DE GOYENECHE AL L-GANTE: LA REVOLUCIÓN DE LOS BRUTOS
Por Emanuel N. Soverchia
Tec. en Producción y Realización de medios
(Director)
Es increíble notar que a medida que envejecemos, nos vamos dando cuenta que lo que fuimos viviendo nos ayuda a crecer, a creer o descreer de muchas cosas. Esto significa que evolucionamos como especie humana y algunos hasta dicen que cuando el hombre alcanza su maduración máxima, ya sea intelectual y/o cognitiva, en definitiva su aprendizaje, éste se prepara para la muerte.
Con esta introducción quiero decir que el ser humano, tiene la potestad de discernir entre lo que está bien y lo que no; pues eso justamente es lo que nos diferencia del resto de los reinos –animal y vegetal- y es éste finalmente el único de los tres que se autodestruye, y va siempre en pos de involución. Y hablo de todos los estamos de la vida del hombre.
Fijemos el análisis en la música. No comprendo… ¿cómo pasamos de obtener a grandes hombres de la música como Mozart y Beethoven, a fenomenales mujeres como Mercedes Sosa, Edith Piaf o Tina Turner; espléndidos músicos y a un tenor de la talla de Freddie Mercury o de la soprano María Callas; hasta engendros, brutos y anti-artistas como L-Gante y María Becerra? Ni siquiera comprendo cómo pasamos del Rock, el Punk, el Jazz y el Blus, a estos ruidosos y espantosos personajes nefastos y misóginos que hacen “eso que llaman Trap y Reggaton”. Todo esto habla de nuestra involución como especie humana. ¿Cómo pasamos de Gardel y Goyeneche a Tiago PZK y a Duki? Sólo tengo una respuesta: involucionando como especie humana. Y así somos en todos los ámbitos de la Era Contemporánea. Los actuales, destruimos todos los avances de la humanidad; en la música, en el arte, en la educación, en la tecnología, en la naturaleza; sin más vueltas en todo lo que nos hace humanos. Porque somos como aquellos hijos malcriados de algunos empresarios o magnates; heredamos riquezas y como sufrimos el sacrificio, la convertimos en basura. Pero también tengo que decir que hay hijos de empresarios que entendieron bien el mensaje, y crecieron junto a sus padres desarrollando con inteligencia los caminos del mérito; aunque van quedando pocos. Sí, la gran mayoría se vende al mejor postor, y el sacrificio, los valores y las ideas de sus padres se mueren en la historia que los forjó con éxito en el pasado.
Somos animales de costumbre, por eso nuestros pibes se acostumbran a las migajas que el Gobierno de turno (del color político que sea) les arroja como cerdos en el chiquero desde sus puestos de patrones de estancia; Y LOS PIBES CONSUMEN CON LAS CABEZA GACHAS, sin cuestionar siquiera de donde viene, ni hacia donde van. ¡Van derecho al matadero! Y los adultos no hacemos nada por evitarlo. Les dejamos un país pobre, agonizante y poco creíble; lleno de violencia institucional y urbana; les dejamos basura en los platos, mugre en los barrios y aire en los cráneos. ¡Ah, pero que jóvenes nos sentimos, cuando creemos que poner límites es de retrógrados! Nos sentimos evolucionados porque en vez de rectificar a nuestros hijos les compramos el alcohol en las tiendas para sus previas y cumpleaños; aplaudimos y reímos como estúpidos cuando los niñas y niñas “perrean” al son de los ruidos de esa basura que llaman música ahora. Somos mediocres y mundanos; competimos con nuestros adolescentes a la hora de ver quien toma más, quien viste más sensual y quien se acostó con más personas; pero de hablar de educación y límites es de retrógrados y aburridos. Sin dejar pasar que el aburrido se tuvo que ir por los aires, como se van los valores que nos legaron nuestros abuelos y padres. A que hoy los pibes llaman música, es una analogía de los valores que los estamos dejando recoger. Los pibes se drogan porque se sienten olvidados y solos, y la culpa de sus dolores es parte de nuestro fracaso como sociedad; son iracundos porque nadie los respeta; y somos nosotros, los adultos quienes debemos velar por sus vidas, siempre.
¡Qué tristeza es ver como los padres actuales les tienen miedo a sus hijos, a pesar de que cuando eran chicos ellos les temían a sus padres! ¿Y cuando hablamos de respeto? ¿Cuándo vamos a ser padres y no padrillos? Escucho a algunos adultos decir: “yo, más que padre soy amigo de mis hijos”; disculpen pero que errados estamos. No creo que ningún amigo hace con otro lo que debe hacer un padre, y viceversa… por eso queridos lectores; saltemos del barco que va hacia la “revolución de los brutos”; volvamos a hacer que nuestros hijos crean; en lo que sea, pero que crean en algo, en alguien; al menos que nos crean a nosotros mismos, los padres. Revolucionario hoy en día ya no es llevar la estrella en la boina y la barba; hoy la revolución se hace con educación, sacrificio y valores; pues justamente en la actualidad el establisment, son los que antes se llaman revolucionarios.