Cantaban los colectiveros. Uno de ellos se acercó a una reportera y expresó algo que puede amplificarse al país “estamos a la deriva de todo, nosotros. Salimos y no sabemos si volvemos, tenemos una bronca, una impotencia”. De fondo una trompeta entonaba el Himno Nacional. Tocar la estrofa “o juremos con gloria morir” puede ser motivador, emocionante en un acto patriótico, en un partido de futbol.
En el conurbano, en Rosario y demás conglomerados tiene otro matiz, allí la muerte es sin gloria, es muerte a secas. Un politólogo lo sintetizó así: “estamos viviendo el 2001 en cuotas”. El lunes fue el colectivero, otro día los narcos en Rosario, la semana pasada el índice de pobreza. La sociedad impotente, harta de vivir con miedo, con incertidumbre, sin futuro, con una carga que se hace cada vez más pesada. Vivir con el corazón en la boca.
El panorama es desolador, la muerte a la vuelta de cada esquina en manos de un motochorro, la impunidad de los delincuentes y un Estado nada presente en manos de un gobierno de ineptos, incapaces y corruptos. ¿Qué hace el Presidente? Se pavonea en una entrevista jactándose de darles sugerencias a Putin o Biden, mientras no puede siquiera controlar cincuenta manzanas de una villa en el conurbano. ¿Qué hace la Vicepresidenta? Ocupada en el lawfare.
Desde Octubre que no aparece en el Senado mientras sigue cobrando una doble pensión ilegal y mucho más inmoral de nueve millones cien mil pesos por mes. El poder esta desmadrado fruto de la feroz interna del partido gobernante. No fue Clarín, no fue Magnetto, no fue la Sociedad Rural, no fue La Nación +, no fue la Embajada norteamericana, fue la gente. Seguramente, muchos de ellos, sus votantes. El asesinato del colectivero no fue un hecho aislado, es un eslabón más de una cadena de horror. Como todos los días se levantó a las 4 de la mañana para ir a trabajar, con esfuerzo, con dedicación. Representa a los millones de ciudadanos que todos los días hacen lo mismo. Millones de ciudadanos que hacen que a pesar de todas las dificultades, este país siga funcionando. Millones de ciudadanos que están desamparados, descuidados y echados a su suerte. Millones de ciudadanos que a pesar de todo se siguen levantando para atender un comercio, ir a una fábrica, manejar un taxi, trabajar en una obra.
Nada justifica los golpes a Berni. ¿Qué pasó? El hartazgo llegó a un límite. Berni es el icono de un gobierno que siempre disimuló con slogans, relatos, puestas en escena su falta de capacidad, su ineptitud, su pésima gestión. Lo del “Estado te cuida”, el “Estado presente” ya no lo cree más nadie, salvo la cofradía de fanáticos enceguecidos por la ideología, los vampiros que viven del Estado y los medios hegemónicos K, a tal punto que, como no podía ser de otra manera, todo el día lunes, batieron el parche sobre teorías conspirativas.
El consultor ultra K y de prósperos negocios con el Gobierno bonaerense, Artemio López, twiteó “todo lo que pasa tiene un solo objetivo. Desgastar a Axel y evitar su reelección”. Difícil encontrar mayor cinismo.
Es la gente Artemio, a ver si se dan cuenta. Es la gente cansada, harta. Le prometieron “un plan de seguridad integral que permite por primera vez tener una política de Estado” según reza las declaraciones de Fernández junto a Kicillof “Prometió todo, dijo que iba a ver controles, lo prometieron todo y nunca hicieron nada. ¿A dónde está el intendente de La Matanza, a donde están los de los Derechos Humanos?. No tenemos nada, estamos a la deriva de todo. Es muy doloroso para nosotros, tenemos una bronca……..porque nadie nos cuida” ¿Dichos de algún derechista neoliberal?, No. Lo decía un colectivero. La gente. El show de Berni esta vez no funcionó. La gente, no los medios hegemónicos, no la derecha, no el neoliberalismo, la gente se dio cuenta del falso relato, del rotundo fracaso de las políticas K contra la inseguridad en este caso. Con un despliegue espectacular, sea en una potente moto BMW o en helicóptero, con esos aires actorales, para las redes sociales, con una ametralladora, Berni interpreta al sheriff de mano dura, con operativos para las cámaras. Carente de gestión, esta vez, la gente despejó el humo y le descubrió el truco. Berni, no es más que la expresión de la pésima gestión y del fracaso. Infelizmente sintió en su rostro la bronca que está instalada.
Los golpes a Berni son para esa clase política que desde autos oficiales, despachos bien decorados, con los problemas resueltos está completamente alejada y desconectada de la realidad de los argentinos, en un abanico que va desde la cúspide del poder con un Presidente extraviado a los concejales de nuestra ciudad que cobran sueldos pornográficos. A ver si se dan cuenta, es la gente. No se extrañen entonces, si por allí, hay quién sugiere que la Argentina lo que necesita es un Nayib Bukele.