El 12 de marzo se conmemora la aceptación oficial, en 1813, de uno de los símbolos de la nacionalidad argentina, usado por Manuel Belgrano al frente de sus tropas emancipadoras.
La Asamblea del Año XIII comisionó al diputado por San Luis, Agustín Donado, para que se encargara de la confección del sello con el cual se autenticaría la documentación del Gobierno. Hasta ese momento, no existía un sello para legislar los actos gubernativos. Se utilizaban las armas reales que se estampaban en los documentos durante el virreinato. El grabado definitivo de tal sello fue realizado por el orfebre Juan de Dios Rivera.
En el Archivo General de la Nación se halla el decreto del 12 de marzo de 1813 firmado por Hipólito Vieytes y Tomás Antonio Valle, secretario y presidente respectivamente de la Asamblea por el cual se ordena:
Que el Supremo Poder Ejecutivo use el mismo sello de este Cuerpo Soberano con la sola diferencia de que la inscripción del círculo sea la de Supremo Poder Ejecutivo de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Tras algunas modificaciones en el diseño del escudo, finalmente fue sancionado el diseño actual el 24 de abril de 1944 mediante decreto ley N°10.302 del Poder Ejecutivo Nacional, estableciéndose que se use exclusivamente el diseño original.
Se utilizó por primera vez en 1813, instituyéndose como un eslabón más en el camino hacia la conformación de una nación libre y soberana.
El Escudo Nacional comenzó a utilizarse a principios de 1813. Dos años antes se había iniciado el proceso revolucionario que culminaría en 1816 con la Declaración de la Independencia. En el camino de conversión en una nación independiente, la creación y utilización de nuevas insignias fue una pieza fundamental tanto desde lo simbólico como desde lo práctico.
El 27 de febrero de 1812, Manuel Belgrano y el Ejército del Norte izaron por primera vez la bandera argentina y días antes, el 13 de febrero, las tropas nacionales utilizaron por primera vez la escarapela celeste y blanca impulsadas por la necesidad de tener un distintivo para diferenciarse en las batallas de las tropas realistas. Por tal motivo, Manuel Belgrano traccionó frente al Gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata para la creación de estos símbolos.

En el contexto de este proceso revolucionario y constitutivo de una nueva identidad, los diputados de las Provincias Unidas del Río de la Plata reunidos en lo que se conoció como la Asamblea del Año XIII, acordaron que ya no se usarían más los escudos de la corona española para los edificios de gobierno, ni el sello de las armas reales para la firma de documentos y para legislar los actos gubernamentales. El 12 de marzo de 1813 se puso en práctica un nuevo escudo:
- Un óvalo celeste y blanco en el que dos manos sostienen un gorro de la libertad sobre una lanza o pica, símbolo de la unión de las provincias y su determinación de defensa.
- Un sol naciente con cara que asoma . El sol era la máxima divinidad adorada por el imperio Inca, un símbolo americano. También era una señal de regeneración y de igualdad en el imaginario republicano de la Revolución Francesa, muy influyente en la Asamblea.

El escudo que se ve en la fotografía anterior se encuentra en el Museo Histórico Nacional. Está pintado sobre un escudo de la corona española, que se trasluce debajo. Es posible que haya estado en el mismo edificio donde sesionó la Asamblea, porque las siglas que lo rodean, A.G.C.D.L.P.U.D.R.D.L.P, pueden ser una abreviatura de Asamblea General Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Pero como fue donado por el director de la Administración General de Correos, también pudo haber sido de esta institución, con las mismas iniciales, informan desde el Museo.
Desde 1813 y durante los primeros tiempos estos sellos o escudos se representaron y usaron con diferencias de detalles. Esto sucedió porque cada artista (ya fuera grabador, escultor, pintor o ilustrador) lo interpretaba empleando su propio estilo. Los artistas conservaban los elementos constitutivos del escudo pero variando sus detalles. Por eso, en los ejemplos de la época se advierten diferencias en los detalles del rostro del sol y la cantidad y forma de sus rayos. También en la posición de los brazos, la forma del gorro o la cantidad exacta y forma de las hojas en las ramas.
Simbología
El gorro de la libertad identificaba a los libertos, como se les decía a las personas esclavizadas liberadas en la antigua Roma. En las ceremonias de liberación, se les cortaba el pelo y sobre la cabeza se les colocaba un bonete que los distinguía como tales. Desde el Renacimiento europeo se imagina a la libertad como una mujer con una pica y un gorro. La Revolución Francesa recuperó esta figura femenina para representar la libertad y a la república frente a la monarquía.
Se cree que la borla que cuelga del gorro es de inspiración incaica. La mascaypacha era una corona de oro emplumada con flecos de lana rojos que distinguía a algunos de los gobernantes Incas. También tenían como atributo de poder un cetro de oro llamado topayauri, del cual colgaba una borla roja.
Los símbolos podían tener muchos significados, y cuántos más grupos pudieran interpelar, como a los pueblos indígenas y a las personas esclavizadas, más convocatoria para la causa patriota.

Escudo Nacional unificado
El primer intento de unificar el escudo se dio exclusivamente a nivel consular. El Ministerio de Relaciones Exteriores emitió una orden en 1885 con un modelo anexo de escudo que debían adoptar los consulados argentinos. Sin embargo, esto no tuvo alcance dentro del país, ni en otras áreas del Estado nacional, y se siguieron utilizando diferentes modelos de escudos.
A fines del siglo XIX, el político, abogado, historiador e intelectual Estanislao S. Zeballos investigó el tema, recopilando muchas variantes del símbolo empleadas desde 1813, y preparó un informe. El trabajo contó con el visto bueno y la aprobación de Bartolomé Mitre y Vicente Fidel López. Titulado “El escudo y los colores nacionales”, sería publicado por la Revista de Derecho, Historia y Letras en 1900, junto a una imagen proponiendo cómo debía ser el Escudo Nacional.
En 1944, el Poder Ejecutivo Nacional oficializó la adopción del sello de la Asamblea como representación del escudo argentino, otorgándole uniformidad. Desde entonces el Escudo Nacional que está vigente legalmente se rige por el Decreto de Símbolos Nacionales Nº10302 del 24 de abril de 1944, firmado por el presidente de facto Edelmiro Farrell.

Actualmente, el escudo pertenece al sistema de símbolos patrios asociados a la construcción del Estado moderno y de la identidad nacional. Si bien circulan muchas versiones, en la oficial, su forma es oval, cortada al medio: la mitad superior de color azul celeste, que representa la justicia, la verdad, la lealtad y la fraternidad; y la mitad inferior, de color plata (blanco), símbolo de pureza, fe, hidalguía, integridad, firmeza y obediencia. En la mitad inferior se estrechan dos manos diestras que sostienen un asta, que en la mitad azul celeste ostenta un gorro frigio, símbolo de libertad. Las manos entrelazadas representan la unión fraternal de los hombres y de los pueblos. El asta o pica simboliza la autoridad, el mando, la dignidad y la soberanía.
En la punta se ubica un sol naciente (figurado, de oro) con veintiún rayos visibles rectos y flamígeros alternados, que representa la verdad, la majestad y la prosperidad. Dos ramas de laureles (símbolo de victoria y de gloria) forman una corona sobre la cara del sol y se cruzan en la base, unidos por un moño con los colores de la bandera nacional.
Fuente: Museo Histórico Nacional / Francisco Gregoric – Instituto Nacional Belgraniano