Uno de los temas más importantes en este año 2022 y que afecta directamente el bolsillo de las familias tiene que ver con la suba de las tarifas, es decir, con el precio que pagamos por el consumo de luz, gas y agua en nuestros hogares. No es la intención de esta nota detenerse en las consecuencias del recurrente atraso de las tarifas o su impacto en la macroeconomía, sino más bien pensar propuestas para aliviar el impacto de las subas que están por venir. Puntualmente, ¿la Gestión Clérici será nuevamente socia del tarifazo? ¿No tiene el Municipio de Cañada margen para aliviar la presión tributaria que ejerce en lo que se cobra de luz, gas y agua?
Por Juan Cruz Varvello
Lic. en Economía
Como cualquier vecino podrá notar al tomar una factura de luz, agua o gas, una parte del total abonado corresponde a la prestación del servicio y otra parte al pago de impuestos, tributos y otras leyes. Para ponerlo en números, en la factura de luz se detalla que $25 de cada $100 que pagamos se lo llevan los gobiernos (nacional, provincial y municipal) y en la boleta de gas $28 de cada $100 que abonamos. De esta recaudación, una parte (no menor) son ingresos para la Gestión Clérici.
En números, de la factura de luz el municipio recauda aproximadamente 5% por la Ley N°7797, monto al que habría que añadirle otros tributos municipales como el DREI y los Derechos de Ocupación de Espacio Público que no están detallados en la factura pero que probablemente recaigan sobre los consumidores.
Cabe mencionar que en la boleta de luz pagamos adicionalmente la cuota de alumbrado público, dado que en la Tasa Municipal (TGIU) se abonan los costos operativos de este servicio brindados por el municipio. En algún momento la tasa recaudaba el total del servicio hasta que los municipios dejaron de depositarle el costo de la luz a la E.P.E. Por su parte, del pago de la factura de gas el municipio recauda 4,15% en Derechos de Ocupación y 3% de DREI, es decir, $7 de cada $100.
Por otra parte, la carga tributaria que ejerce el municipio sobre los servicios básicos del hogar es mayor a la que ejerce sobre otras actividades económicas. Desde este punto de vista, es probable que la recaudación municipal no sea neutral ante la suba de tarifas. Esto significa que por cada peso que los hogares destinen al pago de luz, agua o gas el municipio terminará recaudando más debido a la carga tributaria local.
El municipio grava muchas actividades a través del DREI, recaudando un porcentaje de las ventas por este concepto. Sin embargo, sobre los servicios públicos pesan, además, otros tributos locales como los Derechos de Ocupación de Espacio Público. Este pago asciende a 7% de los Ingresos Brutos de las empresas prestatarias de los servicios con motivo de la utilización y/u ocupación del suelo, subsuelo, y/o espacio aéreo de “Dominio Público Municipal” (Art.54° del Código Tributario Municipal).
A pesar de lo comentado en los párrafos anteriores, seguramente el municipio local vuelva a mirar para otro lado ya que este tipo de planteos no están dentro de su caja de herramientas de gestión. Prefiere tratar de sostener los niveles de gasto público municipal, asignando arbitrariamente partidas, a dejarle el dinero en el bolsillo a la gente para que puedan atender sus necesidades, por cierto, cada vez más apremiantes por la aceleración de la inflación. Según INDEC, los alimentos subieron en promedio 6,2% mensual (más de 100% anualizado) y con los precios regulados todavía retenidos.
Cuando nadie quiere asumir los esfuerzos, pasándose la pelota unos a otros, los platos rotos lo terminan pagando aquellos que corren con desventaja. Si queremos tener resultados distintos y mejores, tenemos que empezar por pensar y actuar de manera diferente.