Para no extendernos más allá de los 12.000 años a.C, en que efectivamente es cuando comienza esta historia, en las cuevas del Monte Carmelo cerca de la ciudad de Jayfa, según los datos arqueológicos; la vida comunal de Palestina se remonta a 5000 años a.C en la ciudad de Jericó, atacada por los israelitas tras cruzar el río Jordán y entrar en Canaán en el año 1.400 a.C.
A comienzos de la baja edad de bronce 3.000 años a.C, se produce un incremento de la población, los primeros habitantes según el Antiguo Testamento, fueron canaanitas, perseos, cineos, ceneseos, catmoneos, heteos, refaimitas, amorreos, guergueseos y jebuseos, Génesis (15: 18-21).
Aunque las tribus israelitas que invadieron Palestina al final de la edad de bronce, no se establecieron hasta el final del siglo 12 a.C, también invadieron a los amoreos, mabitas y edomitas que ocupaban Transjordania. Los filisteos y otros pueblos del mar, se establecieron en la zona costera al sur del monte carmelo y los arameos al sur de Damasco en la Siria oriental.
Los canaanitas se quedaron en Palestina Septentrional, donde sus descendientes los fenicios, crearían un nuevo modo de vida como navegantes comerciales.
En el año 1.250 a.C, se produce el “éxodo” de algunas tribus de Egipto de la mano de Moisés y se fusionaron con las ya asentadas en Palestina.
Por entonces, los israelitas se distinguían de sus pueblos vecinos, por el factor aglutinante de su fe monoteísta y el severo código moral. En función de lo cual, basada en la ascendencia y las creencias comunes, se funda la Confederación de las doce tribus israelitas bajo el gobierno de los jueces y se consolida su asentamiento en Palestina.
A partir de entonces, comienzan sus primeros problemas con los filisteos, entre los años 1.025, 926 a.C, aunque con los reinados de Saúl 1.025-1.006 a.C y David 1.006-966 a.C, estos reyes aceleran y consolidan la unificación del país, es decir, la unión de Judá e Israel. Tras la victoriosa guerra contra los filisteos, David conquista Jerusalén (ciudad cananea) y su acrópolis Sion; luego convierte a Jerusalén en capital política y sede de la antigua tradición religiosa nacional israelita. Ayudado por mercenarios, derrota a los moabitas, amonitas y edomitas; entonces, con la conquista de todas las ciudades cananeas, se crea el gran reino.
El sucesor de David, su hijo Salomón 966-926 a.C, representa el período culminante de la antigua historia política de Israel. Se organizó la vida económica del país, se impulsó el comercio internacional y se realizaron importantes y suntuosas construcciones como el palacio y el Templo de Salomón.
Al producirse la muerte de Salomón, se divide el reino. Bajo la dirección de Jeroboam ben nevat, diez tribus se rebelan contra la monarquía y forman el llamado reino del norte o de Israel con la capital en Sichen, Thiza, Penuel y más tarde Samaria. La tribu de Judá y parte la de Benjamín permanecen fieles a la casa de David, en la persona del hijo de Salomón Roboam y constituyen el reino del sur o de Judá con Jerusalén como capital. Esta ruptura, es un hito decisivo en la historia política de los judíos, por la gran diferencia que existió entre el norte y el sur, tras la caída del estado en el año 587 a.C a mano de los babilonios que destruyeron el primer templo, desde entonces se esperó a un nuevo David para la reconstrucción de aquel estado fallido. Tras el pacífico período helénico y tolemaico, sobreviene el romano. Con el objeto de proteger a los intereses romanos, el cónsul Pompeyo el grande otorga a Hircano II el título de sacerdote sin ser rey como sus antecesores y palestina es incorporada a la provincia de siria. En el año 37 a.C, Herodes el grande es nombrado rey de Judá y reconstruye el Templo de Salomón. Se desarrolló por entonces, el magisterio de Jesús.
Haciendo un gran salto en el tiempo y dejando atrás a los asirios, babilonios y romanos, avanzamos hacia la historia contemporánea de Israel.
En 1862 Moisés Hess, socialista alemán, fundamenta la primer teoría del sionismo en un pequeño libro titulado “Roma y Jerusalén”. En 1882, impactado por los progroms ocurridos en la Rusia de 1881/2 y luego del asesinato del Zar Alejandro II, León Pinsker médico de Odessa, reivindica en su libro “Autoemancipación”, una patria para el pueblo judío, ya sea en palestina o en cualquier otro lugar del mundo. Al principio no logra el apoyo de los judíos de Europa occidental, aunque en Rusia en la ciudad de Odessa, “los simpatizantes de Sion” (Hovevei Sion), formaron un comité para promover el establecimiento de campesinos y artesanos en Palestina. Estos establecimientos rurales serían inviables sin el apoyo de la familia Rothschild, que fundamenta el cimiento de la colonización práctica de Palestina. Ese mismo año, se inicia la primera “aliah” de 25.000 miembros de las comunidades judías en Rusia, Polonia y Rumania.
