CARTA ABIERTA DE PADRES ORGANIZADOS PROVINCIA DE SANTA FE
SIN SIGNOS VITALES LA EDUCACIÓN ENTRA EN PARO
Cincuenta años de paro jamás lograron un cambio real en la educación argentina. Sin nuevas ideas vamos a un deterioro irreversible. “Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes”. La propuesta es declarar a la educación un servicio esencial y cambiar el sistema de incentivos.
Chicos de primaria que pasan de grado sin saber leer. Estudiantes de secundaria incapaces de entender un texto de primaria, sumar o restar. Deserción escolar. El impensado analfabetismo. Escuelas cerradas. Paros. Feriados. Licencias. Cierres por infraestructura. Deterioro académico. Falta de proyecto educativo. Indiferencia. Cinismo. Familias intentado subsistir y familias menos favorecidas – derrotadas- que no saben cuál es la importancia de la educación en un país donde el mérito no existe.
Y, como respuesta, más y más paros. La discusión debilita la evidencia: sólo es posible defender la educación con los chicos en la escuela.
¿Que nos pasó?
Para entender la gravedad de un paciente en paro conviene entender cómo llegó hasta ahí.
La educación argentina atravesó la cuarentena más larga del mundo. Ahí, oficialmente, se la consideró no esencial excluyéndola de las actividades consideradas esenciales.
En Argentina, a contramano del mundo, la escuela fue lo primero en cerrar y lo último en abrir.
Mientras alumnos y docentes podían viajar, ir a bares, eventos deportivos y todo tipo de actividades, pretextos pueriles como falta de alcohol en gel o una vereda rota eran suficientes para cerrar una escuela por tiempo indeterminado.
Durante el simulacro de virtualidad no hubo un solo paro virtual. Gremios extorsivos y docentes militantes no podían poner en juego su capacidad de daño mediante el paro frente a una educación inexistente, sin contenido y sin conectividad, pero colgaban banderas entre multitudes acongojados por la muerte de un futbolista. Gobiernos provinciales y nacionales, responsables y partícipes necesarios actuaban en total armonía: ensañamiento y cierre de escuelas.
A la vista de todos, la piedra y la tijera le ganaban al papel en un juego abusivo donde los chicos no entendían por qué siempre perdían. Y no lo entienden todavía. No saben que hicieron mal. No saben que rompieron.
Y tampoco lo saben los docentes que aman enseñar, quizá los que entienden mejor que nadie la magnitud del daño irreversible que se hizo y se está haciendo sobre generaciones.
Tampoco lo saben sus padres. Los que trabajaron sin poder elegir ni los que quedaron sin trabajo o no tuvieron opción de trabajar, pero pagan con impuestos del primero al último de los sueldos de funcionarios, sindicalistas y docentes. Nadie les dijo gracias. Nadie les dijo disculpen. Nadie les dijo sus hijos también cuentan, nuestro rol existe por y para eso.
¿Qué resultados trae el eterno círculo vicioso de gremios, paros y gobiernos?
Docentes amenazados y maltratados por sus propios “compañeros”. Directivos que tienen miedo por sus familias por buscar reemplazos: “Cuidá a tu hija, está en el club”. Gremios que quieren impedir el voto a docentes no afiliados pero no sus imposiciones, violando su derecho a trabajar consagrado en el art. 14 de la Constitución Nacional.
Padres agotados que tratan como todos de sobreponerse a ingresos que no alcanzan, sin gremios ni lugar para reclamos, que ven como sus hijos son librados a su suerte por un sistema educativo que los excluye y agrede.
Docentes que intentan casi en soledad pegar los restos rotos de la educación argentina para ver cómo los responsables los vuelven a romper.
Gobiernos sin un plan ni proyecto educativo a largo plazo. Manejo desequilibrado de los fondos públicos y medidas cortoplacistas que afectan el crecimiento económico de la sociedad en su conjunto, avaladas por los mismos actores que luego reclaman mejoras sectoriales, generando falta de recursos y tensiones que son las que motivan los interminables conflictos aun cuando alcancen mejores condiciones laborales que el resto de la sociedad.
El paro como medida extorsiva, al alcance de la mano, sin costo, esfuerzo ni consecuencia. Chicos rehenes, destinatarios y únicos perjudicados de toda esta secuencia.
¿Hay salida?
Desde Padres Organizados creemos que sí, mediante un cambio profundo de modelo educativo, consensuado con verdaderos educadores y especialistas con objetivos a corto y largo plazo.
Estamos convencidos, así mismo, que es imprescindible declarar a la educación un servicio esencial, como ocurre con la salud y la seguridad, para evitar que los chicos queden presos de intereses y peleas entre gremios y gobiernos circunstanciales.
También consideramos de suma importancia un cambio de incentivos, que premie a los docentes que más se esfuerzan para mejorar el desempeño de sus alumnos, y sean reconocidos y capacitados para liderar una propuesta educativa moderna y superadora inspirada en los países mejor posicionados en cuanto a educación, y no en un sistema obsoleto, cuando no perverso, de adoctrinamiento y destrucción del pensamiento crítico.
Esto solo es posible mediante la evaluación de resultados del aprendizaje de los alumnos, y un método de mejora continua a partir de un diagnóstico inicial que premie y reconozca a los docentes que logren mejorar el punto de partida.
A la vez, creemos en un espacio de participación e intercambio de padres, alumnos y docentes con ganas de aplicar medidas de urgencia para revivir al paciente en paro: la educación. Los invitamos a sumar, proponer y proyectar lo mejor, sin ataduras y sin miedos, su tiempo va a llegar. En ellos, y no en quienes mediante la desidia y la extorsión la llevaron a este estado terminal depositamos toda la esperanza.
A la educación ¡Salud!