No recuerdo bien el año, pero tiene que haber sido allá por 1979, que fue siempre de tener muchos oficios, junto a dos amigos habían armado un lindo grupo de trabajo y se dedicaban a la albañilería; por ese entonces cerraron un acuerdo con el municipio de Cañada de Gómez, para arreglar las veredas de calle Irigoyen que habían quedado bastantes dañadas, después de un recambio del arbolado público.
Para esos días el Cabezón Gutiérrez (como le decían muchos) se había comprado un Ford modelo 28, los cuadraditos que arrancaban a manivela, de color blanco y una línea del ancho de unos cuatro dedos de color rojo, bien en el centro, que recorría todo el contorno del vehículo.
A los pocos días hizo su primera aparición televisiva, por canal trece de Buenos Aires, cuando un reportero de Telenoche, programa que conducían Mónica y César, vino a entrevistar a un vecino de calle Rawson que se creía era el hombre con más años del país. El señor Santucho, que junto a su esposa ya habían pasado los cien años hacia bastante rato, en medio de la entrevista el Ford atravesó la calle, que era de tierra en esa época, tirando barro para todos lados ya que esa mañana había llovido con todo… y a los dos días esa imagen se replicaba en televisores de punta a punta de la Argentina.
Una tardecita (no recuerdo bien la fecha pero era en invierno porque lo que sí recuerdo es que hacía mucho frío) llegó una tía a casa, tía por parte de mi viejo, que vivía en la zona rural de Villa Eloísa, a pocos kilómetros de Cañada, pero para llegar al campo donde se encontraba tenía que atravesar todo Villa hacia el sur, ya se hacía tarde era casi de noche, mi viejo se ofreció a llevarla y me pidió que lo acompañara, así que salimos, yo iba en la parte de atrás del auto, el Cabezón manejaba y a su lado su hermana. La noche nos agarró en medio del camino que el conductor había tomado, decidió ir por el campo y a la altura de donde empezaba el casco de la estancia Moreno, lugar muy conocido , a un cuadrado de donde tenía que doblar hacia Villa, pasó lo inesperado, desde el norte en la misma dirección del auto, apareció una luz azul que se asomó apenas y se fue acercando, brillando con más fuerza, cuando la luz quedó sobre nosotros, el auto se detuvo y por un tiempo corto, no podría decir cuánto, quedó como de día, como un día de color azul.
Me sentí como aturdido, tuve esa extraña sensación, no escuché ningún tipo de ruido, ni pude ver otra cosa más que una luz, de repente todo volvió a la normalidad y la noche nos volvió a envolver; mi viejo y mi tía, en la parte de adelante quedaron mudos, hasta que él me preguntó como estaba, le dije que bien y se bajó del auto con la manivela, nunca lo había visto así, miraba para todos lados, con mucha cautela, arrancó el auto y seguimos camino. El silencio era absoluto como si nada hubiera pasado, al llegar al campo que habitaba mi tía, le pidió a mi padre que nos quedáramos a pasar la noche y que no se arriesgara a volver a pasar por el mismo lugar. Él no le hizo caso y volvió por el mismo camino por el cual habíamos ido, claro que esta vez no pasó nada.
Después de eso no lo escuché hablar mucho sobre ese hecho, como si nunca hubiera sucedido, hasta que casi cuarenta años después conversando los dos una tarde se lo recordé, fue increíble saber que los dos habíamos visto exactamente lo mismo y tuvimos en ese momento las mismas sensaciones; él terminó la charla diciendo «vaya a saber que fue esa luz azul que vimos», muchos dirán fue un ovni, otros dirán fue la Luz Mala y otros se reirán diciendo que fue una alucinación colectiva. Yo tengo mi propia teoría, ese fue el primero de varios encuentros de ese tipo que tuve en mi vida.
Allá por el año dos mil catorce en forma de catarsis escribí un cuento «Abducidos» que en el dos mil dieciocho se convirtió en una obra de teatro, que tuve la suerte de llevar a muchos lugares; la vida tiene tantos misterios que nunca deja de sorprenderme, seguramente llevaré la duda de que fue esa luz, como un gran signo de pregunta anclado en mi mente, hasta el último día de mi vida.
Foto: Imagen Ilustrativa.