“Mafia judicial”, “Estado paralelo” son los términos que utilizó CFK después de escuchar el fallo del tribunal que la condenó. Tal vez, en un reflejo del sub consiente, ya que en su Santa Cruz la Justicia comenzó a ser colonizada en los 90 ni bien Kirchner comenzó su primer período como gobernador. La tarea siguió de manera disciplinada por su hermana, la gobernadora Alicia.
En oferta hay de todo, desde Romina Mercado, hija de Alicia, fiscal en El Calafate, hasta la reciente creación de un tribunal Federal en la localidad de Piedra Buena donde fueron designados tres abogados militantes. Nada muy distinto al feudo que gobierna Gildo Insfrán en Formosa, uno de los gobernadores modelo para el gobierno de los Fernández.
Más allá de las descalificaciones las preguntas centrales sobre su condena, Cristina nunca las pudo responder. Entre ellas, ¿cómo fue que su secretario, jardinero, chofer se volvieron millonarios de la noche a la mañana?, ¿cómo fue que a su hija, que no se le conoce trabajo alguno le encontraron en una caja de seguridad en el banco Galicia 5,5 millones de dólares en efectivo? Una simple cuenta, si Néstor viviera y tomamos el salario de los dos desde que fue intendente de Río Gallegos, hasta la actualidad, reitero, en la hipótesis que ambos estuvieran, ambos viviendo toda la vida del Estado y teniendo en cuenta que ambos hubieran ahorrado la totalidad de sus ingresos, la suma de todos los ingresos, por dos, por doce meses, por treinta años, no llegan a 2,5 millones de dólares, ¿Cómo hizo Florencia, sin trabajo alguno acumular 5,5 millones de dólares? Un argumento más que no pudo desmentir, su vinculo con Lázaro Báez.
Más allá de que no hay rubrica de Néstor y Cristina, si la hay con su hijo Máximo, el nexo con los negocios entre el empresario y sus progenitores, por eso aparecía en los chats de José “bolsos” López. . En su intervención virtual que tuvo casi tantos seguidores como la marcha encabezada por Luis D´Elía quedó expuesta su estrategia futura.
El tema es que ya convoca, no asusta, no tiene el peso para imponer el “operativo clamor”. Hoy el relato K se deshilacha, la trama es absurda y tediosa, la oratoria, pomposa e increíble, se nota la fatiga de materiales y la degradación narrativa. Solo creíble para los vampiros del Estado y los fieles de su iglesia. Ni un chico en edad escolar admite el ardid retorico que expone Wado De Pedro, que twitteó “fue condenada por lo que hizo bien”. En la misma línea argumental ¿cómo digerir que quién “ha concretado tantas obras, tantos logros y beneficios públicos sea condenada”? Siguiendo ese razonamiento, los ultra k sostienen que alguien que tanto ha hecho por su país, “no pudo, de ninguna manera haber cometido una defraudación al Estado” (Sic), suponiendo que el voto automáticamente es un seguro contra la venalidad gestionaría. Un argumento tan falaz como suponer que hombres tan píos o con tanta sensibilidad social no puedan ser curas pedófilos, o la idea de que caballeros tan presentables y decentes no puedan ser violentos o violar mujeres. La pregunta que le retuerce el pensamiento a Cristina, es ¿qué falló? Cristina vive en una realidad paralela, hace tiempo su relato choca contra la realidad.
Las formulas que alguna vez construyeron su identidad ya no funcionan, repetirlas ciegamente es un signo de necedad e impotencia. Si algo quedó probado en el cuarto gobierno K es que ya no hay populismo posible sin disciplina fiscal y con destrucción de la moneda, que vivir “con lo nuestro” a esta altura del siglo XXI es un verdadero disparate que espanta inversiones y suicida a las clases medias y populares.
Creyeron poder reproducir el modelo santacruceño a escala nacional: un gobierno avalado por los votos y eterno que tenga la totalidad del poder, sometida la Justicia, eliminados los medios de comunicación no obsecuentes, creación de un empresariado “amigo del Estado”, un modelo esotérico en lo económico, manejo de la pobreza a través de los movimientos sociales. En un momento, acompañado por el viento de cola, se creyó que eso era posible. Y llegó el cuarto gobierno K, el peor de todos desde la restauración democrática. Un gobierno que tiene sus fallas desde el origen y que fue constituido por Cristina solamente para que le resuelvan sus causas judiciales. Pero falló. Argumentos como “la condena cancela la democracia”, “gatillan sobre la cabeza del peronismo”, ligando ese gatillo al otro, al de Sabat Montiel no activaron la “memoria emotiva” de los compañeros ni reavivaron una nueva “resistencia peronista”. Como el titulo de aquella novela de Osvaldo Soriano “Triste, solitario y final”.