Medio siglo atrás Para leer al Pato Donald (Ariel Dorfman y Armand Mattelart) fue un texto que pretendió ser un manual esclarecedor que nos ayudara a entender como a través de Walt Disney el imperialismo colonizaba a inocentes niños latinoamericanos para inculcarles los valores de la codicia y el dinero.
A poco de asumir, el presidente Fernández dijo en una charla que “los medios de comunicación y los dibujos animados son formas de control social” y agregó “han visto un estafador más grande que Bugs Bunny?, fue el modelo de muchos chicos y muchas generaciones” Destacó luego “en verdad fue un modelo de gran promoción del individualismo, el individualismo del modelo que pesaba sobre el otro, sobre el que necesitaba”. Ejemplificó “el Coyote necesitaba comerse al Correcaminos y el Correcaminos era un vivo que le hacía explotar todas las trampas a él. Después el Coyote quedaba maltrecho y el Correcaminos disfrutaba de su viveza”.
El Presidente compartió estos conceptos, apenas electo, en una charla sobre “Cultura, política y capitalismo tardío”. La semana pasada el relator Víctor Hugo Morales tejió una trama, a través de la cual concluía que el “Alfa” de Gran Hermano era el enviado de EEUU para voltear al gobierno de Fernández. Según Morales, la secuencia sería la siguiente: Biden comunica al Departamento de Estado, este a la embajada, la embajada a Paramount (dueña de Telefé) , Telefé a la productora y esta a Santiago del Moro para que ingrese “el Alfa” y desde allí intenten un golpe que destituya a un gobierno de corte popular. Aclaro, porque parece surrealista, pero ocurrió en serio.
En estos días, el médico Jorge Rachid, asesor del gobierno de Kicillof, que en su momento sostuvo que Pfizer se quedaría con los glaciares a cambio de las vacunas, escribió en twitter: “el enemigo armó un reality en Telefé, no son situaciones inocentes, menos aún después del atentado a Cristina, hay un diseño estratégico de golpe de Estado….”. Einsten dijo “dos cosas son infinitas: la estupidez humana y el universo. Y no estoy seguro de lo segundo”.
No es inocuo, es para temblar que la Presidencia de la República termine preocupándose por lo que dice un lumpen en un programa de televisión, que no es otra cosa que un entretenimiento de voyeurismo y de exhibicionismo. Es espiar a espiados sabiendo los espiadores que los espiados saben que los están espiando. Diez segundos bastan para darse cuenta que Alfa, llamado así porque andaba en un Alfa Romeo color amarillo, es un lumpen con ambición de fama, se presentó en dos programas, Masterchef y El Garage.
Parece surrealista que el poder político plantee una pulseada con un programa de tv. La vocera presidencial, Cerruti, que hace unos meses promocionó el sorteo de un vibrador por Instagram no advirtió que todo cambia y que en la era de las redes y de GH, cualquiera dice cualquier verdura. El poder trata de patrullar las opiniones, pero es imposible que controle las situaciones deslenguadas.
El problema es cuando hay una predilección por atizar cruzadas contra una realidad que no existe, desde el Pato Donald, pasando por el Correcaminos hasta llegar a Alfa. Apenas asumido, autopercibido un estadista, en un zoom con Lula decía el presidente Fernández “yo le digo a los argentinos que no se si voy a poder hacer un mundo distinto, ni siquiera sé si lo podre hacer en América Latina, no te quiero mentir querido Lula, yo no lo tengo a Néstor, no lo tengo a Mujica, no lo tengo0 a Tabaré, no lo tengo a Lugo, no lo tengo a Evo, no la tengo a Michelle, no lo tengo a Correa, no lo tengo a Chávez. A duras penas somos dos los que queremos cambiar el mundo. Uno está en México, se llama López Obrador y el otro soy yo” En ese momento (27/06/2020), el Presidente volaba en esas alturas.
Es cierto, autopercibido. Hoy se pelea con un integrante de GH. Surrealismo opaco, retro y en tiempo de descuento. No es inocuo, estos personajes gobiernan. Teniendo en cuenta eso, el dólar a $ 300 es barato.