Cañada de Gómez representa el fiel aspecto de una sociedad argentina en escala, de la década del ‘40. Parece una comunidad de postguerra, que necesita de un líder para resguardarse de todo mal; de una mesiánica figura que apague todas las necesidades y que funciona como mini Estado maternalista.
La ciudad, con el tiempo, fue tomando los aspectos más rancios de la “peronización de la vida cotidiana del pueblo”, acostumbrándose al sometimiento y la doctrina, de las decisiones de una persona, en este caso; la intendente Clerici.
Nadie cuestiona ideologías ni ideas, sino por el contrario, cuando uno busca que la comunidad contenga cañadenses con libres pensamientos y/o con capacidad de debate al menos, todos se alinean a sus intereses más viles. Pero, lo verdaderamente terrible para estos tiempos, es ver, leer y escuchar a una gran masa de “adultos” intentando vivir bajo un sueño eterno, manejado por un personalismo absoluto que no sólo le quita independencia ideológica, sino además humana.
Enamorarse de una doctrina o de un dogma puede traer dos caminos, la consecuencia o la obsecuencia; y como siempre todos sabemos, los absolutismos y los fanatismos, sólo acarrean líderes acaudalados y votantes tributistas y pobres.
No se puede explicar con sentido común que una ciudad que no debe llegar a los 40 mil habitantes, naturalice al gobierno municipal, como la única salvación para sus vidas, política, económica y social. Es vergonzoso ver como ALGUNOS docentes y directivos, prefieren obedecer y no formar alumnos críticos, pensantes y libres. Es absolutamente humillante como podemos ver día a día a algunos empresarios, dirigentes de clubes, de instituciones de la salud (públicos y privados); vendiendo su idea, su libertad y hasta su dignidad, para obtener beneficios personales y comerciales, dejándose caer en la tentación de creer que una foto junto a la intendente, a los funcionarios de turno, sus instituciones serán optimizadas, dejando de lado todo lo que cuando estudiante prometieron defender hasta casi dar la vida. Y ni hablar de los medios y periodistas, que prefieren propagandizar sus espacios por migajas, a informar a la gente; tan sólo por creer que algún día LA GESTIÓN los hará parte de su riqueza. ¡Pobres víctimas de la clericización social!
La CLERICIZACIÓN DE LA SOCIEDAD CAÑADENSE demuestra una vez más, nuestros intereses por otros, demostrándonos cotidianamente, la involución de la raza humana como un factor importante que utilizan aquellos que nosotros mismos le aumentamos no sólo las dietas y sueldos, sino además el nivel de poder; ese poder que sufren nuestros hijos; los paros; las farsas del mal llamado lenguaje inclusivo, la desculturización del arte, la política y la falsa recreación dirigida por el gobierno municipal. La idiotización de los jóvenes con la figura bruta del L-Gante, las drogas fáciles y cada vez de “peor calidad”; la sexualización selectiva de los niños, el abuso y la imposición de las ideologías ya obsoletas, el ignorante y perverso neo-feminismo que sólo busca la persecución de la masculinidad y su descontento con la igualdad de género; entre otras tantas cosas que todos ya conocemos, pero que cada día vamos naturalizando más, no por tontos, sino por cómodos y conformistas.
Cuando un pibe no quiere caer en la tentación de idiotizarse con los nuevos sonidos a los que le llaman música, o no quiere tomar alcohol, o meterse sustancias en la nariz, o someterse al culto de personalidad de Clerici, incentívenoslo a seguir; porque no somos más correctos por hacer o decir lo que la manada de rastreros de los fanatismos de turno dice estár bien; sino que seamos revolucionarios de verdad; y formemos nuevas generaciones para no volver a los tiempos que corren. Hoy ser revolucionario no es llevar al Che en una remera, como los funcionarios de turno, sino un verdadero revolucionario hoy lleva chaleco, saco, corbata; y los pantalones bien puestos.