El periodista austríaco Teodoro Herzl, escribe su libro “El Estado Judío”, donde propugna un estado judío independiente. Según Herzl, el problema de su pueblo, solo podrá resolverse cuando se encuentre una solución política y territorial a los judíos dispersos por todo el mundo. De esta forma Herzl, convierte al sionismo en un movimiento de relevancia internacional.
En 1909 se funda la primer ciudad Judía Tel Aviv, y luego del séptimo congreso internacional sionista, el 2 de noviembre de 1917 el ministro británico de relaciones exteriores Arthur James Balfour, dirige una carta al banquero judío Lord Rothschild, expresando que Gran Bretaña, “vería favorablemente el establecimiento en Palestina de un Hogar Nacional para el pueblo judío y que emplearía sus mejores esfuerzos para facilitar el logro de dicho objetivo, entendiéndose claramente que no ha de hacerse nada que perjudique los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina o los derechos y el status político de que disfrutan los judíos en cualquier otro país”. Esta fue la famosa declaración Balfour que tuviera originalmente el apoyo de Italia y Francia.
El 2 de julio de 1919, el Congreso Nacional Sirio, reunido en la ciudad de Damasco, al que asisten delegados palestinos, aprueba una resolución con apoyo británico ratificando al Emir Feisal como rey de Siria unida con Palestina y se rechaza la declaración Balfour; se elabora un memorándum, donde en su artículo 7 se expresa claramente la oposición Siria a la inmigración judía en cualquier parte del país, oponiéndose a las pretensiones sionistas de crear un Commonwealt judío en la región sur de Siria conocida como Palestina.
El 25 de abril de 1920, el Consejo Supremo de las Potencias Aliadas, reunido en San Remo, acuerda ceder a Gran Bretaña, un Mandato clase A sobre la región de Palestina, situada entre los 33º y 31º de latitud norte y los 34º y 37º de longitud oeste y una superficie estimada en 27.115 kilómetros cuadrados; es decir que a pesar que este mandato no había sido aprobado por la Sociedad de las Naciones, comenzó a implementarse la declaración Balfour. En agosto de ese mismo año, inmigraron 16.500 judíos, hecho que provocó una gran oposición árabe.
El día 21 de mayo de 1921, las protestas anti-sionistas dejan un saldo de 46 judíos muertos y 146 heridos. La comisión investigadora presidida por Sir. Thomas W Haycraft, atribuyó estos hechos al temor árabe a la inmigración judía. El 3 de junio de 1922, el gobierno de Gran Bretaña impactado por la decidida oposición árabe al sionismo, emitió una declaración sobre su política en Palestina, el “The Churchill White Paper”. En el mismo, se anuncia que el mandato clase A, “no significa la imposición de una nacionalidad judía sobre los habitantes de toda Palestina sino el mayor desarrollo de la comunidad judía existente, con la ayuda de los judíos de otras partes del mundo. El gobierno de Su Majestad, no ha contemplado en ningún momento, como parece ser temido por los árabes, la desaparición o subordinación de la población, lengua o cultura árabe-Palestina”. Mas adelante, la impostada verborragia británica, asegura que su intención no es convertir a toda Palestina en un hogar nacional judío, aunque debe entenderse que ese hogar tiene que estar situado en alguna parte de Palestina; y aquí queda claramente evidenciada, la decisiva participación de Inglaterra en el conflicto Palestino Israelí.
El día 24 de junio de 1922, el Consejo de la Sociedad de las Naciones, aprueba el mandato A de Palestina, que es ratificado por los 51 países miembros haciendo responsable a Inglaterra de hacer cumplir la declaración Balfour como mandatario.
En el artículo 4 del mandato de Palestina, se permite el establecimiento de una agencia judía que será “reconocida como cuerpo público a fin de aconsejar y cooperar con el gobierno de Palestina en cuestiones económicas, sociales y otras que pudieran afectar la fundación de un hogar nacional judío”, que posteriormente en el mes de setiembre será avalado y acompañado por el congreso de EEUU.
Avanzando en el tiempo, luego de la segunda guerra mundial y en razón de los dolores de la persecución nazi, el 15 de diciembre de 1946, se celebra el vigésimo segundo Congreso Sionista en Basilea, se adopta la posición de Ben Gurión en el sentido de dividir a Palestina en dos estados, uno árabe y otro judío.
El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas acuerda la partición de Palestina en dos estados; con 33 votos positivos, 13 negativos y 10 abstenciones. Argentina, es uno de los países que se abstiene.