes de que se pueda alcanzar un acuerdo. Sin embargo, Pekín ha rechazado cualquier intento de presión, advirtiendo que “decir una cosa y hacer otra, o incluso coaccionar y chantajear con el pretexto de negociar, no funcionará con China”. Este impasse ha llevado a especulaciones sobre posibles medidas adicionales por parte de Washington, incluyendo la imposición de restricciones más severas a las inversiones chinas en EE.UU.
Este conflicto comercial ha generado repercusiones en los mercados internacionales.Las bolsas de Japón y varios mercados europeos han cerrado en baja, mientras que Wall Street ha experimentado varias jornadas de volatilidad. Empresas de tecnología, que dependen de los semiconductores y otros componentes manufacturados en China, han expresado su preocupación por un posible impacto en la producción. La incertidumbre sobre el futuro de las relaciones comerciales entre ambas potencias persiste, y el impacto de esta disputa podría extenderse más allá de sus fronteras, afectando la economía global.
Por ahora, este conflicto comercial entre China y EE.UU. sigue sin una solución clara a la vista. Mientras Trump endurece su postura con nuevos aranceles, China responde con firmeza, reafirmando su soberanía y resistencia. La pregunta clave es: ¿hasta dónde llegará esta guerra comercial antes de que ambas partes decidan sentarse a negociar en términos equitativos? Por en momento, el mundo observa y espera, consciente de que cualquier desenlace tendrá profundas repercusiones en el sistema económico global y su equilibrio.
Esta situación entre China y Estados Unidos, no solo tiene implicancias económicas, sino que también responde a una dinámica geopolítica que define el equilibrio de poder a nivel mundial. La disputa arancelaria se inscribe dentro de un contexto mucho más amplio que la rivalidad estratégica entre ambas potencias, que abarca aspectos tecnológicos, militares y diplomáticos.
China ve las acciones de Washington como un intento de frenar su ascenso en el orden global y consolidar la hegemonía estadounidense. Desde la perspectiva de Pekín, las restricciones comerciales no son solo una medida económica, sino una herramienta de contención geopolítica diseñada para evitar que China se convierta en la mayor potencia económica y tecnológica del siglo XXI. Este enfrentamiento se extiende al ámbito militar, con crecientes tensiones en el Indo-Pacífico y en torno a Taiwán, donde el gobierno chino ha intensificado su presencia como respuesta a los acuerdos de defensa entre EE.UU. y sus aliados regionales.
Referencias:
3.- China abre la puerta al diálogo comercial con EE. UU. tras tensiones arancelarias – El País