Un clásico del peronismo: poder y oposición al mismo tiempo. Someter a todo el país a su interna. Con sus mitos fundacionales. La famosa boutade de Perón “peronistas somos todos”. Perón practicaba el humor, pero no era un humorista dedicado a divertir a su platea, sino un hábil político que se valía de distintos recursos para expresar sus verdades No fue un “chiste” aquella frase “a los amigos todo, al enemigo ni justicia”. Un “chiste” que después padecieron miles de argentinos. Detrás de la frase “peronistas somos todos” palpita el concepto de identificar al peronismo con la nación y a sus opositores con la antinación.
Las palabras en el peronismo van y vienen, chocan contra las desmentidas y vuelven autenticadas como nuevas verdades. En su versión K el peronismo se radicalizó aun más, la vieja receta amigo/enemigo se la llevó a la categoría de fanatismo. Como todo populismo necesita la construcción de un villano, de un perverso, un malvado, un enemigo. Necesitan la construcción de un chivo expiatorio, un sujeto político, social, que tiene la culpa de todo. En esa lista pusieron al campo, el FMI, Clarin , los medios hegemónicos, la Justicia, Mercado Libre, Coto, los porteños. Siempre hay otro responsable de la inflación, la inseguridad, la corrupción. Es una construcción política. Infantil, simplista, pero efectiva. Fractura a la sociedad, ellos tienen el monopolio del dolor, de la sensibilidad social, son los buenos, el resto son los malos. Ergo, el malo debe ser señalado, identificado y eliminado.
Antes usaban una categorización zoológica, gorila, hoy modernizaron el lenguaje, la versión mas actualizada es la derecha, el neoliberalismo. Por eso, para que en las próximas elecciones no “vuelva la derecha”, ponen a un candidato…………de derecha. Ahí están, “todos unidos triunfaremos”, conservando el capital simbólico de aquel movimiento que su líder supo definir simplemente como “un sentimiento”. Ese “sentimiento” todos los gobiernos peronistas lo tradujeron y transformaron en el guión habitual del peronismo en el poder: es el partido que se hace Estado, totalitario, hegemónico.
Décadas de decadencia que se transforma en eterna. Eterno déjà vu. El movimiento nacional que ejerció la centralidad desde mitad de siglo pasado hasta hoy y que impuso una hegemonía cultural no puede ser evaluado. Constituye una herejía hacerlo. Pesa una superstición: enjuiciar al peronismo equivale a reencarnar a los demenciales asesinos que bombardearon la Plaza de Mayo en el 55. Esa psicopatía hace imposible un abordaje crítico y serio acerca del partido que tuvo la centralidad política, que más tiempo gobernó y que más condicionó las administraciones no peronistas. Existe una idea, la de moralizar y purificar. Los Estados modernos deben cumplir con su funciones, no moralizar, el Estado no es una iglesia. Pero ellos son la moral, el resto la antimoral.
Desde sus orígenes han desplegado un fanatismo que nubla la sensatez, practica una fe intolerante con la moderación, el sentido común y el que piensa distinto. No dialogar, convencer, sino destruir, aniquilar. Pueblo o antipueblo. Patria o antipataria. Nación o antinación. . Herejes, ex comulgados del rebaño que gobierna como si ellos fueran la verdad purificada. ¿Qué fe había detrás del vacunatorio vip y la “fiestita de olivos”?. ¿Qué pueblo invocaban los dueños de hoteles majestuosos? ¿A qué nación recurrían los zares del juego? ¿Qué fe proclamaban los revolucionarios internados en el sanatorio Otamendi, leen Pagina 12 en el Faena o viajan a Miami a comprar el último iPhone?. Dentro del peronismo todo, fuera del peronismo nada. Ay de aquellos herejes que se animan a desafiar esa fe. De aquellos que en pleno siglo XXI se animan a plantear los valores de una República, los valores que aplican los países a los que les va mejor: acuerdos, diálogos, reformismo, pluralismo, respeto a las instituciones, división de poderes, alternancia democrática, capitalismo moderno.
Todas herejías para ser excomulgadas. Mientras, los números mandan: 45% pobreza, 60% en los conurbanos de pobreza infantil, un país que no crece desde el 2011, los barones conourbano, practicantes de esa fe religiosa, que gobiernan en su mayoría desde la restauración democrática no fueron capaces siquiera de proveer bienes tan esenciales como agua corriente y cloacas. Ni cordón cuneta han construido. Estamos en el siglo XXI, deberíamos hablar del tren bala, la inteligencia artificial, el 5G, pero hablamos de cordón cuneta.
Como lo hizo a lo largo de toda su historia, el peronismo muta para sobrevivir. El Estado es de su propiedad, hay que engordarlo y mantenerlo bajo su estricta vigilancia. Resistir los cambios institucionales. Neutralizar los intentos modernizantes. Seguir siendo depositario de la fe histórica, mantener aggiornada la fuente sagrada del mito fundador, ¿será Massa el heredero en esta etapa?. Clinton inmortalizó aquella frase “es la economía, estúpido”, Si hubiera estado aquí habría dicho “es el peronismo, estúpido”.