En rigor, ¿hacía falta una ley que impida que los corruptos sean candidatos o funcionarios públicos? ¿Sorprende que el peronismo este a favor de la corrupción? Ciertamente no, es parte constitutiva de su ser. La impunidad es un valor que los herederos de Perón rescatan más allá de las diferencias que haya entre sus distintas franquicias. ¿No instalaron el nefasto “roban pero hacen” cuando se autodefinen como los únicos con capacidad de gobernar? La militante peronista y consultora política Mayra Arena dijo “soy pro corrupción, porque roban pero hacen”. Sostuvo que “la corrupción es un tema menor” y “es una parte necesaria que aceita algunos engranajes que con corrupción funcionan mejor”. La Argentina corrupta no da respiro, será por eso que ya no causa ni sorpresa. Solo para citar una cadena de hechos veamos los últimos: el ex senador Kuieder contando fajos en un despacho oficial y pasando a Paraguay en una camioneta con doscientos mil dólares constantes y sonantes, Elías Piccirillo detenido, casado con Jesica Cirio y haciendo ostentación de una riqueza inexplicable, el presidente de San Lorenzo Moretti metiéndose un paquete de dólares en sus bolsillos de mano de una mujer que es la mano derecha del sindicalista Marcelo Balcedo, detenido en Uruguay por un cumulo de delitos de los que hizo ostentación durante décadas. Para no hacerlo tan largo, las imágenes de piqueteros en el Chaco en el que utilizan a sus propios hijos para contar una montaña de plata negra que embolsan para enriquecimiento propio. Vale recordar que todos estos hechos se descubrieron de casualidad, o por alguna vendetta o porque algún vuelto no llegó a tiempo, entonces ¿Cuántos Balcedo, Piccirillo, Moretti, Kuieder hay en la Argentina, se pasean sin problemas y al amparo de la impunidad? En todos los casos que se fueron conociendo hay una conexión política, sindical, judicial y futbolística.
Los dos gobiernos más corruptos de la democracia fueron peronistas: el menemato primero. Es necesario decir que Milei admira al gobierno de Menen, tiene parte de la dinastía Menen en el gobierno y se cuida de no mencionar el costado corrupto de aquel gobierno. El otro gobierno más corrupto fue el kirchnerato, del que, un peronista paladar negro para comprender la escala corrupta de este último gobierno, dijo, “los menemistas al lado de los Kirchner, eran motochorros”. Los dos gobiernos se caracterizaron por crear una tipología social: individuos que manejaron cifras astronómicas a través de sociedades fantasmas que operaban negocios en las sombras, pero a su vez ostentan sus fortunas a cielo abierto. Autos de lujo, mansiones en countries, viajes ostentosos, yates y hasta aviones. Políticos sindicalistas, jueces. Si para muestra basta un botón, Martín Insaurralde es uno de los exponentes prototípicos de esa caterva. Otro, el ex juez bonaerense César Melazo, condenado como jefe de una asociación ilícita.
Ahora bien, ¿por qué la gente vota corruptos? El catedrático sueco Bo Rothstein ensaya lo siguiente “aquellos políticos que garantizan la protección de sus electorados, aún a pesar de haberse visto en escándalos de corrupción, parecen tener garantizado el voto”. Traduzcamos ese concepto a la Argentina. Durante años el despliegue de una política populista a permeado en un número no menor de bellas almas. Nunca disociaron que lo que se les regaló por un lado lo cobraban por el otro. Una trampa que reside en maquillar y ocultar esa conexión. Cristina fue y es muy inteligente en decir, escribir sobre esas cosas que son nefastas, pero con maestría, sabe como convertirlas en atractivas. El subsidio indiscriminado se disfraza de inclusivo aunque sea regresivo, sirva para robar, genere inflación, alimente la voracidad fiscal y frene el desarrollo productivo. Durante años avanzó una cultura demagógica a través de la cual se creó en el imaginario social la ficción de que lo público no se paga. Fomentaron la dependencia, el oportunismo, el atajo, el clientelismo. Desarrollaron un concepto religioso de la política, por lo cual, el tema político pasó a ser una cuestión de creencia. Y por mas pruebas que se muestren, evidencia no perfora creencia. Como pasa con los fanáticos religiosos, al líder no se lo cuestiona. Se identifican con ese liderazgo. No hay capacidad de disociación, menos de negación. Es un tema identitario, una parte de la sociedad que cree. Al líder no se lo cuestiona, porque cuestionarlo sería cuestionarse uno mismo, y nadie va contra uno mismo.. Es el desvío moral, ético, que generan los populismos. Esto explica porque un alto porcentaje de la población sigue votando corruptos. La caída de “ficha limpia” apagó una nueva luz de esperanza que se abría. Como resignación, si queremos verle algún lado bueno, puso nuevamente quién es quién en el escenario. Igual, otra luz de esperanza se apagará si la sociedad los sigue votando.