En rigor el voto a Milei fue trasversal. Fue también un movimiento pendular, La bronca con el cuarto gobierno K superó el miedo a Milei. La campaña de terror se sobregiró, Una mayoría se cansó de una estructura que hizo de la trampa su marca, de la mafia su fuente de financiamiento, de la manipulación su mantra, de los slogans su biblia, de la mentira su narrativa. Milei es incomprensible sin los veinte años kirchneristas.
El universo kirchnerista, sus comunicadores lo simplificaron: la sociedad se derechizó. Más radicales, algunos sostienen que son fascistas. ¿Un 56% de la sociedad de derecha?, burdo, demagógico, simplista. La sal quema donde dónde la herida sangra. ¿Porqué Milei triunfó empuñando una motosierra?
El liberalismo es opuesto al kirchnerismo. La división de poderes, Cristina dixit es una “rémora” de la Revolución Francesa, de allí el intento de asalto al poder judicial, la presión sobre los medios, la ocupación del Estado. Sobrevivió veinte años gracias a la lotería que fue el oro verde, la soja, ¿Cómo lo aprovechó? Gastar y dilapidar, subsidiar y gravar, duplicó el gasto público, empleo estatal redoblado, asistencialismo y clientelismo puro y duro. Resultado: 45% de pobreza, 10% de indigencia.
Asustaron con los admirados por Milei: Bolsonaro, Trump, Regan, Menen. No son santos de mi devoción, ahora ¿son mejores Maduro, Putín, Ortega? Quiere privatizar la educación y la sanidad, está loco!!, Así suena, ahora, ¿qué escuela ofrece el Estado?, qué sanidad?. Todos los mandarines peronistas mandan sus hijos a escuelas privadas y se atienden en sanatorios privados, ¿alguien vió a un kirchnerista, solo uno, atenderse en un hospital público?
Nadie ha destruido más el Estado que el más estatista de los movimientos. Hartazgo, cansancio, una corriente de aire diferente circuló en medio de tanta asfixia. Perdieron los soberbios, los prepotentes, los fulleros, los que humillaron durante veinte años a los que no pensaban como ellos, los que se creían dueños de la verdad y se auto imponían una superioridad moral. ¿56% de derecha?, voto trasversal, un 40% de los más vulnerables le quitó el cuerpo a la madrecita de los pobres en su propio territorio, la provincia de Buenos Aires, allí el libertario ganó en 108 de los 135 distritos. Solo resistió y por poco, la vidriera del kirchnerismo, La Matanza.
Ahora bien ¿qué tiene este outsider que creció al calor de los paneles de tv y de las redes sociales, que desafió a la Iglesia, a la mayoría de los medios de comunicación, al mercado (que prefería un Massa menemizado), al círculo rojo (que le teme), a los rancios sindicalistas, al oráculo cultural que lo asoció a la dictadura, para que el grueso de los jóvenes de todo color y pelaje lo voten?
El mundo está cambiando a la velocidad de un fórmula uno, no es valorativo, ya que nadie sabe si es bueno o malo, es descriptivo, es la realidad. En ese contexto la Argentina atrasa, quedó en una telaraña finamente tejida en especial en los últimos veinte años de centralidad kirchnerista. Esa telaraña que asfixia se podría sintetizar en lo siguiente: caudillismo verticalista, burocratización, cerrazón, politización de las relaciones en todos los niveles, rigidez regulativa, ideologización educativa, cultura cortoplacista, desinstitucionalización, desorden macro y microeconómico, excesiva conflictividad. En ese marco es imposible llevar adelante los cambios que se están dando en el mundo. Y es el sector privado en que lo está ejecutando. A esos cambios. . Asistimos a una triple revolución: informática, biociencias y nuevos modelos de organización. Esa triple revolución modifica el escenario, el cambio es estructural.
El Estado ya no puede controlar esos fenómenos, las migraciones masivas (ya no son solo físicas, sino telemigraciones), los flujos de información (hoy al alcance de todos en tiempo presente), las relaciones laborales (ya nos son las clases trabajadoras tradicionales, hoy las nuevas clases trabajadores son los Rapi, los que trabajan on line, algo que la anacrónica oligarquía sindical no entiende, salvo sostener el statu quo que mantenga sus privilegios y grandes negocios), los nuevos hábitos culturales. El kirchnerismo representa todo lo contrario a eso, representa la política tradicional que ocurre “en” y “desde” el Estado y la mayoría de los ciudadanos, en particular los jóvenes encuentran soluciones fuera de la política. Antes el Estado era (y el kirchnerismo pretende que siga asi) un ámbito de pertenencia, ahora la pertenencia se mudó. Caducan las relaciones de representación, a un joven de Rapi ya no lo representan los anacrónicos caciques sindicales.
En muchos lugares las personas ya no quieren representación, entre ellos lo que emigran, prefieren el riesgo de un viaje a lo “desconocido” que quedarse representados por los “conocidos”. Los jóvenes de cualquier clase social están al tanto de todo eso, de lo que ocurre en el mundo, todos tienen teléfonos celulares, que ya no son solo teléfonos, sino dispositivos móviles de internet. La telaraña tejida por el kirchnerismo deja a la Argentina anclada en el siglo XX. Milei ensayó una estrategia nueva. Inauguró una narrativa propia, cimentada en dos palabras, libertad y futuro. Cautivó a gran parte de los jóvenes.