En la última década la cantidad de firmas registradas en el país cayó 9,5% en total. Baja productividad, altos impuestos, poco personal capacitado y ciclones económicos fueron las causas.
Aquí al lado, en Uruguay en un seminario convocado por el Test and Invest Uruguay y el BID se reunieron más de 500 compañías de 50 países distintos. La estabilidad democrática y económica, el respeto a las instituciones y reglas que no cambian son los fundamentos por los cuales, por ejemplo, se desarrollaron 1000 empresas de software que generan U$S 1500 millones de exportaciones, que, medido pér cápita, Uruguay lidera el ranking mundial. Mercado Libre y Globant, cuyos CEOs Marcos Galperín y Martín Migoya, residen en el país, tienen contratadas a 1500 y 1000, personas respectivamente, por citar solo un par de casos.
En el discurso inaugural, el presidente Lacalle Pou dijo “Uruguay tiene talento, infraestructura, pero lo más importante es la estabilidad, las leyes de largo plazo, respeto a los contratos, instituciones fuertes. Me quedan 851 días de gobierno, dentro de tres años hay otro presidente y fuese del partido contrario o de otra ideología, van a tener las mismas garantías. En Uruguay pueden soñar, arriesgar a largo plazo y pisar firme”. En el año 1996, la CGT encabezada por Saúl Ubaldini, que le haría trece paros nacionales al primer gobierno democrático después de la dictadura, para mortificar aún más a Raúl Alfonsín, empapelaron la ciudad de Buenos Aires con carteles que rezaban “Patria mía, dame un presidente como Alan García” presidente en Perú en aquel momento. Trazando una analogía, hoy la frase podría incluir al presidente Lacalle Pou. Obvio es imposible, para la CGT al igual que para el gobierno, el presidente de Uruguay representa a “la derecha”.
La historia, conocida, refleja porque Uruguay es lo que es y porque estamos como estamos. Hace quince años Uruguay inauguraba la primer planta de celulosa, la hoy UPM de Fray Bentos. Con Uruguay compartimos una zona ideal para la industria forestal. Con notable entusiasmo piqueteamos puentes del 2005 al 2010, e insistimos en el 2013, convencidos de que vendría el apocalipsis ecológico. Los uruguayos habían decido envenenarse y envenenarnos.
Como todo lo que hizo el kirchnerismo, se transformó en una cuestión de fe y a falta de pruebas se radicalizaron. Kirchner proclamó a los piquetes una causa nacional, alimentó el absurdo hasta niveles de locura. Hasta una supuesta abuela-bomba iba a inmolarse en Botnia. Romina Picolotti era la joven abogada de los piqueteros, Alberto Fernández la nombró como secretaria de Medio Ambiente. El año pasado fue condenada por corrupción. La pastera iba a contaminar, resultó lo contrario, nosotros contaminamos más.
En resumen, Botnia eligió Uruguay, siguió y terminó en la finlandesa UPM. Después vinieron otras, lo que convirtió a Uruguay en el principal exportador mundial de pasta de celulosa. Se calcula que por cada millón de pasta de celulosa (hoy se producen 4,7 millones de tn) solamente para esa industria, se requiere una inversión de 1,2 millones de dólares. Las pasteras generan trabajo directo, pero mucho más indirecto y contribuyen con su producción de electricidad. En 1960 Argentina producía 70 tn. Uruguay cero. Hoy Argentina produce 880 mil tn y Uruguay 4,7 millones de toneladas. Las nuevas plantas ya no son solo de celulosa sino biorefinerías que producen múltiples productos como la nanocelulosa que reemplaza metales, biotextiles basados en celulosa y los llamados de química verde, renovables. Argentina quedó a afuera de toda esta innovación y de todas esas inversiones.
Todos sabemos cómo estamos, pero ¿sabemos porque estamos como estamos? Lo relatado lo explica en parte.