Hace poco dialogando con un joven de unos 18 años aproximadamente, me confesó que la mayoría de los chicos salen a “bailar” con algún objeto que utilizan como arma. Y aunque leer esto nos sorprenda un poco a todos, NO ESTOY EXAGERANDO.
Los pibes salen de sus casas rumbo a boliches, a las llamadas fiestas clandestinas o las también denominadas vulgarmente “jodas”, con manoplas, navajas, cortaplumas y hasta portan sacacorchos que ante una disputa o pelea se transforma en una potencial arma de combate.
Los jóvenes se sienten desprotegidos e ignorados; y buscan en las drogas y el alcohol una salida rápida para evadirse – aunque temporariamente- de todos los problemas que los propios adultos no advertimos.
“Hoy ya no es como antes, los tiempos cambiaron”; me decía el muchacho con su mirada a la mesa y sus manos haciendo piruetas en el aire; “hoy vos estás hablando con un amigo en el boliche y viene otro a buscarte pelea, vos no sabés con que te vas a encontrar, con que te va a agredir, por eso siempre tenemos algo para defendernos”, me explicaba con total naturalidad sobre las armas caseras y otras no tanto que los pibes usan al momento de salir por las noches.
Mi respuesta fue contundente; “…pero si para salir a bailar o para ir a una fiesta tenes que ir armado, ya estamos ante una sociedad enferma”, le dije, y agregué: “además creo que si yo sé que hay lugares donde están armados o existen estos conflictos yo dejaría de asistir, ¿Por qué siguen frecuentando estos lugares?”.
Me miró casi con una pequeña sonrisa como si yo no entendiera nada y me dijo: “En todos lados es así ahora; no existe un lugar donde no esté el riesgo de que alguien pueda pegarle una piña como una manopla o tirarte una puñalada, porque lo miraste mal… y ante eso yo me defiendo; es mi vida o la del otro…”
Eso sí, el Gobierno te prohíbe portar un arma reglamentada y con sus credenciales aunque sólo te la permite “tener” en tu propiedad; pero a los delincuentes se las vende en el mercado negro; los narcos las exhiben en las redes y los pibes la fabrican para ir a los boliches… este el el país donde lo clandestino e ilegal es más fácil de poseer, y los honestos somos víctimas de esa escoria, porque no nos garantizan los derechos y ni siquiera nos dejan defendernos.
Estas frases no podían entrar a mi mente y dormir allí como si se tratara de una serie de Netflix; me las estaba diciendo un pibe de Cañada de Gómez sentada a mi lado, hablando de la necesidad de portar armas improvisadas para poder “disfrutar” de una salida o un evento; ¿ALGUIEN PUEDE ASIMILAR LO QUE ESTOY ESCRIBIENDO YO AHORA MISMO?
¿Que nos está pasando a los adultos? ¿Qué les está pasando a los docentes? ¿A los funcionarios les pasa algo? ¿Qué les está pasando a las instituciones? ¿A NADIE LES IMPORTA LOS PIBES, SUS PROPIOS HIJOS?
Todos nos rasgamos las vestiduras por el conflicto entre Rusia y Ucrania, nos pegamos en el pecho por la paz del otro lado del mundo; ponemos banderas Ucranianas en los perfiles de nuestras redes, nos desnudas por pedir fin a una guerra que ni siquiera “sabemos” porque está siendo forjada; pero dejamos que nuestros niños NO TENGAN CLASES, QUE NUESTROS ADOLESCENTES SEAN ARREBATADOS POR LOS NARCOS, QUE NUESTROS HOMBRES Y MUJERES HONESTOS SE VAYAN DEL PAÍS; porque siempre es más fácil barrer el polvo bajo la alfombra o arrojarlo del lado del vecino.
Hablamos de empatía y de buenos valores, pero dejamos que nuestros adolescentes pierdan la cabeza hasta llegar a comas alcohólicos en una barra libre en un cumpleaños de 15. ¿A qué tipos de padres se les ocurre poner una barra libre en un cumpleaños de pibes de 14 y 15 años? A los que es normal hoy en día escucharlos decir: “A los pibes sólo les gusta tomar y hoy todos los hacen… no les importa otra cosa…”. Pero ¿Qué hacemos como padres ante una sociedad que prefiere ver como se autodestruyen los hijos, como se los comen las drogas?
No hacemos mucho, o no hacemos nada; porque los “PIBES MOLESTAN”. A los pibes, los funcionarios los usan como ganado, los narcos como consumidores, los docentes como ingresos, los padres como excusa y cuando ya no nos sirven, los criticamos, los reprimimos, los olvidamos.
Todos piden que se terminen los paros, pero muchos para que los pibes dejen de “joder” en las casas y los adultos puedan trabajar o salir. Todos piden que comiencen las clases ya; pero nadie reclama mejor nivel educativo, sanciones o exigencia; nadie denuncia las drogas en los baños de las escuelas, ni la violencia institucional ni la de los padres y docentes; porque nadie quiere exponerse, por vergüenza o porque “yo no quiero ser el único que reclama”. Pensemos en nuestros hijos… en nuestras familias.
Abramos los ojos. La educación es todo… si tu hijo pasa de grado sin estudiar, no está zafando, está comenzando un camino de deplorable vida. Si tu hija aprobó todas las materias sin siquiera hacer un solo trabajo, no fue casualidad ni fue viva… comenzó a forjar su futuro en que aquellos que tienen poder la van a someter a pensar y a accionar como quieren. Un pueblo educado es un pueblo libre. Una muchedumbre ignorante se convierte en violenta y espera la comida del que luego los guiará al Matadero.
Foto: Ilustrativa.




































