Cada Noche Buena, tanto para los que creen como para los que no, tiene esa mezcla de angustia y magia que nos llama a compartir recuerdos…
Cada Noche Buena, tanto para los que creen como para los que no, tiene esa mezcla de angustia y magia que nos llama a compartir recuerdos… lágrimas, abrazos, cariños, hermandad entre vecinos ofreciendo regalos para demostrar materialmente amor hacia el otro; se suele viajar muchos kilómetros para vivir ese día con intensidad y algo ha de tener para que surjan sentimientos encontrados.
.La sensación es como si nos detuviéramos y comenzáramos a recibir vivencias compartidas produciendo sensaciones diferentes , las puertas se llenan de colores y de luces , los comercios con sus bolsas intercambiando regalos por alegrías de momento, la cultura popular nos conduce a creer en un barba blanca que viaja en el tiempo pasando por los hogares de buena vida y -la de los sacrificados de bolsillos cada vez mas flacos- que marcan en ese gesto aquel regalo algo inolvidable para el pibe de una navidad consumista, según la religión:
”Jesús nace para la humanidad que busca libertad y paz: nace para todo hombre oprimido por el pecado, necesitado de salvación y sediento de esperanza”…,
El mundo, nada más alejado del sentido navideño deshumanizado, cierra fronteras, matan mojados, oprimen económicamente a países apoderándose de sus riquezas y derechos, donde organizan conflictos para las guerras; la penetración cultural del individualismo rompiendo lazos colectivos generando desprecio hacia el igual mirándolo desde un lugar discriminativo.
Vemos las prácticas políticas opuestas a los pueblos imponiendo las fuerzas sembrando el terror desde el Estado, se es servil con el poder y soberbio con el débil imponen desigualdad ; la mitad de las poblaciones -a causas de esos pocos que concentran economía globalizada- viven en la pobreza extrema , perdieron salud , educación , trabajo, generaciones sin conocer empleos dignos , no son creados al azar estos procesos deshumanizados.
Esta actitud no cesa sino que se profundiza y lo grave de esta situación es que es avalada por las mayorías,; seguramente hoy brindaran por paz, amor y felicidad y en sus cuentas en las redes sociales hablaran de otra cosa del otro, que espera amor y recibe desprecio…si hablamos de espíritu navideño y el sentido de la venida de Jesús, nosotros le diríamos que no venga que las puertas de los corazones en la mayoría están cerradas humanamente con gigantescos candados pero hay otra mayoría que sigue luchando y extiende su mano para modificar la realidad del otro y no es solo los 24 .
Fernando Silva dirige el hospital de niños, en Managua.
En vísperas de Navidad, se quedó trabajando hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes, y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió marcharse. En su casa lo esperaban para festejar. Hizo una última recorrida por las salas, viendo si todo quedaba en orden, y en eso estaba cuando sintió que unos pasos lo seguían. Unos pasos de algodón: se volvió y descubrió que uno de los enfermitos le andaba detrás. En la penumbra, lo reconoció. Era un niño que estaba solo. Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpas o quizá pedía permiso.
Fernando se acercó y el niño lo rozó con la mano:
–Decile a… –susurró el niño–. Decile a alguien, que yo estoy aquí.
Eduardo Galeano [De El libro de los abrazos]