Olvidada aquella idea de que el mundo iba a ser mejor después de la pandemia, está claro que el manejo de esta crisis expone virtudes y debilidades de todxs, en especial de nuestrxs líderes y dirigentes.
Por Mario A. Chiappino
Periodista
El anuncio de que la intendente municipal Stella Clérici había dado positivo de Covid 19 sin dudas se transformó en la noticia más importante de los últimos días, tal vez por el significado simbólico que tiene la propagación de la enfermedad en una ciudad que se jactaba hasta hace poco más de un mes, de no tener prácticamente casos de coronavirus.
La mandataria cañadense anunció en su propio face personal la noticia, varias semanas después de que la presidenta del concejo Carina Mozzoni haya hecho lo propio. Ahora que ya está recuperada de la enfermedad, no hay dudas de que no fue Mozzoni quien contagió a la intendente, en cambio es el secretario de Servicios Públicos Ángel Novello quien quedó en el centro de la polémica. “Angelito” fue a trabajar después de haberse hecho un hisopado que finalmente dio positivo, y no sólo apareció luego la intendente con la enfermedad, sino también algunos trabajadores municipales de maestranza, donde se desempeña el funcionario.
Su actitud no sólo le valió el reproche del secretario general de los Municipales, Marcelo De Santabrígida, que solicitó que se investigue el hecho, sino que trascendió hasta al concejo municipal con el pedido del concejal Chale de que se sancione al funcionario por esa actitud irresponsable.
Está claro que más allá de que Novello haya tenido o no síntomas, nadie se hisopa si no tiene dudas por algún contacto estrecho, y no es lo mismo su situación que la de los médicos –que se hacen controles periódicos por prevención- como quiso justificar Clérici en declaraciones a una radio.
Sin dudas estos episodios ponen en primer plano algo que viene ocurriendo desde el inicio de la pandemia: las enormes dificultades que tiene nuestra intendenta a la hora de manejar una crisis inédita, que exige algo más que tenacidad para pedir fondos o para hacer pavimento y obras públicas.
Nadie le va a quitar su lugar en la historia cañadense a la hora de analizar el cambio que tuvo la fisonomía de esta ciudad en los años de su gestión. Pero también será recordada por su poca capacidad para el diálogo y para reconocer errores o escuchar críticas, además de su actitud intransigente con la oposición y hasta con quienes aun siendo “tropa propia” no adhirieran sin cuestionamientos a sus decisiones.
Ya hemos contado en esta columna su encono casi personal con el senador Rasetto, que termina con la salida de Cañada de Gómez del comité departamental del Covid-19, en medio de la grave situación por la que estamos atravesando.
Resulta inexplicable que en medio de la mayor crisis sanitaria que ha afectado y paralizado al mundo, no se hayan hecho todos los esfuerzos para coordinar acciones y recursos con la provincia y el departamento, y que no se haya puesto a la pandemia en el centro de la problemática, por sus efectos devastadores en la organización social, en la salud y en la economía de la ciudad.
Los primeros errores vinieron por el lado de la comunicación, donde escuetos partes diarios daban cuenta de la situación, lo que se mantuvo hasta que los casos se empezaron a desmadrar. Increíblemente fueron los propios periodistas locales quienes solicitaron en una nota la necesidad de que se hagan conferencias de prensa semanales ante las dificultades para informar correctamente. De este modo seis meses después de empezada la primer cuarentena, el comité local encabezado por la intendenta municipal dio su primer conferencia de prensa, en medio de una gran preocupación por saber el número real de personas contagiadas, aisladas e hisopadas. En rigor, la preocupación creciente de la población –y los periodistas- estaba centrada en el verdadero estado del sistema sanitario, luego de que se filtrara el audio de un médico local asegurando que estaba a punto de colapsar, y que los casos reales eran muchos más que los que indicaban los números oficiales.
Lo cierto es que la conferencia sirvió para limar algunas asperezas, aclarar algunos puntos pero no dejó mayores respuestas a las preguntas más críticas. Por ejemplo por qué no hay reasignación de partidas destinadas a mejorar el sistema sanitario o a contribuir con la economía local, devastada por la pandemia, al igual que la del resto del país y del mundo.
Así, mientras decenas de negocios cierran sus puertas la intendencia sigue dando subsidios sin rendir su monto, como el otorgado a la iglesia Corona de Gloria ya comentado en este mismo medio algunas ediciones atrás.
El problema es pretender seguir gobernando como si lo que nos ocurre fuera una situación normal, y no una crisis única –y esperemos que irrepetible- que exige el mayor de los esfuerzos y consensos para solucionar los problemas que esta inusual situación provoca en la gente.
De las crisis se sale por arriba, y por ahora, Stella sólo parece estar encerrada en su propio laberinto.
LOS NÚMEROS DE LA PANDEMIA
El mayor problema para la administración municipal frente a la crisis parece ser la credibilidad respecto de sus números.
Casi todos tuvimos la sensación desde el comienzo mismo de la pandemia de que se intentaba minimizarla, y de poner a Cañada como un lugar infranqueable para el virus.
Así se armó un comité local con muchos referentes sanitarios e institucionales, pero nunca se activó un teléfono ni un seguimiento local, dejando todo lo librado al 0800 del gobierno provincial.
A diferencia de otros lugares -como Las Parejas por ejemplo- donde hubo un comité abocado a centralizar la información, en nuestra ciudad todo se derivó a la provincia y desde el principio se detectaron numerosas falencias: llamadas no respondidas, seguimientos de aislamientos y de enfermos no realizados, hisopados demorados o nunca realizados, y una excesiva demora en conocer los resultados. Todo esto derivó en una situación de desesperación de muchas familias que no sabían a donde recurrir, y en la rápida aparición de la transmisión comunitaria, ya que nunca hubo trabajos de trazabilidad para aislar a los contactos estrechos.
Esto explica que comparados con Las Parejas –por seguir el mismo ejemplo- , los números de Cañada sean muy preocupantes.
El 2 de agosto puede decirse que empezó esta segunda etapa de contagios en la región (la primera fueron apenas unos pocos casos bien controlados en ambos lugares) cuando una familia de Correa se contagió en una reunión familiar.
El 27 de agosto Las Parejas tenía 3 casos activos, 11 recuperados y 30 hisopados pendientes, mientras que Cañada un día después informaba 6 activos y 3 recuperados.
A mediados de septiembre los números estaban parejos: el 15 Las Parejas informaba 60 activos y 29 recuperados, y un día después Cañada daba 52 activos y 31 recuperados.
Sin embargo a partir de allí los números de casos activos de Las Parejas comenzaron a decrecer -desde el 22 de septiembre nunca estuvieron por encima de los 25- mientras los de Cañada comenzaron a crecer peligrosamente superando en desde que comenzó octubre los 100 casos.
Y esto en un contexto en donde los propios médicos dicen que ese número oficial es muchísimo más alto en la realidad.