El texto que a continuación vas a leer es parte de una serie de capítulos del libro “¿Víctima o victimario?” de mi autoría, donde me centro en exponer, analizar en profundidad y con una sana crítica una ciencia llamada Victimología, donde se conjugan aspectos sociales, culturales y casos acontecidos (en la vida real), algunos de carácter público y otros privados. En esta primera entrega el Capítulo VI de mi obra.
Por Sandro F. Galasso
Detective Privado
Mat. 21843
Desde luego la respuesta es que “créele al victimario que a la víctima” por múltiples razones, ni hablar de casos en los que he tenido participación investigativa y observar como la víctima sufre la impotencia de no poder demostrar que las cosas o hechos acontecidos son tal cual lo expone.
Por ejemplo se puede observar que la victimización en el núcleo familiar y hogareño, además de acarrear consecuencias físicas también produce efectos psicológicos en algún momento de la vida, la reacción más inmediata a un acontecimiento es la negación de lo sucedido, estados depresivos, sentirse muy vulnerable e impotente.
Lo precitado habla de una etapa de desorganización en donde la víctima pasa de un estado a otro a transitar estados cambiantes en su ánimo, hasta poder llegar a sentir sentimiento de culpa. Se presentan a menudo ideas obsesivas, falta de concentración, sueño perturbado, adicción a las drogas, temor a morir, etc.
Los abusadores, maltratadores en la faz intrafamiliar muestran que en gran parte es el adulto quien con mayor frecuencia asume dicho rol, se muestra el abusar típico como un ser que en realidad “jamás podría ser victimario por su apariencia ingenua o su mirada de buena persona”.
En realidad existe una gran confusión entre la apariencia y la forma de ser verdadera, lo que genera en realidad un doble discurso sobre una apreciación personal, nunca nos podemos basar en quien es más bueno o quien es más malo por su forma y corte de cara, esto en realidad tiende a confundir mucho a la sociedad en su conjunto. Hay personas que en su vida privada tienen un comportamiento y en lo social otro completamente opuesto.
En tiempos idos allí por 1955, se definió al victimario o torturador como seguro de sí mismo, pensante, confiable, verdadero, mientras que a la víctima se la percibía como una persona ingenua, no confiable, contradictoria en sus actitudes y poco verdadera.
Esto que acabo de ilustrar se ve mucho hoy por hoy, donde se ve peregrinar a la víctima por una comisaría y pasillos de tribunales tratando de demostrar de lo que es mientras que en muchos casos solo recibe un trato poco cordial y desatento por parte de quienes deberían brindar los resortes y apoyos legales que la ley marca en la Constitución Nacional, mientras que el victimario en su condición de imputado de un delito determinado argumenta, minimiza las cosas atribuyendo a la víctima su proceder o el hecho del cual se lo acusa.
Todo lo narrado aquí se produce lo que se suele denominar “fenómeno de doble victimización” o “víctima secundaria”.
Creo que quedan por más de claras e ilustradas mis apreciaciones y pensamientos; y demás está decir, que si de algo sirven, que tengan un efecto positivo para aquellos que deben administrar en ámbito que sea.
EL AUTOR
Sandro Fabián Galasso, nació en 1970 en Cañada de Gómez, Provincia de Santa Fe; Argentina. A los 18 años inició sus primeros estudios investigativos como Detective Experto en Investigaciones (Mat: 21843) año 1992; Ministerio de Cultura y Educación (Ley 13047) se interesó mucho en marca un estilo único basado en el tecnicismo y la intuición propia, en Argentina se lo consideró como el detective de los casos imposibles, debido a su gran empeño en descubrir todo caso intrincado y complicado, especializado en casos de sectas, sostiene una amplia trayectoria desde casos criminales hasta civiles tanto en Argentina como en otros países. Estudioso de la criminología y la conducta humana marcó una tendencia en la elaboración de perfiles criminales, brindando asesoramiento a profesionales. En la actualidad reside en la ciudad de Rosario, donde se desempeña laboralmente como investigador penal y en sectas; extendiendo su actividad en todo el país y el exterior.