Dijo Milei en el cierre del Encuentro de Líderes organizado por El Cronista “cuando hablamos de abrir la economía aparecen estos parásitos prebendarios exigiendo que los argentinos paguen más caro bienes de peor calidad” y agrego “cuando alguien pagaba por algo 600 y lo consigue a 100 ahorra 500 para seguir gastando y es más feliz”. Vamos a dejar de lado la discusión sobre el concepto de felicidad.
Como tantas veces, Milei parece contradecir el imperio de los sentidos. Veamos: si alguien compra un celular chino porque es más barato tiene un ahorro. Con ese ahorro tal vez compre un lavarropa que también es chino. Con las sumas de los dos ahorros tal vez compre ropa, que también es china y con la acumulación de los tres ahorros tal vez se vaya de vacaciones a Florianópolis, que no queda en la Argentina. ¿Es sustentable? Los cuestionamientos no vienen precisamente de Pagina 12, fue unos de los economistas más escuchados semanas atrás, Miguel Angel Broda, fue otro la semana pasada, Carlos Rodríguez, otrora gurú de Milei, quien dijo “la apertura de importaciones con tipo de cambio controlado y atrasado son una invitación al desempleo” y agrego “como estamos ahora, el desempleo y la informalidad están a punto de explotar, como sucedió con La Tablita y la Convertivilidad”. En sintonía, otro economista muy escuchado, Martín Redrado dijo “en la Argentina hay fiesta en lo financiero y velorio en lo productivo”.
A ver, en el mundo pyme hay de todo y es cierto que una parte son porebendarios que han hecho fortunas vendiendo productos malos, caros, cazando en el zoológico, aprovechando créditos pagadios que no fueron aplicados a fines productivos y que escondieron esas ineficiencias licuando deudas con la inflación y con las devaluaciones, en especial, en los últimos años con la brecha, importando al dólar oficial y vendiendo al paralelo vivieron un paraíso económico, sostenido en dos premisas falsas, la sustitución de importaciones y la defensa del trabajo argentino. Ejemplos sobran, ahora bien ¿para terminar con la enfermedad hay que matar al enfermo? Hay también un empresariado que hizo las cosas bien, uno de ellos, comentaba “tengo una fábrica que tiene la misma tecnología que un competidor de afuera, incorporamos robótica, IA, puertas adentro somos competitivos, el problema es cuando cruzamos el portón y ponemos la mercadería en la vereda, allí dejamos de ser competitivos” Concluyó “por ahora el panorama no es de bonanza, sino de supervivencia” ¿Cuántas empresas dejan de ser competitivas por cuestiones que no son propias?, ¿las que cerraron en las últimas semanas son todas prebendarías? No hay duda que veníamos de una economía cerrada, inconsistente en el mundo actual, y era necesario abrirse al mundo, pero, como ocurre siempre en la Argentina, el péndulo nos lleva de un extremo a otro y quedamos nuevamente a contracorriente de un mundo (los países desarrollados, Trump en EEUU) que plantea regulaciones (palabra que provoca urticaria en la piel de los libertarios) mientras nosotros cultivamos el criterio de tranqueras abiertas.
Vuelve Milei a contradecir el imperio de los sentidos al pretender argumentar dos cosas al mismo tiempo: la apertura debe ser inmediata, total y sin miramientos, pero las reformas deben aprobarse para que las empresas nacionales sean competitivas. No hace falta ir a Harvard ni buscar en la Escuela Austriaca de Economía, una mínima lógica indica que hay que invertir los tiempos, primero las reformas y después abrimos y no viceversa.
En el pensamiento libertario rige aquella máxima de que “pongamos el carro en movimiento y los melones se acomodan solos”. O sea el mercado es el que asigna reasigna, acomoda. En el pensamiento libertario un empleado despedido de Essen, Whirlpool, Frávega, SKF, Granja Tres Arroyos, puede ir a Neuquén o a Catamarca a buscar trabajo, la pregunta es ¿un empleado despedido se convierte en minero al día siguiente? Lo que esa parte del pensamiento económico plantea en la teoría, trasladarlo a la vida real es más difícil. Los economistas Andrés Velazco y Tim Besley en su reciente libro El Consenso de Londres, advierten que las personas quieren permanecer en los lugares donde tienen raíces y vínculos afectivos y que no siempre sucede lo que los economistas piensan en una hoja de papel.
La economía va a crecer, básicamente impulsada por el sector energético, financiero y en parte el agro, la minería aún no despegó. Pero son sectores que pueden crear ecosistemas donde las cosas vuelan, pero hacia abajo no derraman. La contracara es el “índice rapi” que refleja una realidad mucho más amplia. Interanual (noviembre 2024/noviembre 2025) el crecimiento de despachos fue del 29%, pero los tickets en promedio fueron 8% más bajos y el parque de repartidores pasó en números redondos de 40000 a 150000. Refleja la baja del poder adquisitivo y el aumento del desempleo. Porque hay empresas que no solo han cerrado o suspendieron personal por las importaciones, sino por la baja en el consumo, tal el caso de la competitiva multinacional Mondelez (Oreo, Milka, Terrabusi entre otras marcas), consumo que baja porque la inflación sin dudas es más alta que el promedio, servicios, combustibles, transporte aumentan mes a mes muy por encima del índice del Indec y los ingresos, lejos están de recomponerse. La tormenta perfecta ¿Efectos no deseados del modelo de MIlei?
En 1974 el economista brasileño sostuvo que el modelo hacia el que avanzaba en ese momento Brasil podía sintetizarse como “BELINDIA” o sea, una combinación de una riqueza (minoritaria) sofisticada como la de Bélgica y una pobreza (mayoritaria) como la India. ¿Vamos hacia eso, 20/80, 30/70? El tiempo dirá.





































