La temida frase por el gobierno “al final, son todos iguales”, se instaló en gran parte de la sociedad. El jingle “alta coimera” circula masivamente. La explosión de los audios deja al Gobierno sin uno de los vectores que había elegido para diferenciarse del resto de los políticos: la corrupción. . Le será muy difícil a Milei, su hermana y el apellido Menen seguir hablando de “casta” sin que a esa mención la sepulte una catarata de memes en las redes sociales, el terreno que mas conocían y que, día a día, se convierte en un territorio más hostil y ajeno.
El desconcierto e indignación de una gran parte de la sociedad hubiera sido mas controlado si no se hubiera dado en un contexto de estancamiento económico, donde la gente empieza a percibir que los “econochantas” no decían tantas chantadas como se les endilgaba. La misión de estabilizar la economía, sin una recesión profunda, y sin terminar en un problema productivo no es lo que se está dando. Una de las teorías de Milei, de que el “ajuste es expansivo”, no se corresponde con la realidad. Canchero, Caputo, dijo el 2 de julio, “agarrá los pesos y comprá, no te la pierdas campeón”: dio resultado, los argentinos compraron US$ 5432 millones en el mes de julio, el número más alto desde agosto del 2019. Esa canchereada del Ministro se corresponde con un rasgo que caracterizó a este gobierno desde el comienzo, justamente, la canchreada, incluso mofarse de todo. Confundieron el mandato electoral. Creyeron que el cambio cultural se manifestaba a través de la insensibilidad social y era cool y hasta graciosa la motosierra, que podía mutilar y por la tanto perjudicar a jubilados, discapacitados, médicos del Garraham.
Creer que la sociedad habría registrado un cambio cultural irreversible, donde indiscriminadamente apoyaría “cirugía mayor sin anestesia”, para citar una icónica frase de su admirado Carlos Menen fue un error de cálculo político. El ajuste ordena la economía, pero agota. Los sondeos mas serios de opinión reflejan que para la sociedad lo contrario al demagógico “buenismo populista” no es la crueldad, sino la eficiencia pragmática, el cuidado humano y la sensatez.
El Gobierno perdió la agenda. Sin mediar pasó de tener amistades bruscas a enemistades fulminantes. Una característica de la rara emocionalidad que caracteriza a los hermanos Milei. Ante el mínimo contratiempo el y su hermana han echado del paraíso a aliados, amigos, incluso, ordenaron humillarlos a través de la prensa amiga y de las patrullas digitales, la lista es larga. Se agregan los gobernadores amigos, a quienes han atacado impiadosamente y llegaron a imponerles francotiradores violeta puro, subestimando su fuerza y su potencia. Pasó el domingo en Corrientes, LLA salió cuarta, el gobernador electo pasó a formar parte de la nueva liga de gobernadores que se llama Provincias Unidas.
Las consecuencias legislativas se empezaran a percibir después del 10 de diciembre. A ver, Milei necesita ampliar su base, para llevar adelante las indispensables, urgentes, reformas estructurales. Es muy probable que gane las elecciones de Octubre, pero per ce, ganar las elecciones no es una pócima mágica que solucionara todos los problemas. El Gobierno sigue teniendo el hándicap que le da la oposición. Es de manual echar la culpa de lo que esta sucediendo a los demás, pero fue Milei el que nombró al frente de la agencia de Discapacidad al incontinente verbal Diego Spagnuolo, para manejar una caja de US$ 4000 millones. Spagnuolo trabajó ocho años con Sergio Massa y también con el intendente de José C Paz, Mario Ishii, el que cubría a los ambulancieros de su municipio vendiendo falopa. Tiro en el pie del oficialismo.
El desorden está instalado en todos los frentes: suba del dólar y tasas de interés en la estratófera, parálisis económica y gran parte de la sociedad que no llega a fin de mes, endeudada para pagar alimentos y servicios, falta de agenda y la incapacidad para retomar una narrativa de esperanza futura, perdida de un elemento identitario central, a la anticasta de la gestión las sospechas de corrupción con el fentanilo contaminado y la Anmat que “llegó tarde”, y el affaire Andis con los supuestos pedidos de coimas, le pegó en la línea de flotación. Como si no fuera suficiente el viernes se filtraron los audios de Karina Milei.
El momento es sumamente delicado. El gobierno apunta a un concepto, “el golpe blando” contra la institucionalidad, el proceso electoral, y contra la macroeconomía, cuyos indicadores serían victimas del enrarecimiento del clima político. El Gobierno esta mareado y es imprescindible que encuentre un volantazo narrativo que logre enderezar el rumbo de la gobernabilidad. Más allá del oportunismo electoral, la posibilidad de que las coimas y la corrupción en la Andis sean efectivamente verdad e involucren a su hermana y a los Menen, lo más grave es el hecho denunciado, muchísimo más que la ilegalidad de los audios. No se trata de dilucidar quién fue el traidor que registró las conversaciones, quién las difundió o a quién beneficia, el fondo de la cuestión ¿es cierto o no? Aquí el gobierno tiene la oportunidad de demostrar que no es “casta”, que no son todos iguales. ¿Será capaz el oficialismo de reconstruir un conjunto político más o menos vertebrado, con capacidad parlamentaria de llevar adelante las reformas que son imperativas? Es muy probable que si no se constituye ese oficialismo, el líder empiece a perder fiabilidad. Dijo Maquiavelo “la naturaleza de los pueblos es muy poco constante: resulta fácil convencerlos de una cosa, pero es difícil mantenerlos convencidos”. Los mercados observan y siguen sin abrir la billetera. a oposición dura hace su trabajo, mueve sus fichas y talla con su trabajo. La política de las pedradas es deleznable. Por ahora, ayudan a Milei.
Por eso es poco probable que el descalabro en el oficialismo implique que pierdan las próximas elecciones de medio término. Pero todos los consultores abren la posibilidad de que haya fugas del “voto blando”. Son los votos que en general eligieron a Bullrich en la primera vuelta y que luego le dieron el triunfo a Milei. Son en gran parte el voto de los “ñoños republicanos” como despectivamente los descalifica el mileismo. ¿hacia donde pueden huir entonces esos votantes desencantados con el oficialismo? Como viene sucediendo en varias elecciones, una posibilidad es que los gane el desencanto y se queden en su casa. Y gane el “partido abtencionista” o como dijo el director de cine, Juan José Campanella, “pertenezco al instituto paria, nadie me representa”.