A diez meses del aberrante episodio que vivió Silvina Espíndola, cuando el domingo 12 de enero pasado, mientras ella realizaba su rutina en bicicleta por un camino rural de Cañada de Gómez, el conductor de un vehículo la atropelló, la manoseó y la abandonó tras dejarla herida en medio de la nada, aún continúa en libertad; la ciclista expresó en primera persona sus sentimientos y redactó la situación por la que atraviesa en el marco de la causa y el efecto social que produjo este hecho espelúznate que todavía no tiene una resolución. A continuación, el texto de Silvina nos ayuda a reflexionar y abrir los ojos ante este y otros hechos que quedan por resolverse en la justicia.
Haciendo una pausa, miro hacia atrás… Habiendo transcurrido casi diez meses de la fecha en la que fui atropellada… gravemente herida, abusada sexualmente y abandonada… (12/01/2025) Me refiero atropellada en todos los sentidos… atropellada mi dignidad, mi rutina diaria de ejercicios, ¡mi derecho, mi salud mental, mi estado emocional, mi cuerpo físico y sí! mi total humanidad… quedé literalmente rota, muy rota… un golpe duro para la Vida de cualquier persona.
¡La causa judicial continúa abierta, un imputado libre -con paupérrimas medidas judiciales, que, a mi modesto entender, no se le acercan ni están a la altura de las circunstancias! -.
Él, libre… con su habitualidad laboral, familiar, social, etc. ¿y yo?, yo víctima sobreviviendo, voy como puedo, sigo reconstruyéndome, tratando de retomar mi Vida, saturada de consecuencias y secuelas del fuerte golpe, aún con procesos traumáticos, físicos, mentales y emocionalmente profundos…
Hoy, la sensación que más prevalece es la de un «siniestro abandono judicial». Temo por mí y por cualquier otra mujer de las tantas que compartieron empáticamente su pesar, sus miedos, sin ánimos siquiera de volver a circular solas por los caminos rurales o en la periferia de la ciudad, sea bicicleteando, ¡corriendo o caminando!
¡Solas… no más!
¿Alguien se preguntó a esta altura del tiempo transcurrido, en qué estado está la causa o cómo me siento? A excepción, claro está, de mi entorno más cercano, el más íntimo, que no dejan de acompañarme… ¿y los demás qué? ¿El resto de la Sociedad? Entiendo que el propio dinamismo diario no permita detenerse en cada circunstancia, en las de los otros… lo que no se puede permitir es el olvido… la ignorancia, el mirar hacia otro lado… pues así, solo puedo sentir ante mi propia mirada, frente a mis narices, ¡un auténtico caos o crisis total de drástico abandono judicial y social!
¿Qué sucede con la “sed de justicia”? «JUSTICIA», implica un término muy amplio… que en este inmenso ‘inconsciente colectivo» queda ahogado, invisible, tanto el sentido como el concepto.
¡¿Dónde está el verdadero “espíritu de justicia” que deberían impartir los funcionarios judiciales, por lo que además juraron comprometerse a cumplir responsablemente?!
¡¿Dónde quedó el sentido ético, profesional y ni hablar de valores humanos?! Cuánta liviandad, desprolijidad y poco serio hablar de “violencia de género” cuando no se aplica realmente el sentido de protección, la asistencia y la contención a la víctima, no se trata solamente de aplicar un simple protocolo, recibir información o asesoramiento de lo que una puede o debe hacer, ¡esperar a que la justicia resuelva y listo! Quedás, según mi percepción y mi experiencia, desde la práctica concreta, realmente a la deriva, desprotegida y desamparada… revictimizada…
Lo cual implica «revictimizar» cruelmente… Al punto de confundir, incluso, socialmente, lo cual es aún peor. Lo fatal es, asimismo, las escasas medidas judiciales dispuestas, la dilación, la falta de investigación, de empatía, dejándome de lado, excluyéndome, ¡padeciendo ante un escalofriante “arreglate como puedas”!
Eso (me) implica un total estado de abandono institucional.
¿Entonces? ¿Qué resulta más cruel, la gravedad de los hechos, la tipicaficación de los delitos en sí, que el imputado goce de libertad, o esa (mí) sensación de estado de abandono judicial? Un estado cero empático…
¡En ese contexto, todo me resulta cruel y perverso… revictimizada una vez más! Igual, sigo de pie, no pienso ni siento rendirme, no declinar gracias al permanente «trabajo» diario, en fortalecerme día a día… rehabilitarme físicamente y con asistencia psicoterapéutica, a veces cansada…. sí, aun así, continúo e insisto en poder entender, comprender y aceptar a todo el sistema en general, donde tanto hombres como mujeres siguen culpando a la víctima o haciéndola responsable, como si incluso, mereciera, lo que le sucedió…
He tenido numerosas oportunidades de leer o escuchar dichos como: «Y… ¡se la buscó! ¡qué irresponsable ir sola por el medio del campo!» (¡Era domingo de verano a las 10 de la mañana!) «Y… también como van vestidas…» (vestía la indumentaria adecuada para la práctica de ciclismo, casco, lentes, luces, guantes…) y muchas otras tantas barbaridades más, que ni siquiera caben nombrarlas…
Claro, así, con esos pensamientos retrógrados, torpes, inoportunos, crueles y mal intencionados, cómo no vamos a obtener los «resultados judiciales» que se tienen…
De todos modos, prefiero focalizar en el único punto o el más importante, lo que me sucedió fue fundamentalmente por mi condición de mujer. Una mujer que iba sola, sí. ¡Iba pedaleando, haciendo ejercicios como era habitual en mí! Y ante ello, un «tipo», un sujeto, un hombre me atropelló, atentó contra mi vida, contra mi dignidad, contra mi salud, contra mi total humanidad. Sólo pido y espero justicia.
Sigo confiando en la Justicia Divina. Prefiero hablar e intenciono qué nunca más ninguna otra mujer viva un hecho como el que yo viví. Ni suceda jamás, siquiera algo similar. Gracias a Dios, lo puedo contar.
Silvina Espíndola
LA CAUSA
La causa está en manos del Fiscal Dr. Santiago Tosco, mientras que el Juez es el Dr. Álvaro Campos; y está caratulada como lesiones graves culposas en accidente de tránsito, en concurso real con abuso sexual en grado de tentativa. (Medina David, Enzo Ariel – s/ Daño simple – abuso sexual – lesiones graves). El acusado está libre, y solo posee Restricción Perimetral de 300 metros cuadros de la víctima.



































